LA
EMIGRACIÓN DE CUBANOS
A EEUU
Por
Manuel E.
Yepe
Entre
las amenazas que de manera sistemática hace pender sobre los cubanos el gobierno
de los Estados Unidos de América ha estado la de que recurrirá a las armas en
caso de producirse una crisis migratoria que lleve a grandes cantidades de
cubanos, de manera incontrolable, a los Estados Unidos.
Washington
impone barreras legales a las personas obligadas a emigrar a causa de la
situación económica que el intercambio desigual provoca en sus países de
origen pero, en el caso muy excepcional de Cuba, desde que hace cuarenta y ocho
años triunfó la revolución que condujo a la implementación del primer proyecto
de desarrollo socialista en el continente, Estados Unidos promueve la migración
de cubanos hacia su territorio y le atribuye motivaciones políticas a ese flujo
para utilizarlo como parte de su campaña hostil contra la Isla.
Esta
campaña, que dibuja la imagen de un país demoníaco cuyos ciudadanos huyen a
Estados Unidos en busca de democracia y libertad, dispone de recursos que fueron
muy incrementados al concluir la Guerra Fría, porque la
circunstancia propició la concentración en ella de caudales multimillonarios
aportados por los contribuyentes de ese país que antes se dedicaban a las
operaciones publicitarias contra la Unión Soviética y los países
del Pacto de Varsovia.
En
1959, el triunfo de la revolución cubana sacudió toda la estructura política,
económica y social del país. El primer grupo de emigrantes cubanos hacia Estados
Unidos estuvo integrado por los colaboradores más cercanos del tirano depuesto,
que huían de la justicia revolucionaria ante la que tendrían que responder por
sus crímenes y desmanes que costaron la vida de unos 20 mil cubanos. Eran,
básicamente, altos oficiales y agentes de policía envueltos en eventos de
torturas, desapariciones y asesinatos de prisioneros políticos, así como
oficiales de las fuerzas armadas que habían cometido u ordenado crímenes contra
la población campesina durante los enfrentamientos con los destacamentos
guerrilleros del ejército rebelde. También había políticos corruptos,
malversadores que huían con los millones robados del erario.
Les
siguieron, a lo largo de los primeros seis años de la revolución,
fundamentalmente, magnates de diferentes esferas de la sociedad cubana que, por
propia voluntad, decidieron abandonar el país al ser sus intereses afectados por
las leyes de justicia social, como las de reforma agraria, reforma urbana y
nacionalización de empresas extranjeras.
Se
unieron a estos grupos sociales un elevado número de profesionales de diversos
sectores, captados por sus antiguos patrones emigrantes, o seducidos por
campañas y argucias
encaminadas a
dejar al naciente proyecto revolucionario sin los médicos, profesores,
ingenieros, artistas y otros intelectuales necesarios para ejecutar los
programas de desarrollo social y económico, para así restarle apoyo popular al
proceso.
Este
período inicial, que los científicos sociales identifican como la primera oleada
de la emigración cubana, se extiende hasta 1965 cuando, frente a las acciones
destinadas a promover la emigración desordenada con fines publicitarios, el
gobierno cubano autorizó la salida de personas -sin requisitos de ningún tipo-
por el puerto de Camarioca, a unos 120 kilómetros al este de La
Habana , lo que provocó el incontrolado arribo de inmigrantes indocumentados a
Estados Unidos y llevó al gobierno de ese país a la mesa de negociaciones sobre
el tema migratorio con Cuba, por vez primera.
Nuevamente,
en 1980, el gobierno cubano se vio obligado a responder a la manipulación que
venía haciendo el gobierno de los Estados Unidos con el tema migratorio, a raíz
de la muerte de un custodio, como resultado de un intento de penetración por la
fuerza en una sede diplomática en La Habana por un grupo de personas estimuladas
por la política de acoger como héroes a los autores de acciones violentas para
emigrar a Estados Unidos.
