Cuba, Miami y “El
Explote”… o la culpa la tiene el agua;
un artículo de Manuel David
Orrio
inSurGente.- “(...)La razón fundamental por la
cual el tribunal de apelaciones de Atlanta anuló las condenas contra los cinco
cubanos y ordenó un nuevo juicio, fue que no se concedió a la defensa la
petición de juzgarles en sitio distinto a Miami, ciudad donde el conflicto de
interés general respecto al tema criollo ni siquiera se discute, y donde
prácticamente toda su prensa arremetió contra los acusados, a la vanguardia las
plumas de esos periodistas que estuvieron aceptando pagos del Gobierno de los
Estados Unidos de América. (...) Entonces, rompecabezas armado: Buró Federal de
Investigaciones instruye y captura, Fiscalía acusa, jurado supuestamente
imparcial declara culpabilidad y juez condena, todo bien orquestado mediante las
columnas de periodistas influyentes en la opinión pública, quienes por debajo de
la mesa están recibiendo dinero del perseguidor, en abierta contradicción con la
ética de la profesión que dicen honrar (...) Pablo Alfonso: 175 mil
dólares cobrados al Tío Sam...(...)”
Cuba, Miami y “El Explote”… o la culpa la tiene el
agua
Por Manuel David
Orrio
La Habana, octubre 7.- Por
los tiempos en que colaboraba con la emisora gubernamental
norteamericana Radio Martí, más de una vez una productora de la misma
dialogó conmigo sobre algunos disparates políticos miamenses respecto a
Cuba. “La culpa la tiene el agua de Miami”, acostumbraba a decir
para burlarse de la irracionalidad de posiciones como la intolerancia
respecto al retorno a la Isla del niño Elián González, y para nada me asombraría
si hoy me entero que así comenta a sotto voce el escándalo de prensa originado
al conocerse que un número de periodistas de medios de propiedad privada
de esa ciudad recibía pagos del Gobierno de los Estados Unidos de América, lo
cual no menos irónicamente denominé “El Explote”.
Dicha colaboración con
una emisora oficialmente destinada a promover el cambio del régimen político
vigente en mi país -- y por lo tanto una ingerencia desde el punto de
vista del Derecho Internacional-- no se produjo por amor al arte. Formó parte de
la compleja urdimbre donde me tocó actuar durante 11 años como oficial
encubierto de la Seguridad del Estado de Cuba, bajo la fachada de
uno de los denominados periodistas “independientes” cubanos, como bien se
conoce agentes remunerados de Washington.
Agentes pagados,
quede claro, a tenor de legislaciones mundialmente condenadas como
la ley
Helms-Burton, así como mediante procedimientos
financieros que como bien saben los servicios especiales yankees, Manuel David
Orrio contribuyó a implementar. ¡Ay, colegas de los “aparatos”!: sabemos que en
la jerga del oficio éso se llama “documentación de caso”.
Uno de
los tabúes sagrados para la
Radio Martí donde tanto mi voz se escuchó, fue el de la
negativa rotunda a pagar a los denominados independientes por sus
colaboraciones, precisamente para no dar al gobierno cubano la oportunidad de
acusarles de incurrir en conflicto de interés, por RECIBIR DINERO de
su homólogo estadounidense… a través de la estación de radio. Podía pasar
que a exclusivo título personal algunos de sus empleados enviaran
regalos a éste o aquel. Pero institucionalmente, hasta donde supe, la emisora se
atuvo como norma al consenso general de la prensa norteamericana, según el
cual la independencia de un periodista pasa por no aceptar pagos
gubernamentales, ni regalos, ni favores, ni trato preferencial alguno.
