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- Subject: El silencio de Dios
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- Date: Tue, 30 May 2006 10:27:40 -0400
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Martes 30 de mayo de
2006 Pedro Miguel
El silencio de Dios
Quién sabe si, como dijo Joseph
Ratzinger en Polonia, Dios permaneció en silencio cuando los nazis asesinaban a
millones de eslavos, judíos, comunistas, socialistas, liberales, homosexuales y
gitanos, entre otros. Sus designios, ya se sabe, son inescrutables: tal vez El
Altísimo quería poner en evidencia los límites de la maldad humana o la
inexistencia de ellos, o acaso se expresó, pero lo hizo por las bocas de los
cañones soviéticos e ingleses y por el trabajo de los grupos de la resistencia
antifascista, o puede ser que anduviera arreglando asuntos más importantes, que
los nazis lo pillaran distraído, que no haya estado on line en ese momento, o nunca. A fin de
cuentas, Su condición es un misterio inmarcesible hasta para quienes la
pregonan, empezando por el que este domingo abrió la boca en el centro de
exterminio. Podría ser también que las diversas caras de Dios -la inescrutable
del Jehová de los hebreos, el severo e implacable rostro del Señor de los
protestantes, el Dios Padre bonachón e indulgente de los católicos- no se
hubieran puesto de acuerdo sobre cómo reaccionar ante la carnicería.
Lo cierto es que el horror tuvo lugar
y que unos 50 o 60 millones de seres humanos -soviéticos, hebreos y alemanes,
principalmente- fueron exterminados por el Tercer Reich, por las guerras que
provocó y por el gatillo alegre de los Grandes de Yalta, quienes no consideraron
necesario proteger a la población civil del poder de sus bombas. Pero Dios
tampoco estuvo disponible (o sí lo estaba, pero pensó que así debía ser, o no le
importó, o quién sabe) cuando estadunidenses e ingleses achicharraron a los
habitantes de Dresde y a los de Hiroshima, o cuando los soviéticos permitieron
que los soldados alemanes despedazaran a los judíos insurgentes en Varsovia.
La proyección del nazismo en Europa y
Las acciones humanas, a diferencia de
las divinas, son susceptibles de comprensión racional. Y los que sí andaban por
ahí cuando los nazis secuestraban, apaleaban, despojaban, explotaban y
exterminaban a los hijos de David, y a muchos otros, eran Ratzinger y su
antecesor en el cargo, Pío XII. Ante el exterminio, el segundo guardó un
silencio muy próximo a Si no hay memoria personal tampoco
puede haber memoria histórica. Dijo el pontífice en su visita a Auschwitz: "Al
destruir a (el pueblo de) Israel, (los nazis) querían en última instancia
destrozar la fuente de la fe cristiana". O sea que los judíos fueron bajas
colaterales, que en realidad se cruzaron en un tiroteo entre el Tercer Reich y
la cristiandad y que era ésta el objetivo real de la maquinaria hitleriana de
destrucción. Pero qué mala leche (o cuánta ignorancia) la de este pontífice:
ocurre que la máxima "fuente de la fe" antisemita a lo largo de la historia ha
sido la Iglesia católica, y que lo que Hitler puso en práctica, en escala
industrial, en los años 40, fue política regular del Santo Oficio durante varios
siglos: perseguir, torturar y asesinar a judíos y a judaizantes (y a muchos
otros), fabricarles calumnias monstruosas, echarlos del Sefarad, quemarlos en
leña verde. Más difícil es entender cómo Dios
puede guardar silencio cuando su presunto delegado abre Visita www.tutopia.com y comienza a navegar más rápido en Internet. Tutopia es Internet para todos. |
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