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Como era de esperarse, Bush defendió ayer su correría bélica al cumplirse el quinto aniversario de la invasión al país árabe, una aventura que debía ser sencilla y barata, pero que con el tiempo se transformó en un aciago pantano para una nación que se ufana de ser la primera potencia militar del mundo. "Nadie puede discutir de que está guerra ha tenido un alto costo en vidas y en dinero, pero esos costos eran necesarios cuando consideramos el costo que tendría la victoria de nuestros enemigos en Irak", dijo el Presidente norteamericano en un discurso pronunciado en el Pentágono. "Para mí, sacar (del poder en Irak) a Sadam Hussein fue la decisión correcta", aseguró el gobernante republicano al justificar su controvertida decisión de atacar al país árabe, sin el aval de la ONU, en medio de un fuerte rechazo internacional y sobre la base de la existencia de armas de destrucción masiva nunca halladas. Bush, quien en enero abandonará la Casa Blanca tras ocho años, admitió que la guerra "fue más larga, más dura y más costosa de lo que habíamos anticipado", aunque a renglón seguido volvió a insistir en que se trata de "una lucha que se debe ganar" contra "los terroristas y los extremistas". En el marco de la defensa de su capricho bélico -que de paso se convirtió en el paradigma de la doctrina unilateral norteamericana de defensa preventiva-, el Mandatario dejó claro que EEUU "no puede rendirse ante la amenaza terrorista" de Al Qaeda. "Sabemos que, si no actuamos, la violencia que esta consumiendo Irak empeorará, se extenderá, y puede que llegue a niveles de genocidio. Nuestra lucha es justa, noble y necesaria", declaró. Por ello, dijo, el Gobierno decidió en enero de 2007 acometer un fuerte incremento en las tropas desplegadas en Irak, medida que permitió dar un giro a la situación en el país y "abrir la puerta a una victoria estratégica en la guerra contra el terrorismo", indicó Bush. La guerra de Irak, en la que han perecido casi 4.000 soldados estadounidenses, se ha convertido en uno de los mayores quebraderos de cabeza para la administración Bush, no sólo por el alto costo económico, más de 600.000 millones de dólares, sino por el creciente rechazo que existe en la sociedad estadounidense. PROTESTAS De hecho, varias protestas antibélicas se realizaron ayer en la capital, Washington, así como en otras ciudades norteamericanas, como San Francisco, Chicago, Miami y Nuevas York. En la capital estadounidense, 32 personas fueron detenidas cuando intentaron bloquear la entrada al Departamento de Hacienda. Este sentimiento antibélico que vive buena parte del país se ha traducido en una fuerte caída en la popularidad del Presidente, cuyo nivel de aceptación no sobrepasa el 26%, según datos de una encuesta de Zogby, conocida ayer. Además, siete de cada diez estadounidenses culpa a la contienda bélica de la mala situación que atraviesa la economía, argumento que ha sido tomado de inmediato por los aspirantes demócratas a la Casa Blanca para insistir en la retirada de las tropas. "La solución no es militar", afirmó la senadora Hillary Clinton, quien aseguró que en caso de convertirse en la primera Presidenta de los Estados Unidos, retirará las tropas durante los 60 primeros días de su mandato. Aun más contundente se mostró el senador Barack Obama, quien lidera la contienda demócrata de cara a los comicios del 4 de noviembre. "Acabaré con esta guerra desde el primer día (de mi Presidencia)", prometió el aspirante afroamericano. |