Valga una aclaración: Radio Martí NO PAGÓ; los “independientes” hubieran
cobrado muy gustosamente, lo cual consta tanto en los archivos de “mi” servicio
especial, como en los de los norteamericanos, porque en julio del
2000 entregué a Lawrence (Larry) Corwin, entonces Segundo Secretario de
Prensa de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, los
correspondientes documentos y grabaciones que así lo avalan. Por aquellos días,
dicho sea de paso, llovieron sobre mí sospechas de agentura “segurosa”,
precisamente por organizar la reunión donde los autonombrados reporteros
libres demandaron a voz en cuello que la emisora les pagara, y el oficial
encubierto se quitó esas suspicacias de encima mediante la entrega de las
evidencias; no las únicas, por supuesto. Tenemos pruebas, colegas de “las
familias espías”: ¡todos tenemos pruebas!
Generales, particulares y dobles
morales
Decenas, quizás cientos o miles de
códigos de ética periodística vigentes en la nación del Potomac, son
categóricos respecto a considerar grave conflicto de interés la aceptación
de pagos gubernamentales por un periodista contratado por un medio de
prensa de propiedad privada, e incluso promueve esa deontología el curso
de periodismo que la Universidad Internacional de La Florida diseñó
para esos llamados independientes, por cierto bajo los auspicios financieros de
dos administraciones norteamericanas.
O se trabaja para un medio
privado, o se trabaja para el gobierno. La prensa estadounidense, muy sensible
respecto a ello, anota como su refrán preferido que “La mujer del César no
sólo debe serlo, sino además aparentarlo”. No exagero: así lo dice el texto de
ética del curso aquí mencionado, el cual a su vez se funda sobre libros y
manuales de periodismo, debidos al talento y experiencia de notables autores de
ese país como H. Eugene Godwin, para sólo nombrar uno. Asimismo, las excepciones
a la regla requieren de un permiso por escrito del editor del medio,
y es poco usual concederlo.
A tenor de esos presupuestos, comenté
en mi anterior Cuba, Miami y “El Explote” la decisión de The Miami Herald de
despedir a 3 de sus más connotados periodistas vinculados al tema criollo, tras
conocerse que 11 reporteros o comentaristas que publican en esa ciudad
habían recibido pagos de Radio y TV Martí, lo cual compromete seriamente la
credibilidad de los medios de prensa de propiedad privada que de una forma
u otra aparecen vinculados al escándalo, sobre cuyo carácter de exactamente
escándalo no cabe la menor duda.
Por supuesto, un crítico del
sistema de prensa cubano inmediatamente ripostará que en Cuba los medios se
encuentran subordinados al gobierno y que desde la Isla no existiría autoridad
moral para abordar serenamente las aristas deontológicas de cuanto ocurre sobre
el particular miamense. Nada más falso, si se parte de este sencillo principio:
se trata de prensas distintas y por lo tanto con reglas morales distintas,
aunque ambas defienden principios generales a la profesión
periodística y, por ende, sus sistemas éticos tienen lo que en matemáticas se
denomina un conjunto- intersección.
Por ello, opino que el punto de
partida no sería sacralizar o demonizar al uno o al otro, sino preguntarse hasta
cuánto el respectivo sistema demuestra su capacidad o efectividad para honrar la
moral asumida y proclamada. Me atrevo a debatir serenamente sobre la ética de la
prensa a la cual pertenezco, quede claro, como debe quedar claro que mucho tengo
para criticarle y así lo he hecho desde las páginas de diarios digitales como
InSurgente o Rebelión. Me basta mencionar dos de mis artículos publicados por
esos medios: Cuba: retos discapacitados y Cuba: la prensa y un debate sobre
socialismos ¿reversibles?
Pero ahora, con todo el respeto merecido por
los polemistas, invito a concentrarse en si la prensa de Miami en particular y
la norteamericana en general, están demostrando capacidad deontológica para
enfrentar el problema ante el cual se encuentran, desde las reglas éticas
asumidas y proclamadas por ellas mismas. De inicio, véase no sólo cuanto está
aconteciendo, sino la doble moral presente en el tratamiento dado a los
denominados periodistas independientes por Radio- TV Martí, contrastado con su
actitud ante los de Miami. Ni un centavo para uno del interior de la Isla;
175 mil dólares para Pablo Alfonso, columnista de El Nuevo Herald, que tanto ha
escrito a favor de la libertad de sus llamados colegas presos en Cuba…por ser
demostrados agentes del Gobierno de los Estados Unidos de América,
sancionados por leyes incluso más leves que las vigentes en ese país para
idénticas conductas. Ni un desgraciado centavo para los héroes supuestos del
periodismo cubano y miles de dólares para ciertos señores apoltronados bien
lejos de los combates. Libertad de expresión: ¡cuántos crímenes se cometen en tu
nombre!
