Semanario Hoy 1213
Retenciones: un
impuesto regresivo y distorsivo
Los más pobres
son los más perjudicados
Eugenio
Gastiazoro
Muchos amigos de izquierda ponen reparos en
apoyar la protesta agraria, porque dicen que la misma está presidida por el
programa de los terratenientes. Que la lucha contra el aumento de las
retenciones, que fue su detonante, es una lucha que interesa fundamentalmente a
los oligarcas y pools de siembra; que es una lucha ajena o secundaria a los
chacareros, contratistas y obreros rurales.
El error parte de considerar a las retenciones como un impuesto progresista, que solo afecta a las rentas extraordinarias formadas por los mejores precios de los productos en relación a los costos. Esto sería cierto si se tratara de un impuesto directo a la renta de la tierra o a las ganancias extraordinarias. Pero como se trata de un impuesto a la producción, opera tanto sobre quien es propietario de la tierra como sobre quien trabaja en tierra ajena, que sufre igual retención aunque tenga que pagar arrendamiento o reciba como pago un porcentaje de la cosecha, por lo que resulta un impuesto claramente regresivo para el productor arrendatario o contratista, y también para los obreros rurales. Además es un impuesto regresivo para los pequeños y medianos productores que pagan un porcentaje igual de retención que los grandes, aunque tengan mayores costos y una rentabilidad menor que ellos. Lo mismo ocurre con quienes producen en tierras de menor calidad con un rendimiento menor, por lo que no tienen rentas extraordinarias y tienen que pagar retenciones igual que los que las tienen. Así el aumento de las retenciones golpea con mayor fuerza a los pequeños y medianos productores en general, acelerando su expulsión del campo, y a la producción en tierras menos fértiles que las de la llanura pampeana, que también quedarían fuera del mercado. Por eso fueron los chacareros, contratistas y obreros rurales quienes se volcaron masivamente a las rutas e impusieron sus métodos de lucha. El origen de las
retenciones
La izquierda del kirchnerismo defiende sus posiciones diciendo que ?apuntan a un reformismo capitalista de centroizquierda redistributivo de la renta?, como escribe Nicolás Casullo en Página 12. Sin embargo las retenciones no pueden calificarse siquiera como un instrumento impositivo reformista burgués, ni por su origen histórico ni por como gravan a los distintos actores en la producción agropecuaria: más a los que trabajan en el campo (chacareros, contratistas y obreros rurales) y menos a los que viven de ese trabajo (terratenientes y pools). Cuando hubo en el país políticas reformistas burguesas, como en los primeros gobiernos peronistas, la renta terrateniente fue recortada con la rebaja y congelación de los arrendamientos, la extensión de los contratos y el estímulo a la producción con precios sostén en origen y créditos accesibles a los chacareros. Esto se garantizó con la nacionalización de los bancos y del comercio exterior, manejando éste a través del IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio). Derrocado Perón se logró mantener la prórroga de los arrendamientos y cierta protección a través de las juntas reguladoras, hasta que vino la dictadura de Onganía en 1966. Fue esta dictadura, con Krieger Vasena como ministro, la que recurrió a las retenciones junto a la devaluación del peso y la imposición de la ?libertad de contratación?, con la ley Raggio que expulsó de los campos a los miles de chacareros en los que se originan los modernos contratistas. Una mecánica
oligárquica
La dictadura de Onganía, como ahora los gobiernos de Duhalde y Kirchner, recurrió a las retenciones para hacerse de recursos y sostener un ?dólar competitivo?, tomando parte del mayor precio de los productos que se derivaba de la devaluación del peso. Era la forma, como lo es también ahora, de obtener más recursos para el Estado oligárquico sin poner impuestos a la propiedad de los grandes terratenientes rentistas ni tener que repartir esos fondos con las provincias, con un impuesto supuestamente parejo ?a todos los productores?, en contraposición a las propuestas reformistas burguesas de entonces, que planteaban imposiciones directas a los terratenientes, sea aumentando el impuesto inmobiliario rural o con un impuesto a la renta potencial de la tierra. No es que las retenciones