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Wikileaks: Venezuelan ambassador Freddy Balzan emails 2005-2008
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- Subject: Evo seduce a los militares
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- Date: Mon, 4 Sep 2006 15:29:25 -0400
El mundo |
Lunes, 04
de Septiembre de 2006 EL
PRESIDENTE BOLIVIANO BUSCA SUMAR A LAS FF.
AA.
Evo seduce a los
militares
Desde el principio de su mandato,
Morales llamó a los militares a sumarse a su revolución indigenista. Un grupo
comando, antes dominado por Estados Unidos, fue clave en la nacionalización del
gas.
Por
Pablo Stefanoni Morales,
junto a miembros de las Fuerzas Armadas en la nacionalización de las reservas
forestales. Desde sus primeros
días en el palacio Quemado, Evo Morales se dedicó con perseverancia a una tarea
que para muchos –obnubilados por su discurso indigenista– pasó desapercibida:
tejer una alianza militar-campesina como base de apoyo a su gobierno, pensado a
sí mismo con una “revolución democrática y cultural”. La revisión de sus
últimos discursos deja en evidencia esta huella. “Todos juntos, los movimientos
sociales y las Fuerzas Armadas, debemos asumir la nueva tarea de dignificar
Bolivia, de defender a la patria, porque no habría razón de ser de una nación si
no tenemos Fuerzas Armadas, que son el alma para defender la unidad, la
integridad, la soberanía de nuestra patria”, dijo el 7 de agosto, día de las
Fuerzas Armadas en Sucre. “Quiero decirles al Alto Mando Militar y a las Fuerzas
Armadas que tengo mucha confianza en ustedes para garantizar este cambio en
democracia. En los pasados años se ha visto una enorme confrontación y siento
que se ha terminado para siempre”, sostuvo nuevamente una semana después, cuando
25 jóvenes indígenas y afrobolivianos –20 varones y 5 mujeres– fueron
beneficiados con el programa “Igualdad de oportunidades con enfoque de género”
para ingresar al Colegio Militar de Ejército Gualberto Villarroel, cosa que
hasta ahora les era impedido de facto. “Siento que en nuestro gobierno hemos
empezado a dignificar a las Fuerzas Armadas. Esos tiempos de las dictaduras ha
terminado, esos tiempos de confrontación de las Fuerzas Armadas con el pueblo
han terminado. Eran otros tiempos, en los que seguramente algunos gobiernos
usaron muy mal a las Fuerzas Armadas, quiero decirles a los oficiales de las
tres fuerzas que ustedes nunca han sido responsables de una confrontación
interna sino intereses externos, intereses ajenos, impuestos desde arriba,
importados desde afuera”, había apuntado Morales el 7 de
agosto. No es difícil
percibir en esta reiterativa invitación a los militares la voluntad del gobierno
del MAS de actualizar, en las condiciones del presente, la vieja alianza
popular-militar que constituyó la base social de todos los regímenes
nacionalistas en América latina. Y Bolivia no fue una excepción: la historia
comienza con el “socialismo militar” de la generación de la Guerra del Chaco
(1932-1935) –representado por David Toro y Germán Bush–, sigue con el
nacionalismo militar de Gualberto Villarroel –colgado de un farol de la plaza
Murillo por una suerte de Unión Democrática a la boliviana– y tiene un fugaz
coletazo a principios de los ’70 con la alianza obrero-militar de Juan José
Torres, que se expresó en la Asamblea Popular truncada tempranamente por el
golpe de estado fascistoide de Hugo Banzer Suárez. En el caso de Evo
Morales, fue con la nacionalización de los hidrocarburos que su romance con los
militares pasó al acto. En la vicepresidencia, un comando militar trabajó
herméticamente durante varios días, con mapas y computadoras, ajustando los
detalles del ingreso a los campos petroleros. Y el decreto del 1º de mayo y la
escenificación de la medida siguió la matriz de anteriores nacionalizaciones:
ocupación militar de las instalaciones petroleras. Este hecho marcó un
acercamiento institucional y personal entre el nuevo presidente y las Fuerzas
Armadas. Allí apareció en escena el grupo de elite F-10 –antes controlado por
Estados Unidos y hoy claramente del lado del nuevo gobierno nacionalista–, que
luego custodiarían a Evo Morales, Hugo Chávez y Carlos Lage durante su visita al
Chapare. Y los beneficios de este acercamiento son mutuos: al gobierno le
permitió dar un golpe de fuerza ante la comunidad nacional e internacional; y a
los militares, limpiar su imagen de represores del pueblo boliviano luego de las
masacres de los últimos años, especialmente la de octubre del 2003, con un saldo
de más de 60 muertos. El segundo momento en
esta incipiente relación fue el vibrante desfile indígena-militar del 6 de
agosto, para inaugurar la Asamblea Constituyente. El alto mando puso en marcha
su maquinaria para cooperar con el traslado de los campesinos desde las regiones
más remotas del país, además de un rápido curso de “paso de ganso” para estar
acorde con el evento histórico. “Estamos frente a la
versión actualizada, rebosada, de escenas repetidas hasta el cansancio durante
el gobierno del general Barrientos (1964-1969) y en los sucesivos regímenes
militares hasta finales de los ’70”, dice el analista Iván
Arias. “No es comparable.
Mientras el viejo pacto militar-campesino era liderado por militares populistas,
la actual alianza popular-militar parece su cara inversa: son los indígenas
quienes la hegemonizan; por otro lado, el famoso pacto militar-campesino del
general René Barrientos en 1964 fue en un momento de reflujo de la revolución
nacional del ‘52 y puso a los campesinos contra los sindicatos mineros. Hoy
estamos en un contexto muy diferente, de emergencia indígena y popular, autónoma
en torno de un nuevo proyecto de nación”, opina, a su turno, el periodista
Walter Chávez. Sin embargo,
subsisten varias dudas e interrogantes. ¿Se está consolidando efectivamente una
corriente nacionalista al interior de las FF.AA.? ¿Se impondrá esta corriente a
las tradicionales tendencias conservadoras y proestadounidenses? ¿Qué harán los
militares cruceños ante un posible agravamiento de la crisis con Santa Cruz?
Hasta ahora, las respuestas son pura especulación. Mientras tanto, en medio de
la pelea cada vez más dura en la Asamblea Constituyente, el país asiste a lo que
puede terminar en una polarización a la venezolana. |
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