La
culpa, la culpa la tiene el agua…
Cuando la
dirección de The Miami Herald tomó la decisión de despedir a sus periodistas y
colaboradores involucrados en el escándalo, mi valoración fue la
siguiente:
“Discrepancias ideológicas aparte, resulta completamente
absurdo pensar que periodistas expertos como los involucrados en ‘El Explote’,
desconocieran las consecuencias que, de saberse, podría traerles el aceptar
pagos del gobierno a la hora de opinar sobre temas en los cuales se le considera
profundos conocedores. De idéntico modo, resulta completamente absurdo pensar
que semejantes violaciones a la ética del periodismo estadounidense fueran
desconocidas para muchos que desde diferentes instituciones velan real o
supuestamente por la tan proclamada objetividad de los medios de prensa de los
Estados Unidos…Por ello, tanto una, como la otra certeza, invitan a pensar que
en ‘El Explote’ hay gato encerrado. O la nueva gerencia de The Miami Herald ‘se
puso los pantalones’ en nombre de una prensa ética -- demostrado que a la larga
‘vende más’ – o ciertas calladas influencias han comenzado a operar en el
ambiente de ‘política municipal y espesa’ que caracteriza a la ciudad floridana.
La perra vida, la maestra vida, se ha encargado de probar en más de una ocasión
que cuando el interés de seguridad nacional estadounidense opera en
la dirección
Cuba, el anticastrismo barato de Miami se ve obligado a la
genuflexión ante el amo, gústele o no. Dice un lamentable refrán que a los
periodistas se les paga o se les pega. Pues bien, unos cuantos reporteros
corruptos pueden ser buenas cabezas de turco para hacer saber quién, siempre, ha
tenido la sartén por el mango. Sobre todo si el Servicio Geológico de los
Estados Unidos estima que Cuba dispone de entre 4 mil y 9 mil millones de
barriles de reservas petrolíferas en su zona marítima de explotación económica,
curiosamente tan cercana a las costas de La Florida.”
Desgraciadamente,
parece, olvidé tomar en consideración las extrañas influencias del agua de
Miami. Y hete aquí que, de la noche a la mañana, los periodistas
despedidos retornan a sus puestos, previa renuncia de Jesús Díaz Jr., el
director de The Miami Herald que rescindió sus contratos, quien en carta
publicada por El Nuevo Herald, subsidiario del diario miamense, explicó que
“Aunque todavía creo que la aceptación de estos pagos por parte de los nueve
periodistas fue un incumplimiento de reconocidos principios de ética
periodística, que violó la confianza de nuestros lectores, nuestra política que
prohíbe tal comportamiento pudo haber sido comunicada de una manera ambigua,
aplicada de una manera incongruente y mal interpretada por muchos años en la
redacción de El Nuevo Herald…Se ha determinado que, en justicia, debemos
extender una AMNISTÍA (subrayado por mí) a todos los involucrados e imponer
normas más estrictas y coherentes en el futuro. A los despedidos se les
permitirá regresar a El Nuevo Herald y los últimos seis empleados involucrados
en este penoso asunto no serán disciplinados (posteriormente aparecieron 6 más,
sumados a los 3 despedidos). No podrán aceptar dinero de Radio o TV Martí y su
Director General deberá aprobar cualquier aparición futura explícitamente por
escrito.”
