Un terrorista es un terrorista es un
terrorista
SERGIO MUÑOZ BATA
Aún admitiendo que el sistema judicial
estadounidense no puede enjuiciarle por tres de los innumerables actos de
terrorismo de los que se le acusa, el historial de horrores probados y por
comprobar del terrorista Luis Posada Carriles hace que su reciente liberación
bajo fianza de una cárcel de Nuevo México sea injustificable e
imperdonable.
Es cierto. No se le puede juzgar en una
corte estadounidense por su participación en el atentado terrorista de 1976 en
el que murieron las 73 personas que viajaban de Caracas a La Habana en un
avión de Cubana de Aviación; tampoco se le puede juzgar por su admitida
participación en 1997 en el atentado con bomba en un hotel de La Habana en el
que murió un turista italiano o por su intento de asesinar a Fidel Castro
durante un acto público en la ciudad de Panamá en el año
2000.
Ninguno de estos tres actos terroristas
ocurrió en territorio americano y ninguna de las víctimas era
estadounidense.
Más improbable aún sería que se le
persiguiera por su participación en la invasión a Bahía de Cochinos de 1961,
por el sinnúmero de intentos de asesinato a Castro o por su colaboración
entrenando a la Contra nicaragüense. En todos estos casos, el patrón de Posada
era la Agencia Central de Inteligencia.
De hecho, Peter Kornblush, el tenaz jefe
de investigaciones de los Archivos de Seguridad Nacional, en la Universidad
George Washington, ha declarado públicamente que la razón por la cual la
administración de Bush se niega a declararlo terrorista es por temor a que en
su defensa Carriles argumente que sus actos terroristas fueron ordenados por o
en colaboración con la CIA.
También obra a favor de la impunidad de
Posada la actual coyuntura política. En vísperas de una elección presidencial,
después del revés que sufriera el Partido Republicano en las elecciones
intermedias y con la popularidad del Presidente en caída libre, Bush no va a
arriesgarse a perder el voto cubanoamericano en la Florida, extraditándolo a
Venezuela o a Cuba.
Otro factor que ha contribuido a la
libertad de Posada es la imposibilidad de encontrar un país amigo dispuesto a
recibir al terrorista con los brazos abiertos.
Esto, sin embargo, no significa que a la
administración de Bush se le han agotado las opciones para disponer de su
basura y, sobre todo, para empezar a reestablecer como principio rector de la
lucha contra el terrorismo un solo estándar para tratar a los
terroristas.
Para mantenerlo en la cárcel por tiempo
indefinido, el Departamento de Estado podría argumentar ante la corte que
Posada representa una amenaza a la estabilidad de las relaciones
internacionales de EEUU.
También podrían aplicarle el Acta Patriota
que esta administración ha utilizado para mantener a 385 sospechosos de ser
terroristas en la prisión de Guantánamo sin ofrecerles garantías de ningún
tipo ni el llamado ``proceso debido''.
El expediente de Posada justificaría
plenamente su traslado a Guantánamo pues el Departamento de Justicia lo ha
caracterizado como el ''confeso autor intelectual de planes y ataques
terroristas que jamás ha mostrado arrepentimiento'', acusándolo de ser un
peligro para la comunidad y destacando el riesgo de que intente darse a la
fuga.
La imagen de Estados Unidos en el mundo ha
sufrido un marcado deterioro en años recientes, sobre todo por su
intervencionismo militarista y su desapego a las normas y reglas
internacionales. Los abusos perpetrados en las cárceles de Abu Ghraib y
Guantánamo han puesto en entredicho la política de respeto a los derechos
humanos de Estados Unidos.
Empecinarse en salvar de la prisión a un
terrorista incorregible no haría sino confirmar las acusaciones de hipocresía
lanzadas contra el gobierno estadounidense por aplicar un doble estándar en la
lucha contra el
terrorismo.