SI LAS COSAS SIGUEN como van, lo más
probable es que el nuevo presidente del Ecuador sea aliado de Hugo Chávez.
Eso, por lo menos, es lo que dicen las encuestas publicadas la semana
pasada, en las que el izquierdista Rafael Correa obtuvo el apoyo del 44%
de los entrevistados. El segundo, el conservador León Roldós, logró el
respaldo del 39%. Y aunque es verdad que en política ocho días son una
eternidad, también es cierto que las tendencias no deben pasar
inadvertidas. Hasta el momento, éstas apuntan a que en la primera vuelta
de los comicios presidenciales, que tendrán lugar el 15 de octubre, será
Correa, de Alianza País, el hombre que se alzará con la
victoria.
La cercanía de Rafael Correa con el
presidente venezolano es bien sabida en todas partes. Al poco tiempo de
iniciarse la campaña electoral en Ecuador, el candidato viajó a Caracas,
donde se entrevistó con Chávez. Después de que el Mandatario de Venezuela
llamara a George W. Bush en las Naciones Unidas "el diablo", los
periodistas le preguntaron a Correa qué opinaba. "El diablo puede ser
malvado, pero aunque sea es inteligente", contestó. Y luego lanzó una
segunda arremetida: "Bush es un presidente tremendamente torpe, que les ha
hecho mucho daño a su país y al mundo".
Pero Correa, que tiene apenas 43 años, no es
tonto. Antes de que se levantara otra ola de indignación en Norteamérica,
decidió matizar sus declaraciones. "Una cosa es lo que pienso del señor
Bush, y otra lo que pienso del pueblo norteamericano, al cual quiero mucho
y con el cual viví cuatro años", señaló.
EL EX PRESIDENTE FEBRES AFIRMA QUE A
CORREA LE MANDAN PLATA EN MALETAS DESDE CARACAS.LAS ENCUESTAS, EN
ENTREDICHO
En las entrevistas que ha dado en los últimos días Correa
ha preferido distanciarse un poco de Chávez. Sólo admite que ha ido a
Caracas. Este cambio puede deberse a que le asusta que su relación con el
Presidente le quite votos, como le pasó a Ollanta Humala en el Perú, quien
luego de una escalada en los sondeos, terminó derrotado por el ex
presidente Alan García. En cualquier caso, el ex presidente León Febres
Cordero afirma que a la campaña de Correa el dinero "le llega en maletas"
desde Caracas.
El aumento de la popularidad de Rafael Correa ha sido
asombroso. Hace ocho meses iba de tercero en los sondeos, con un 5% de
respaldo popular. Pero era importante respetarlo: no en vano había
conseguido una muy buena imagen mientras fue ministro de Economía del
presidente Alfredo Palacio. Tanto, que en momentos en los que Palacio sólo
contaba con el 38% de respaldo, Correa iba por el 57%. Luego, en plena
campaña, ocurrió un fenómeno curioso. Cynthia Viteri se desplomó en las
encuestas, y León Roldós y Álvaro Noboa no ganaron terreno.
¿Cuál ha sido el éxito de Correa? "Todo se debe a tres
cosas - le dijo a CAMBIO la periodista Mariela Ceballos, editora política
del diario El Universo de Guayaquil, el de mayor circulación en Ecuador-.
Primero, a que tiene una propaganda muy creativa. La segunda, a que es un
hombre con gran carisma. Y la tercera, a que está diciendo lo que la gente
quiere oír: fuera Congreso y fuera diputados. Correa ha prometido que, si
es elegido, convocará una Asamblea Constituyente para cambiar al poder
legislativo y crear un nuevo Congreso".
Es posible que a Washington no le guste mucho Rafael
Correa. El hecho de que sea nacionalista, de que favorezca una alianza con
Argentina, Venezuela y Bolivia, y de que haya asegurado que no firmará un
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos no cae muy bien en los
pasillos del Departamento de Estado. Tampoco les seduce a los organismos
multilaterales de crédito que se haya mostrado partidario de una moratoria
en el pago de la deuda externa.
Pero más allá de todo eso, lo peligroso de Rafael Correa
es que, si llega a la presidencia, confirme los temores de que es un
populista. En la última década, el país ha tenido nada menos que cinco
presidentes (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez
y Alfredo Palacio), y lo peor sería que el próximo terminara igual a todos
ellos. Los 14 millones de ecuatorianos no se merecerían semejante
inestabilidad.
Si hay algo en entredicho en esta campaña, son las
encuestas. El problema se debe a que los directores de las principales
firmas encuestadoras son muy cercanos a ciertos dirigentes políticos.
Blasco Peñaherrera, de la empresa Markett, tomó parte en el movimiento que
derrocó a Lucio Gutiérrez. Augusto Bernal, de Consultar, admite que su
compañía tiene contratos con Álvaro Noboa. Polibio Córdova, de Cedatos,
asesoró a Lucio Gutiérrez. Y Jaime Durán, de Informe Confidencial, estuvo
vinculado a Mahuad. Así las cosas, nadie sabe a quién creerle. O, peor
aún, si creerle al ex presidente León Febres, según el cual "las encuestas
están prostituidas".