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invesigaciones respecto a este tema abajo, al final de
este artÃculo
Con el fin de Dar peso a sus acusaciones
contra el «la media luna chiÃta» (Irán, Siria,
Hezbollah libanés), Washington ha decido incluir en
ellas Los atentados
cometidos en Buenos Aires a principios de Los añOS 90. En Los paÃses atlantistas [1]
se DA generalmente por
sentado que aquellos atentados fueron obra de
terroristas musulmanes.
Esa versión de Los hechos fue sin embargo
desmentida desde entonces por la Corte Suprema Argentina que se orientó,
por el contrario, hacia una pista israelÃ. Los
neoconservadores han reaccionado con el montaje de toda
una operación para invertir Las cosas. Luego de una
reunión que tuvo lugar en Washington, en Mayo de 2006, con la
participación de dos altos magistrados de Buenos Aires,
el gobierno y la justicia han sido objeto de fuertes
presiones. En respuesta, un grupo de ciudadanos
argentinos dirigido por el doctor Oscar Abdura
Bini [2]
acaba de presentar ante un Tribunal de Gran Instancia de
Buenos Aires una querella por obstrucción a la justicia
contra el American Jewish Committee [3]
y Los fiscales Nissman
y MartÃnez Burgos.
Para entender Las implicaciones de esta
polémica es necesario recordar Los atentados.
El 17 de marzo de 1992 una
violenta explosión destruyó la embajada de Israel en
Buenos Aires y ocasionó graves dañOS a una iglesia católica y
una escuela adyacentes. 29 personas murieron y 242
resultaron heridas.
Al principio, la
investigación se orientó hacia la pista islámica. Se
pensaba que el atentado habÃa sido cometido por un
suicida palestino que conducÃa una camioneta llena
de explosivos, que el autor era miembro de la Jihad
Islámica y que querÃa vengar el asesinato cometido
por Israel contra el jeque Abbas al-Musawi, jefe del
Hezbollah libanés, y su familia. Según aquella
versión, la operación de Buenos Aires habÃa sido
preparada por un grupo de pakistanÃes y coordinada
por Moshen Rabbani, el encargado cultural de la embajada
de Irán. Este último fue incluso arrestado, añOS más tarde, en Alemania y
liberado posteriormente por falta de pruebas.
El 18 de Julio de 1994, otra
explosión devastó en Buenos Aires el edificio de la
Asociación Mutual Israelita (AMIA) con saldo de 85
muertos y más de 300 heridos.
La investigación sobre este
nuevo atentado también se orientó hacia la pista
islámica. El atentado se atribuyó a un kamikaze de 29
años, llamado Ibrahim Husein Berro, al volante de un
vehÃculo lleno de explosivos. Años después, se
emitió una orden de arresto contra Imad Mugniyah,
miembro del Hezbollah libanés. Más tarde, el ex
embajador de Irán en Argentina, Hade Soleimanpur, fue
arrestado en el Reino Unido pero tuvo que ser liberado
por falta de pruebas.
Todos estos elementos, que
parecen ser conclusiones definitivas, aparecen
reflejados desde hace años en todo tipo de
enciclopedias, aunque nada los confirma. Lo más
interesante es que con el paso del tiempo los propios
investigadores argentinos han echado abajo las versiones
que israelÃes y estadounidenses les sugirieron y
han construido una hipótesis totalmente contraria: los
dos atentados fueron cometidos por agentes
israelÃes para contrarrestar el antisionismo de la
comunidad judÃa argentina.
Es necesario situar las
vacilaciones de los investigadores argentinos en el
agitado contexto polÃtico de su propio paÃs,
constantemente estremecido por cambios de gobiernos e
insurrecciones. Hasta la fecha no se ha presentado
ningún juicio definitivo sobre ninguno de los dos
atentados, lo cual permite que cada cual saque las
conclusiones que más le convienen en base a momentos
contradictorios de todo el proceso.
Como quiera que
sea, lo menos que se puede decir al respecto es que la
pista del terrorismo musulmán resulta ya inconsistente
y que los neoconservadores están haciendo todo lo
posible para enterrar definitivamente la
investigación.
