DE SOLDADO AL GENDARME, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: DE SOLDADO AL GENDARME

LOS SOLDADOS Y LOS GENDARMES

 

                                                                 Jorge Gómez Barata

 

De todas las corporaciones sociales ninguna tiene un papel tan definido como las entidades militares, especialmente las tropas, cuyo cometido es la defensa de la Nación.

En términos doctrinarios, la actividad militar se rige por preceptos, que tienden a apartar a los soldados y oficiales con asuntos de seguridad interna y a lidiar con civiles. Nada es más ajeno a la profesión militar que las tareas policíacas.

A los soldados se les prepara esencialmente para la guerra frente a enemigos externos, mediante rudos entrenamientos que se aproximan lo más posible a los peligros y  privaciones de la vida en campaña y a los riesgos de los combates, que presumiblemente han de librar.

A los militares no se les inculca la compasión frente al enemigo y toda su preparación profesional, técnica e ideológica cultiva en ellos la valentía, la audacia y la obediencia, puestas en función de un sentido del deber que no admite dudas, vacilaciones, ni discusiones. Para ser eficaces, los militares han de deponer incluso el instinto de conservación y estar dispuestos a ofrendar la vida.   

Cuando marchan a cumplir misiones, los combatientes van en completa disposición para enfrentar enemigos, a los cuales es preciso vencer e incluso aniquilar. La sociedad que no espera otra cosa, les reclama firmeza y heroísmo, sin importar los riesgos y sacrificios que han de correr. Al regreso, los caídos reciben respetuosos homenajes y los sobrevivientes son festejados con entusiasmo tanto mayor, mientras más rotunda fue su victoria y más quebranto causaron al enemigo.

Cuando actúan en sus formaciones, bajo las órdenes de sus jefes y en el cumplimiento de su deber, la acción de los militares está protegida por las leyes y jamás se les pide cuenta por, en actos de servicio, causar daño físico e incluso, exterminar a sus enemigos.

Para afianzar la disciplina, enriquecer la tradición y preservar el honor militar, se evita encomendar a los soldados y oficiales, tareas que los aparten de sus cometidos esenciales, incluso en muchos países no se les permite participar en actividades políticas, para preservarlos de influencias ajenas al cometido de su profesión y de su vocación de servicio.

Aunque semejantes ideales no se han conseguido nunca, se aproximan más los países desarrollados en los que existen instituciones civiles suficientemente desarrolladas y los mandos militares no suelen mezclarse directamente en actividades políticas.

Lo más importante es reconocer que por su psicología, por la naturaleza de sus misiones, el carácter de su entrenamiento e incluso por su equipamiento, las fuerzas militares no son idóneas para cumplir actividades en las cuales, en lugar de enemigos, enfrentarán a civiles inocentes que no intentan hacerles daños a ellos, ni a su país y por supuesto, no están en condiciones ni desean combatir.

Colocar a los integrantes de la Guardia Nacional de los Estados Unidos, recién llegados de los escenarios de combate de Irak, donde han sobrevivido a fieros combates, ante la responsabilidad de perseguir y reprimir a los trabajadores que intentan cruzar las fronteras, puede ser un error de enormes proporciones.

No se trata de que los integrantes de esas fuerzas sean personas de instintos criminales o que sientan un especial apego por los procedimientos expeditos, sino de que han sido entrenados para la guerra y asumen su misión con un sentido de la supervivencia, que los hace letales.

A la Guardia Nacional norteamericana, primera reserva del Ejército de los Estados Unidos, se la educa en los preceptos de la disciplina militar, se la entrena y se la prepara psicológicamente para enfrentar enemigos y combatir en situaciones extremas.

Encomendarles la custodia de una frontera, en la que nunca enfrentaran a enemigos armados ni entrenados, sino a trabajadores y empobrecidos campesinos, no parece una buena idea.

Esa es la razón por la que importantes sectores sociales, congresistas, gobernadores, ex jefes militares y expertos, advierten de la gravedad de las decisiones adoptadas, que convierten a la frontera con México en un virtual teatro de operaciones militares.