hayan sido regresivas cuando las aplicaba Onganía porque era una dictadura oligárquica, y que ahora son progresivas porque las aplica un gobierno democrático. No es cierto que las retenciones solo ?operan sobre rentas extraordinarias? como dice Osvaldo Barsky (Página 12, 16/3/08), pues al ser un porcentaje sobre todo lo que se produce no distinguen entre los que obtienen rentas extraordinarias y los que no las obtienen, dejando por tanto fuera del mercado a los productores que tienen mayores costos, a los no propietarios y a los que trabajan tierras de menor rendimiento. Es decir que las retenciones, como tales, no tienen en sí mismas un carácter progresivo sino regresivo. Por eso la oligárquica Sociedad Rural Argentina (SRA) es la más propensa ?al diálogo? con el gobierno kirchnerista, y por eso también Pagina 12 y Nuestra Propuesta (ver hoy N° 1211) pueden coincidir con Osvaldo Barsky, de que ?ni Macri las sacaría?. Si la política del gobierno de Kirchner fuera realmente reformista burguesa, la redistribución de las rentas y beneficios extraordinarios (de los grandes terratenientes y pools) tendría que ser a través de los impuestos a la tierra y a las ganancias, formando un fondo para garantizar insumos baratos, créditos accesibles y precios mínimos sostén en origen para los pequeños y medianos productores, complementado con una nueva ley de arrendamientos que facilite el acceso y permanencia en más y mejores tierras a los chacareros y contratistas, sus hijos y todos los que quieran trabajarlas. --------------------------------------------------------------------------------------
Semanario Hoy 1213
Desde Campana, Zárate, San
Pedro e islas del delta
Incendios y
responsabilidad del gobierno
Lo que transformó los focos iniciales en una
catástrofe ambiental, por el incendio generalizado en más de 60.000 has de Islas
del Delta, fue la falta de acción del gobierno.
Los efectos de los incendios y el humo producido
en islas del Delta del Paraná, se han convertido en un problema ambiental
gravísimo.
Las autoridades nacionales a coro han salido a acusar a productores agrarios de la zona "que en su afán de ganancias queman los campos". Estas acusaciones groseras pretenden enfrentar a los productores agrarios con la gente de la ciudad. Por más que lo nieguen, el principal responsable de lo que ocurre es el Estado, que mientras cacarea con la reactivación económica y reservas de fondos en el Banco Central, no toma medidas de prevención en ningún aspecto. Tardaron 21 días para recién tratar de apagar los incendios en distintos sectores del Delta bonaerense y entrerriano, cuando ya se habían tornado incontrolables. Hay campos, como los de famosos dirigentes políticos de Entre Ríos, que hace más de un mes que se están quemando. Es lo mismo que ocurrió en este verano cuando se quemaron miles de hectáreas de la Reserva Natural de Otamendi en Campana, provincia de Buenos Aires. Todos los que cruzamos la ruta Panamericana lo hemos podido observar con el humo y sus riesgos, sin embargo, no han adoptado ninguna medida con posterioridad, ni la provincia, ni la Nación. Y ahora se repitió la misma inacción oficial. El inicio de los incendios puede haber sido casual o por alguna quema de pastizales, pero lo que transformó los incendios iniciales en una catástrofe ambiental, fue la falta de acción del gobierno. No solo la prevención, que falta. Sino que faltó la acción una vez que comenzaron los incendios. Delito de omisión
Se habla de la posible comisión del delito de estrago por la acción culposa de particulares que hayan iniciado quema de pastizales, pero no hay duda de que existe comisión del delito de estrago por omisión culposa en la falta de acción que correspondía realizar al gobierno y sus funcionarios. La particularidad de estos incendios es que a veces no se ve el fuego, porque lo que se quema es el suelo, la turba o resaca como le llamamos, ese producto que se genera por la acumulación de varios períodos de los pajonales y que cuando se lo extrae, se lo muele y se usa como abono. La secretaria de Medio Ambiente, Piccolotti, no sabe ni lo que se quema, porque no se queman solo los pastos sino que por la intensa sequía se está quemando el suelo. Hay lugares donde se ve directamente la arena y por eso la intensidad del humo. Desgraciadamente, las cosas se conocen si afectan a la ciudad de Buenos Aires. Incendio y