El 5 de marzo de 2002, el
juez de instrucción Alfredo Horacio Bisordio
compareció a puertas cerradas ante una comisión
investigadora parlamentaria para declarar como testigo
sobre el primer atentado. La Red Voltaire obtuvo la
transcripción de esa audiencia.
Según el juez Bisordi, el
comisario Meni Battaglia dirigió la investigación
sobre el atentado contra la embajada. En ella era
secundado, aunque de manera no oficial, por un boina
verde (no identificado) de la embajada de Estados Unidos
y por el jefe de la seguridad de la embajada de Israel,
Ronie Gornie. Supuestamente, ambos tenÃan gran
experiencia sobre la realización de ese tipo de
atentados en el Medio Oriente. Siguiendo los consejos de
ambos «expertos», el comisario adoptó inmediatamente
la hipótesis del vehÃculo lleno de explosivos y
reportó que habÃa encontrado fragmentos del motor
de una camioneta Ford 100.
Resultó imposible
establecer una lista exacta de vÃctimas ya que
resultó que la lista de diplomáticos israelÃes
acreditados en Argentina no correspondÃa con el
personal real de la embajada, diferencia que nunca se
explicó. El juez Bisordi querÃa que se realizaran
autopsias de las vÃctimas pero el comisario
Battaglia se opuso afirmando que las autopsias no
aportarÃan nuevos elementos. Ante la insistencia
del juez, el gran rabino de Argentina también se opuso
a las autopsias porque, en el caso de las vÃctimas
judÃas, se tratarÃa de una profanación. En
definitiva, no se realizó ninguna autopsia.
El juez planteaba dos
interrogantes: ¿Por qué los autores esperaron que la
embajada estuviera vacÃa para realizar el atentado
si un centenar de personalidades judÃas habÃan
sido recibidas horas antes con bombo y platillo en ese
mismo recinto? ¿Por qué recurrieron a un kamikaze para
lanzar la camioneta contra la embajada siendo esto
absolutamente innecesario?
Al hacerse cada vez más
manifiesto su escepticismo sobre la versión que
trataban de imponerle, el juez recibió una visita del
director adjunto de los servicios secretos argentinos
(SIDE), el doctor Gerardo Conte Grand. La misión de
este último era hacerlo entrar en razones.
Al ir en aumento sus
sospechas, el juez se presento de improviso en la
comisarÃa durante el interrogatorio de un testigo
clave, un chofer de taxi que testimonió haber
acompañado al aeropuerto, justo antes del atentado, a
un grupo de musulmanes que le dijeron que habÃa que
salir rápidamente del lugar antes que se transformara
en un infierno. El juez Bisordi interrogó personalmente
al testigo. Creyendo que se encontraba ante alguien tan
complaciente como los policÃas, el chofer de taxi
se negó a identificarse y se presentó como «el hombre
de Israel». Llegó incluso a decir que era coronel del
ejército israelà y que habÃa participado en
la Guerra de los Seis DÃas.
Los elementos relacionados
con la segunda investigación son tan reveladores como
los ya citados e incluyen hasta un verdadero falso
policÃa israelà que se pasea como Pedro por su
casa por las comisarÃas y prisiones argentinas,
realizando interrogatorios fuera de todo procedimiento y
presionando a los testigos. Este individuo desapareció
cuando la justicia argentina le pidió explicaciones
sobre su proceder. El gobierno israelÃ, que empezó
por negar la existencia de este individuo, acabó
reconociendo que lo habÃa empleado y se negó a que
prestara declaración.
La Corte Suprema de
Argentina se reunió a puertas cerradas para examinar
diferentes elementos del caso de los atentados. Este
órgano validó investigaciones cientÃficas que
establecen formalmente que, contrariamente a lo que se
admitió al principio, no hubo ningún coche-bomba
conducido por kamikazes sino que los explosivos
habÃan sido instalados dentro de los edificios
volados, tanto dentro de la embajada de Israel como en
la sede de la AMIA.
Por consiguiente, se invalidó
todo lo que se habÃa dicho al principio sobre el
origen de los vehÃculos.
Al dÃa siguiente
de esa audiencia, el vocero de la embajada de Israel en
Buenos Aires deploró esas conclusiones y acusó a los
jueces de la Corte Suprema de antisemitismo.
Para aclarar estos atentados
la justicia argentina necesitará aún mucha
independencia y perseverancia, lo cual suscita ciertos
comentarios.