Díaz, quien según parece no bebe aguas de Miami, fundamentó su
renuncia con estas palabras: “Mis 24 años de carrera profesional dentro y fuera
de la industria periodística siempre se han fundado en una visión clara de los
principios que me guían y de mantenerlos firmes en todo momento. Durante mi vida
he tenido la fortuna de estar en contacto con muchas personas que me han servido
de ejemplo y me han ayudado a crecer a nivel profesional y personal. He tratado
de servir en la misma capacidad a otros. Mi enfoque también ha sido el de lograr
crecimiento, y resultados financieros para las empresas. Al mismo tiempo he
considerado que a las personas hay que hacerlas responsables de sus actos y
tratarlas con justicia. Esto requiere de previsión, aceptación del cambio,
flexibilidad y, aun más importante, de trabajo en equipo…Lamento que los eventos
ocurridos durante las últimas tres semanas hayan creado un ambiente en el cual
ya no es posible para mí dirigir nuestros periódicos de la manera más
beneficiosa para nuestra compañía, para nuestros lectores, o para nuestra
comunidad. Por lo tanto, le avisé a nuestra empresa matriz de mi intención de
renunciar tan pronto mi reemplazo fuese encontrado…Se ha tomado la decisión de
nombrar a David Landsberg, nuestro Gerente General y alguien con el que me
siento orgulloso de haber trabajado como mi reemplazo en el puesto de Presidente
de The Miami Herald Media Company y como Editor del Miami Herald y de El Nuevo
Herald, cambio que se hace efectivo de manera INMEDIATA (subrayado por mí).
”
Curioso, asombrosamente curioso: los violadores AMNISTIADOS, NO
INOCENTES, en tanto al honesto se le aceptó la renuncia de manera INMEDIATA. Ni
soñar con amnistía para quien efectivamente la merece. Cierto es
que Díaz pudo haberse precipitado en tomar sus radicales y éticas decisiones.
Pero sus errores, supuestos o reales, son pecadillos veniales si se les compara
con el asalto que los periodistas de marras cometieron contra la
deontología del periodismo norteamericano. Mucho más, si se toma en
consideración un reporte de la emisora Radio-Miami, donde se afirma que no
“sólo cobraban cheques de Radio y TV Martí
los tres reporteros de El Nuevo
Herald, Wilfredo Cancio, Pablo Alfonso y Olga Connor
sino que además había otros seis mas de ese
diario en la lista, a lo que se agrega
otros 13 de diferentes medios, entre ellos,
Juan Manuel Cao y Miguel Cosío del
Canal 41 y Ninoska Pérez de Radio-Mambí
así como otros muchos reporteros que
laboran en el Diario Las Américas y las emisoras
Telemundo y Univisión…Pero ahí no para
la cosa porque según consta en los récords
oficiales del gobierno federal son 49 en total
los periodistas de distintos medios locales de
Miami que han venido recibiendo dinero de Radio
y TV Martí desde octubre del año 2001
hasta el pasado mes de agosto de este
año 2006…Según nos dicen, la lista de
los 49 periodistas que trabajan para medios
supuestamente independientes y que también reciben
dinero de Radio y TV Martí, la tiene en su
despacho el editor del Herald en
inglés Tom Fiedler pero hasta ahora
no se atreve a publicarla, quizás por
temor a las malas consecuencias que
eso le pueda traer…Conclusión: A quien hay
que investigar es a Radio y TV Martí
para saber si allí se cumple o se
viola la ley federal que prohíbe
terminantemente influir con propaganda oficial a
la opinión pública de los Estados
Unidos.”
¿Habrá en los Estados Unidos pantalones y vergüenza para
investigar esa denuncia sobre la presumible comisión de un delito
federal? ¿Permitirá la prensa norteamericana que un olor de alcantarillas
inunde las páginas de sus diarios?
