George
Soros mantiene su cruzada personal contra la "peligrosa ideología" que
representa Bush
El
millonario húngaro-americano dijo en la OEA que "el mundo avanza en la dirección
equivocada" y se mostró muy preocupado con el futuro de la
civilización
George
Soros, durante la conferencia pronunciada el martes 3 de octubre ante la
Organización de Estados Americanos
AP
/ Lauren Victoria Burke
George
Soros, durante la conferencia pronunciada el martes 3 de octubre ante la
Organización de Estados Americanos
05/10/2006 | Actualizada
a las 11:24h | Washington. (Teresa Bouza,
EFE)
George
Soros, el multimillonario de origen húngaro que un «miércoles negro» de 1992
tumbó nada menos que al Banco de Inglaterra, quiere ahora derrocar al hombre más
poderoso del planeta y a aquellos que comparten su «peligrosa» ideología.
A diferencia de muchas de las oscuras maniobras especulativas con las
que amasó una inmensa fortuna, ésta no es una operación secreta. «El mundo
avanza en la dirección equivocada y estoy muy preocupado con el futuro de la
civilización», dijo esta semana en una conferencia ante la Organización de
Estados Americanos (OEA).
Una de las muestras más palpables de ese
desatinado rumbo es «la guerra antiterrorista de la administración Bush»,
destacó el magnate y filántropo, que publicó en junio su noveno libro: «La Era
de la Falibilidad: Las Consecuencias de la Guerra contra el Terrorismo».
El inversor de 76 años de origen judío, que sobrevivió al Holocausto y
presenció el nacimiento del comunismo en su Hungría natal antes de partir rumbo
a Londres en 1947, contempla con desasosiego desde hace ya algún tiempo la
«supremacía ideológica» del presidente de EE.UU., George W. Bush, y sus
seguidores republicanos.
Esa ideología se opone, según su libro «La
Burbuja de la Supremacía Estadounidense» (2004), a los principios de una
sociedad abierta, que se caracteriza por reconocer que la gente tiene puntos de
vista distintos y que nadie está en posesión de la verdad suprema.
El
magnate, cuya fortuna se estima próxima a los 11.000 millones de dólares,
mantiene que los integrantes de la «supremacía ideológica» creen que EE.UU. sabe
mejor lo que hay hacer y piensa la verdad está de su parte. Cita a menudo como
prueba de ello la primera frase de la Estrategia de Seguridad Nacional hecha
pública por Bush en septiembre del 2002.
«Las grandes luchas del siglo
XX entre la libertad y el totalitarismo (...) se saldaron con un único modelo
sostenible para el éxito nacional: la libertad, el desarrollo y la libre
empresa», sostiene el citado documento. Según aseguró el martes ante la OEA,
esos alardes de superioridad hacen que la sociedad abierta «esté en peligro» en
EE.UU., en donde Soros ha echado raíces y el país al que considera su casa.
De ahí que el expulsar a los republicanos de la Casa Blanca se haya
convertido en «el objetivo central de su vida» y en una «cuestión de vida o
muerte», según aseguró en una entrevista con el diario «The Washington Post» a
finales del 2003.
Para lograr ese fin, Soros no ha dudado en recurrir
-aunque con poco éxito- a sus propias arcas. Según sus cálculos, gastó la
friolera de 27,5 millones de dólares en las elecciones presidenciales del 2004
en un intento por ayudar a la oposición demócrata a hacerse con el poder.
Su generosidad no logró el resultado deseado, pero Soros no se da por
vencido y aprovecha la primera de cambio para hacer campaña contra Bush y los
suyos. «Es mi tema favorito», bromeó esta semana, aunque no reveló si está
dispuesto a volver a aflojar la billetera en los comicios legislativos de
noviembre próximo o si lo hará en las presidenciales del 2008, en las que Bush
no puede ser reelegido pero los republicanos que comparten su ideología sí.
El sentido de misión histórica no es nada nuevo en un hombre que forma
parte del club que en EE.UU. se ha bautizado como los «Ricos Pensantes», y en el
que también están el presidente de Microsoft, Bill Gates, y el multimillonario
Warren Buffett.
Soros ha confesado en alguna ocasión que de pequeño
tenía sueños mesiánicos y se veía a sí mismo capaz de ejecutar grandes hazañas.
Cuando se le pide que se autodefina, dice a menudo que tiene el marco conceptual
necesario para entender bien la historia. Además, posee firmes creencias éticas
y políticas y, para finalizar, ha ganado mucho dinero. Habrá que ver si con esos
y otros atributos logra vencer a los miembros de la línea dura de la política
estadounidense.