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- Subject: El primer golpe de Estado contra Evo Morales está previsto para este miércoles, 11 de octubre
- From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
- Date: Mon, 9 Oct 2006 17:58:48 -0400
- Cc: "colvecu" <colvecu@pa.co.cu>
El primer golpe de Estado contra
Evo Morales está previsto para este miércoles, 11 de
octubre
Heinz
Dieterich
Rebelión. www.rebelion.org
Fuentes confiables del alto gobierno
boliviano, que pidieron el anonimato, revelaron que el primer intento de golpe
de Estado contra Evo Morales está planeado para este miércoles, 11 de octubre.
El uso de francotiradores en la matanza de Huanuni, que causaron siete muertos,
indica la participación de los golpistas en los disturbios mineros. Militares
chilenos estarían involucrados en la conspiración.
1. Buscando Generales
matones
Hace algunas semanas, oficiales de la
policía boliviana se acercaron a generales de las Fuerzas Armadas de Bolivia
(FAB), investigando su disposición para dar un golpe de Estado conjunto. Tal
como sucedió en el caso chileno con el General constitucionalista René
Schneider, y en Venezuela con el General Raúl Baduel, también en Bolivia uno de
los militares claves para el éxito de la asonada, se negó a participar e informó
al Presidente. Ahora siguen los preparativos sin él. Y siguen los anuncios en la
radio que elogian al “ejército patriótico que mató al Che Guevara y la
subversión”.
Los militares nunca dan un golpe de
Estado en el aire, me dijo hace siete años el amigo, General Alberto Mueller
Rojas, hoy día, miembro del Estado Mayor Presidencial de Hugo Chávez. Es esta
lógica que se observa desarrollar actualmente en Bolivia. Todo un bloque
conspirativo compuesto por diferentes fuerzas sociales y estatales trabaja
aceleradamente para acabar con el Presidente Evo
Morales.
2. La conspiración
institucional
Los prefectos (gobernadores) de los
Estados energéticos y separatistas Beni, Pando, Santa Cruz de la Sierra y
Tarija, promueven la conformación de los llamados “Comités Civiles”, que son las
cabezas de lanza de la subversión política visible. Tanto los prefectos como los
comités cívicos han entrado en franca rebelión contra el gobierno constitucional
de Evo Morales, al declarar que “no acatarán la Constitución Política del Estado
emergente de la Asamblea Constituyente, en caso de que esta no sea aprobada en
todos sus artículos por los dos tercios de votos” de los constituyentes.
Advierten avanzar en las “autonomías departamentales”, si no se cumple esa
condición suya.
Cuentan, por supuesto, con el apoyo de
la Corte Suprema de Justicia de la Nación ---tan reaccionaria y corrupta como
sus demás homólogos burgueses en el mundo--- que le proporciona a la
insubordinación la apología del delito.
Ante la reciente declaración de la
Asamblea Constituyente de considerarse “originaria, plenipotenciaria y
funcional”, es decir, no restringida en su construcción del nuevo Estado por la
normatividad existente, los magistrados sostienen la posición de los prefectos
facciosos. Dictaminan que según el derecho constitucional el poder de la
Asamblea Constituyente no es “originario-fundacional” sino “derivado-reformador”
y, por lo tanto, subordinado a la legislación vigente que exige los dos tercios
de los votos.
3. La conspiración social
Los comités civiles cuentan con el
financiamiento de sectores empresariales y la colaboración de altos oficiales de
la policía, por ejemplo, coroneles. Sus actos son inflados y promulgados por los
medios de comunicación privada, muchas veces con los patrones de la propaganda
fascista que se usan en Venezuela contra el gobierno de Hugo Chávez. Algunos de
los más importantes medios están en manos de magnates capitalistas con fuertes
inversiones agrícolas en las provincias separatistas y que temen la reforma
agrícola del gobierno.
En lo social, las asociaciones de
padres de familia ---por lo general reaccionarias y controladas por la Iglesia
en América Latina--- en alianza con sectores del magisterio y los colegios y
universidades privadas promueven paros, bloqueos y manifestaciones contra el
gobierno. Sectores energéticos tratan de generar escasez de diesel y gasolina, a
fin de producir malestar entre la población.
4. El modelo de
Chile
Al igual que en Chile, los
transportistas tienen la función de quebrar la economía y la paz pública con un
paro nacional, convocado para el miércoles de la próxima semana, con la
intención de hacer confluir todos los sectores anti-gubernamentales en un gran
frente desestabilizador.
Refiriéndose explícitamente al paro
subversivo de los transportistas chilenos contra Salvador Allende (1972),
financiado por la CIA estadounidense, Evo Morales calificó hace tres días al
paro boliviano como un paro “ideológico”: “Es la lucha del poder”, dijo el líder
popular y dejó claro lo que está en juego: “o los grupos gamonales (elite, H.D.)
, o los movimientos populares”.
Tiene toda la razón Evo, como revelan
los documentos del Church Committee (1976) y las recientes memorias del líder
militar de la organización fascista chilena “Patria y Libertad”, Roberto Thieme,
sobre su colaboración subversiva con la Marina de Guerra y los transportistas
chilenos en la destrucción del gobierno de la Unidad
Popular.