Cubanos ergastulados vs. aguas de
Miami
Mientras un traguito de las aguas de
Miami AMNISTÍA a una banda de periodistas violadores de la ética periodística
norteamericana, defenestra elegantemente a un editor honesto y
parece “lanzar toalla” sobre lo que parece una familia mafiosa, a juzgar
por el reporte de Radio-Miami, el Pleno de la Corte Federal de
Atlanta echó por tierra el fallo de uno de sus tribunales, que anuló el juicio
realizado en Miami contra cinco oficiales de la Seguridad cubana infiltrados
en grupos anticastristas de probada vocación terrorista –Posada Carriles,
Posada Carriles-- y en virtud del cual fueron condenados a largas penas que
incluyen varias prisiones a perpetuidad, diz que por atentar contra la seguridad
nacional de los Estados Unidos, aunque el mundo se va poniendo en pie para
llamarles como realmente son: héroes antiterroristas, guerreros combatientes por
la seguridad nacional de la tierra que les vio nacer, agredida desde hace más de
40 años por sucesivas administraciones norteamericanas y hasta con un Papa bien
anticomunista como Juan Pablo II, quien no vaciló en calificar a esas
acciones estadounidenses como “éticamente inaceptables”.
Por si las
moscas y mosquitos, hiérvase el agua y hágase memoria. Primero que todo, el
Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria de Naciones Unidas, expresó
en carta al Gobierno de los Estados Unidos de América que “La privación de
libertad de los señores Antonio Guerrero Rodríguez, Fernando González
Llort, Gerardo
Hernández Nordelo, Ramón Labañino Salazar y René González
Sehwerert es arbitraria, está en contravención del artículo 14 de
la Convención
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y corresponde a
la categoría
III de las categorías aplicables, examinadas en los casos
presentados al Grupo de Trabajo”, así como solicitó de dicho gobierno remediar
la situación.
Segundo: la razón fundamental por la cual el tribunal de
apelaciones de Atlanta anuló las condenas contra los cinco cubanos y
ordenó un nuevo juicio, fue que no se concedió a la defensa la petición de
juzgarles en sitio distinto a Miami, ciudad donde el conflicto de interés
general respecto al tema criollo ni siquiera se discute, y donde
prácticamente toda su prensa arremetió contra los acusados, a la vanguardia las
plumas de esos periodistas que estuvieron aceptando pagos del Gobierno de los
Estados Unidos de América.
Entonces, rompecabezas armado: Buró Federal
de Investigaciones instruye y captura, Fiscalía acusa, jurado supuestamente
imparcial declara culpabilidad y juez condena, todo bien orquestado mediante las
columnas de periodistas influyentes en la opinión pública, quienes por debajo de
la mesa están recibiendo dinero del perseguidor, en abierta contradicción con la
ética de la profesión que dicen honrar, a tenor de los cánones propios de la
prensa norteamericana. De ahí la extrema importancia de CONTEXTUALIZAR la
arista deontológica, muy especialmente después que el Pleno de la Corte Federal de
Atlanta desestimó la anulación del proceso por uno de sus tribunales.
Pablo Alfonso: 175 mil dólares cobrados al Tío Sam. ¿Cuántos
artículos publicó sobre o contra los 5 cubanos? Pues si se hace una
búsqueda avanzada en Google, solicitando las palabras Pablo-Alfonso-espías --así
les llama él -- aparecen más de 50 mil resultados. Súmese, ahora, que Radio
Miami afirmó conocer de informes sobre la existencia de 49 periodistas que
publican en la ciudad floridana, todos al parecer infelices émulos del Sr.
Alfonso, al menos en lo tocante a emolumentos.
Quienes conocen mis
escritos publicados tras conocerse mi identidad como hombre que cumplió
misión para la Seguridad del Estado de Cuba, saben cuánto evado escribir
sobre mis 5 camaradas. No por falta de solidaridad con quienes públicamente he
llamado Mis Brothers, para seguir el lenguaje coloquial de las calles
habaneras, sino precisamente porque no me considero la persona indicada para
emprender su defensa como periodista, debido a ese problema ético que se
denomina conflicto de interés. No obstante, cada uno de los miles de
dólares cobrados por los periodistas miamenses involucrados en “El
Explote”, sí me hacen gritar a los 4 vientos un alerta, en nombre de la ética
profesional.
Ojo atento con el agua de Miami: es peligrosa.
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