George W. Bush se dirige a la costa del mar Negro este fin de semana para su última entrevista de presidente a presidente con su homólogo ruso Vladimir Putin, reforzado por el nuevo apoyo de sus aliados europeos de la OTAN a su proyecto de escudo antimisiles.
Sin embargo, es díficil decir si el apoyo de la OTAN a esta iniciativa denunciada por Rusia empujará a Putin a mostrarse más conciliador que los últimos meses cuando reciba a Bush el sábado y domingo en una dacha de Sochi.
La Casa Blanca dijo esperar que lo estratégico y lo emocional se mezclen en esta reunión, con aires de despedida para dos líderes que han estado en el primer plano internacional durante los últimos siete años.
De su lado, el secretario general de la Alianza Atlántica, Jaap de Hoop Scheffer, rindió homenaje a los "padres fundadores" del Consejo OTAN-Rusia.
Si bien habrá lugar seguramente para una conversación entre "viejos amigos", ni Bush ni Putin perderán ocasión de intentar avanzar en las cuestiones que interesan a cada uno de sus países.
En ese sentido, la administración norteamericana insiste en el hecho de que la OTAN, en su declaración final de la cumbre de Bucarest, haya decidido apoyar el escudo antimisiles e instado a Rusia a cooperar.
La declaración de la OTAN es un "avance", dijo la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice.
Pero a este triunfo diplomático de Estados Unidos se opone la postergación de una decisión sobre Ucrania y Georgia para acordarles el estatuto de candidato a la OTAN, vista por varios analistas como un éxito de Rusia, hostil a la expansión de la Alianza Atlántica en la ex Unión Soviética.
El fracaso de Bush, que defendió con fuerza la causa de esas dos ex repúblicas soviéticas, podría dar más confianza a los rusos.
Consciente del riesgo de que este aplazamiento oculte los otros resultados de la cumbre, Rice y otros responsables norteamericanos afirmaron que buscaban dar la mayor dimensión posible al mensaje de la OTAN sobre el escudo antimisiles, a su entender el principal tema de discusión en Sochi.
Rusia dice que el proyecto de Estados Unidos de instalar diez misiles interceptores en Polonia y un radar ultramoderno en República Checa es un plan que puede afectar a su seguridad.
De su lado, Estados Unidos asegura que el sistema, nueva parte del mecanismo concebido para protegerle, defenderá también a Europa de las amenazas balísticas de Estados "parias" como Irán, algo que Putin no toma en serio.
La determinación de Bush de concretar su proyecto quedó de manifiesto en Bucarest con el anuncio de un acuerdo que pone fin a las negociaciones entre norteamericanos y checos sobre la instalación del radar.