5. El costo político de Huanuni
Aprovechando el enfrentamiento armado
entre cooperativistas y asalariados mineros en Huanuni, Departamento de Potosí,
que ha dejado alrededor de quince muertos y más de cien heridos, la Central
Obrera Boliviana (COB) y la Central Obrera Regional (COR) de El Alto, se
desplazan peligrosamente hacia este frente desestabilizador y antagónico al
gobierno, mientras la Federación Nacional de Cooperativistas Mineros (Fencomin)
rompió su alianza política con el Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de
gobierno.
El conflicto de Huanuni es de origen
económico. Se produjo por el intento de unos cuatro mil cooperativistas mineros
de la Fencomin, clientela del Ministro de Minería Walter Villarroel, de quedarse
con la explotación de la más rica mina de estaño de Bolivia, Posokoni,
expulsando de manera violenta a unos mil mineros asalariados de la empresa
estatal COMIBOL.
La Fencomin es una organización
pequeñoburguesa depredadora que bajo los débiles gobiernos de Carlos Mesa y
Rodríguez Veltzé se convirtió en un poder económico y político expansionista y
antiético. Ya en mayo y junio del 2004, tomó las minas de Caracoles y Colquiri,
desalojando por la fuerza a los mineros estatales y sus
familias.
El gobierno de Evo fue sorprendido por
la violencia en Hunani. Y ante la disyuntiva de matar a mineros con las Fuerzas
Armadas, por una parte, o de ser acusado de “negligencia” y “ausencia del
Estado”, por otra, pasaron alrededor de 30 horas de respuesta energética, que se
convirtieron en una bonanza propagandística y política para la derecha. Esta
aprovechó al máximo su hegemonía en los medios de comunicación y, muy semejante
a la manipulación mediática durante los días del coup d´etat en Venezuela
(2002), ha golpeado incesantemente al gobierno.
6. La Falange internacional
En Bolivia se sigue minuciosamente el
manual de la subversión estadounidense. La máquina facciosa es lubricada con
dinero, patrones propagandísticos y programación política-paramilitar por el
imperialismo estadounidense que después del 11 de septiembre, 2001 puso a Evo
Morales en la lista negra que usan las fuerzas de seguridad de Estados Unidos
para rastrear a “terroristas”.
Los cómplices de la Unión Europea y
las transnacionales energéticas complementan la falange subversiva. “BP-Tony”,
Primer Ministro británico y agente político de la British Petroleum, ha
instigado a las empresas energéticas del Reino Unido que no inviertan en el gas
de Bolivia.
Lo que Tony Blair hace en lo oscurito
de Downing Street 10, la transnacional brasileña-internacional, Petrobrás, lo
hace con obscena transparencia. Administrada, de hecho, por los banqueros de
Wall Street y la City en Londres, ha desplegado una actitud depredadora y
neocolonial frente a Bolivia y los demás países latinoamericanos, que hace
palidecer el comportamiento de algunas otras transnacionales occidentales. A
semejanza de la Repsol, y antes PdVSA, es esencialmente una fachada para la
penetración de la petrocracia y el capital financiero anglo-estadounidense, con
una despiadada política neocolonial, que requiere urgentemente la organización
de un boicot de todos sus productos en toda América Latina, para quebrar su
parasitaria tecnocracia chovinista-imperial y, también, para fortalecer a
Lula.
La desaparición forzada de Jorge Julio
López en Argentina evidencia de nuevo una ominosa verdad, que la opinión pública
latinoamericana no quiere escuchar y, mucho menos, reconocer: que el poder de
las oligarquías criollas sigue intacto en toda Sudamérica. Y que, como escribí
en un artículo anterior, no ha sido tocado ni será tocado seriamente por los
gobiernos desarrollistas de la región.
Parte esencial de este poder son los
militares y las redes continentales del terrorismo de Estado de Washington, que
en muchos casos son las de la “Operación Condor”. El reciente intento de
asesinato del Presidente Chávez en el Zulia, en el cual el sicario logró escapar
a Colombia, al igual que la participación de militares chilenos en reuniones de
los conspiradores bolivianos, evidencia este escenario.
Chile tiene, por supuesto, un vital
interés en mantener el suministro del gas boliviano a precios bajos, interés
contra el cual atenta, como en el caso de Petrobrás y Repsol, la política de Evo
de recuperar las condiciones de comercialización de los hidrocarburos
nacionales.
7. Abortar el golpe de
Estado
Todos quieren remover al “indio” Evo
que perturba los negocios, al igual que al “negro” Chávez en Venezuela. Para
Chávez, después del golpe militar fracasado, el medio de “remoción” seleccionado
es el veneno o el accidente. En Bolivia, los gamonales y sus padrinos imperiales
coinciden en que un golpe militar podría ser el medio adecuado. Solo que un
golpe militar, como dice el amigo Mueller Rojas, no se puede dar en el “vacío”.
Lo que vemos en Bolivia es el intento de la derecha mundial, de llenar este
vacío.
Pero, el golpe militar es como el
asalto bancario: solo tiene exitoso si conserva el momento de la sorpresa. Este
momento lo han perdido los subversivos bolivianos. Es un deber ético divulgar su
proyecto golpista de la manera más amplia posible, para
abortarlo.
Hoy, más que nunca, la Revolución
boliviana necesita nuestra solidaridad mundial.
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