Caracas,11 de Septiembre de 2006
LOS PRESOS DEL IMPERIO
Por Freddy Balzán M.
Ahora que el Presidente de los EEUU, George W Bush, ha
reconocido la existencia de cárceles secretas y tácitamente de prisioneros de
guerra, acusados de terroristas y ruleteados por la CIA, por
Europa,Africa, Asía y América Latina, también queda totalmente al descubierto
la monstruosa injusticia cometida contra cinco revolucionarios cubanos que este
martes 12 de septiembre, cumplirán 8 años encarcelados ilegalmente en esa
nación.. Los presos del imperio o “El caso de los 5 ”, como ya se conoce a nivel mundial son: Gerardo
Hernández, Antonio Guerrero,Fernando González, Ramón Labañino y René González,
quienes fueron acusados y condenados en 1998, por las autoridades federales de 26
cargos de “conspiración y espionaje contra los EEUU” y sentenciados con penas de 15 años de prisión o cadena perpetua,
“por usar supuestos nombres o no haberse declarado como agentes de un gobierno
extranjero.” La opinión pública mundial, incluyendo varios Premios Nóbel
continúan exigiendo su libertad, al igual que el Consejo de la ciudad de Detroit,
Michigan y afirman que estas drásticas sanciones contrastan radicalmente con el amparo que esas mismas autoridades les
garantizan en EEUU, a los connotados terroristas, Orlando Bosch y Luis Posada
Carriles, autores intelectuales del espantoso atentado contra un avión de
Cubana de Aviación, ocurrido en Barbados, el 6 de octubre de 1976, que ocasionó
la muerte de 73 personas. Tal conducta antidemocrática del gobierno de EEUU,
violatoria de resoluciones de la ONU, ha sido interpretada por observadores
internacionales, como una señal inequívoca del recrudecimiento del bloqueo contra
Cuba, tratando infructuosamente de
exterminar el gobierno del Presidente Fidel Castro. Por otra parte, las
presunciones sobre la injusticia cometida contra el grupo de los cinco silenciadas
por la llamada gran prensa,quedaron corroboradas el 04
de agosto de 2005, cuando un panel de tres jueces del 11 Circuito de
Apelaciones en Florida, anuló las condenas de manera unánime, por considerar
imposible que éstos hubieran recibido “un juicio justo”.