El
Gobierno de Cuba, una vez más, autorizó la salida irrestricta de personas
por el puerto del Mariel, al oeste de La Habana.
En
el período que va de Camarioca a Mariel, las motivaciones para emigrar eran ya
fundamentalmente de carácter económico, determinadas por las penurias materiales
impuestas por el bloqueo económico y comercial, aunque invariablemente la prensa
corporativa mundial identificaba como exiliados políticos, disidentes, evadidos
del comunismo o luchadores por la libertad y la democracia, a cada uno de los
emigrantes cubanos llegados a los Estados Unidos.
En
1994 se registró la más reciente oleada masiva de emigrantes cubanos. Esta
migración, conocida como la crisis de los balseros, se caracterizó por que miles
de cubanos se hicieron a la mar, con cualquier tipo de embarcación capaz de
conducirlos a Estados Unidos, al ser autorizada por el gobierno cubano la
emigración sin requisitos como respuesta a la persistencia de la política
estadounidense de promover con fines publicitarios las salidas ilegales de
cubanos al tiempo que les obstaculizaba la inmigración legal en aquel país.
La
crisis de los balseros tuvo lugar en las condiciones del llamado "período
especial" o "crisis de los 90", determinadas por los graves efectos en la
economía y en el nivel de vida de los cubanos de la desaparición de las Unión
Soviética y el sistema de los países socialistas de Europa, que redujo
abruptamente. los mercados externos para la exportaciones cubanas y las fuentes
de suministro de mercancías del país. Tuvo por tanto también esta ola migratoria
una base de motivación puramente económica, dadas las dificultades que sufría la
población por aquellos días.
Nuevos
acuerdos migratorios cubano-estadounidenses fueron suscritos en agosto de 1994
entre ambos gobiernos a raíz de esa crisis migratoria. Por ellos, Estados Unidos
se obligó a devolver a Cuba a todo cubano interceptado en alta mar por sus
autoridades, con el objetivo de disuadir a quienes consideraran emigrar
ilegalmente por mar.
Pero
este propósito fue pronto violado por la doble moral e hipocresía que Washington
aplica al caso cubano.
En
tanto niega las visas, estimula a los frustrados solicitantes a lanzarse a
la travesía en balsa, con riesgo para sus vidas, al aplicar a los nuevos
migrantes ilegales los términos de La Ley de Ajuste Cubano (Cuban Adjustment
Act) dictada en noviembre de 1966 para ajustar el status de los que ya estaban
en Estados Unidos. Complementada con la política de "pies secos, pies mojados",
la Ley de Ajuste Cubano convirtió en un juego macabro -una especie de "ruleta
rusa" con fines
propagandísticos- la forma de definir quienes se podían acoger y quienes no al
privilegio de recibir residencia permanente en el país.
La campaña
difamatoria contra Cuba atribuye cada acción migratoria de cubanos hacia el país
del Norte a un rechazo del sistema socialista u otras motivaciones
políticas. Pero las frías cifras oficiales reconocen que el número de emigrantes
cubanos con relación al total de habitantes de Cuba es comparativamente inferior
al de la mayor parte de sus vecinos, con realidades políticas diferentes y sin
bloqueo económico. Entre 1995 y el 2004 arribaron a Estados Unidos o fueron
apresados en el mar, 44,545 dominicanos, 31,058 haitianos y 19,845 cubanos, pese
al trato preferencial dispensado a estos últimos y la gran diferencia
poblacional entre los dos primeros países y Cuba.
Cada año son
muchos los latinoamericanos que intentan cruzar la frontera de
3,200
kilómetros o el Estrecho de la Florida que los separa de
Estados Unidos. Algunos lo logran, otros dejan la vida en el intento y muchos
terminan detenidos.
Es como si
fueran a pedir cuentas a la superpotencia mundial por el secular
despojo.
*Manuel
E. Yepe Menéndez
es
abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto
Superior de Relaciones Internacionales de La
Habana.
Julio de
2007.