Resulta extraño que se
necesite una decena de años para comprobar que un
atentado se realizó poniendo el explosivo dentro de un
edificio y no mediante la utilización de un coche-bomba
conducido por un kamikaze. Se hace necesario señalar de
paso que en la actual investigación sobre el asesinato
del primer ministro libanés Rafia Hariri la tesis del
coche-bomba, considerada como cierta por el enviado
especial de la ONU Detlev
Mehlis, no constituye actualmente más que una
hipótesis de trabajo para el sucesor de este
último.
Durante 14 años, numerosos
expertos occidentales han redactado obras sobre el
terrorismo basándose en una interpretación errónea de
los atentados de Buenos Aires. Los autores de estas
obras ignoran o fingen ignorar los progresos de la
investigación argentina, lo cual es sÃntoma de
incompetencia o de mala fe. Se aferran asà a las
conclusiones de sus razonamientos aunque sus premisas
sean falsas.
Resultar doloroso comprobar
que aunque las investigaciones judiciales sobre los
grandes atentados terroristas imputados a musulmanes, ya
sea en Buenos Aires, New
York, Bali, Casablanca,
Madrid o en Londres,
siguen sin ofrecer resultados concretos ello no impide
en lo más mÃnimo a los gobiernos neoconservadores
y sus «expertos» seguir imponiéndonos sus
conclusiones generales.
Estados Unidos acostumbra a
modificar con carácter retrospectivo la identidad de
aquellos a quienes atribuye la autorÃa los
atentados realizados en ese paÃs, con lo que busca
siempre acusar a su adversario real o inventado del
momento. Y ahora pretende rescribir la historia incluso
fuera de su propio territorio.
También es importante
mantener la vigilancia con respecto a los guerreristas
que explotan descaradamente los atentados de Buenos
Aires a favor de sus propios intentos de calificar tal o
mas cual partido o gobierno de «terroristas» y que
llaman a destruirlos.
Otros artículos ligados a este tema
Se acusa a los
musulmanes de los ataques a AMIA y la embajada de Israel
sin pruebas
Juan Gabriel Labaké
promueve una instancia ante la Comisión Interamericana
de Derechos humanos. Ayer he enviado a la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos-OEA, con sede en
Washington, una denuncia contra el Estado Nacional
Argentino por la grave vulneración de los derechos
humanos que sufren desde hace 12 años dos ciudadanos
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El AJC acusa al
Hezbollah de los atentados de Buenos Aires a pesar del
fallo de la Corte Suprema argentina
El
13 de julio de 2006, es decir, el día en que Israel
lanzó su ofensiva contra el Líbano, informamos a
nuestros lectores que el American Jewish Committee (AJC)
presionaba a magistrados argentinos para reescribir la
historia de los atentados de Buenos Aires del 92 y
94.
Embajador de Israel
presiona a periodista para que difunda su
propaganda
El embajador israelí en
Argentina, Rafael Eldad, negó hoy ejercer «presiones» a
las autoridades de Canal 7 para que echaran al analista
internacional Pedro Briegel, aunque le reclamó al
periodista «honestidad» en sus opiniones respecto de la
política de ese Estado.
Primer juez del caso
embajada dice que hubo «influencias» de Israel y no cree
la existencia de un coche-bomba
El
camarista Alfredo Bisordi, quien fuera el primer (juez)
instructor de la causa judicial sobre el atentado a la
embajada de Israel, confió hoy que hubo «bastantes
influencias» de ese país en la investigación y manifestó
que «no» le «consta» que haya existido un coche bomba en
el ataque.
Investigando la
bomba en la Asociación Mutual Israelita
El 18 de julio de 1994, pocas horas después
de la voladura de la Asociación Mutual Israelita (AMIA)
se acusó de inmediato al Hezbollah, con la instigación
de Irán y se había utilizado un coche-bomba/conductor
suicida. Hoy las investigacions apuntan a un autoataque
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diabólica?
¿Musulmanes o pista
israelí?
Nuestra investigación sobre la
pista israelí de ambos atentados está presentada ante
los tribunales competentes. Pero: ¿Cómo se explica la
posibilidad de que Israel haya masacrado a su propia
gente?