negocios
En el Delta del Paraná los incendios son habituales. Ya en libros de 1911 (Primeros habitantes del Delta, de Juan J. Torres) se habla de los incendios que se ven desde Buenos Aires a donde llega el humo cuando el viento lo impulsa. También lo relata Liborio Justo en su libro Río Abajo, de 1951. Quienes hemos apagado fuegos en la región sabemos cómo se hace. Se debe hablar de prevención, en primer lugar, y de elementos livianos y trasladables en segundo lugar. Detectado el foco, se lo debe atacar inmediatamente, porque cuando se expande, hasta que no llueve no se controla. Pero esto no es negocio. Por eso nuestras autoridades políticas nacionales y de las provincias de Buenos Aires y Entre Ríos hablan de helicópteros, aviones hidrantes y otros elementos costosísimos muy difíciles de utilizar en la zona. No les interesa controlar el fuego, les interesa el negocio y para eso tiene que haber gastos importantes. Justamente esto demuestra la irresponsabilidad del Estado que no previene, que no actúa en forma inmediata sobre los focos iniciales controlándolos. Es lo mismo que ha ocurrido con las inundaciones en otras zonas del país como en la ciudad de Santa Fe, en Salta, etc. Sin duda que las condiciones climáticas contribuyen, porque si fuera un período lluvioso no habría fuego. El año pasado las islas del Delta bonaerense y entrerriano sufrieron una inundación que provocó la muerte de decenas de miles de cabezas de ganado. Aún no ha llegado la ayuda miserable comprometida por el gobierno a todos los que serían beneficiarios según sus disposiciones. Los pequeños productores de ganado que presentaron las solicitudes de subsidio superando las trabas burocráticas e impositivas están esperando. Acaban de poner a disposición de la última lista de beneficiarios los fondos en el Banco Nación hasta la letra L ¡un año después de la catástrofe! Como si fuera poco, la presidente Cristina Kirchner, para quien la soja es un yuyo, con profunda ignorancia, ha expresado que con la quema se abonan los campos. La quema jamás puede abonar el campo, al contrario, elimina los productos orgánicos que alimentan a las plantas, señora. Es cierto que en ocasiones se practican quemas para eliminar pajonales y posibilitar el crecimiento de pastos tiernos, comúnmente para ganado, otras veces por simple limpieza. Pero eso, si el que lo hace no está loco, se hace al fin del invierno, agosto o septiembre, con la tierra húmeda, para que la quema sea superficial, ahí sí se quema el pajonal, y no la turba (equivalente al humus). Jamás sería racional quemar tras el verano, como ahora, y eliminar el poco pasto que queda, menos aún con la sequía que hay. Si algún habitante de la zona, productor o funcionario político (¿por qué no?) cometió ese crimen, que lo identifiquen y lo condenen, pero para eso deberían haber detectado el foco inicial, como propusieran entidades del Delta ante la llamada Ley de Fuego para Entre Ríos discutida en el 2005. Ese proyecto de ley no tenía ninguna medida concreta sobre cómo prevenir y atacar incendios, pero, casualmente, creaba un impuesto a la forestación para hacerlo. ¡Similares argumentos a los usados para justificar el alza de las retenciones a la soja! Esa parte sí era concreta y citaba con precisión los artículos de la ley impositiva y los mecanismos para percibirlo. Por eso fue rechazada, y como la fundamentación rayaba en lo ridículo, el senador oficialista Melchiori no pudo mantener su propuesta. Desde las instituciones locales teníamos interés en que se realice una ley que ayude contra los fuegos, pero luego de varias propuestas sobre cómo prevenir y atacar los incendios de islas, mediante vigilancia utilizando las avionetas de los aeroclub locales y sus pilotos, pequeñas motobombas de fácil traslado y otros elementos básicos, sencillos, económicos y con otras aplicaciones, la ley quedó en la nada. Una vez más como en la salud, como en la educación y tantas cosas, el Estado es el principal responsable, pero como el ladrón del cuento, grita: "al ladrón". Corresponsal
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From: Emilio Román
Sent: Saturday, April 26, 2008 11:27 PM
Subject: Retenciones: un impuesto regresivo y distorsivo ---
Incendios y responsabilidad del gobierno
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