Cientos de miles de
latinoamericanos y caribeños tienen hoy una puerta por donde entra la luz:
la Operación
Milagro va abriendo ojos y esperanzas a
los explotados de siempre y demuestra al mundo el poder de la
solidaridad.
Cuba y Venezuela son los abanderados de este humanista
programa que ha devuelto o mejorado la visión gratuitamente a más de 500
mil personas aquejadas de diversas afecciones
oculares.
Son pacientes de escasos
recursos que no pueden acceder a los altos precios de una cirugía de
catarata, valorada en la región entre 400 y 500 dólares por las
instituciones privadas, sin incluir la atención postoperatoria. En América
Latina, los necesitados de operaciones oftalmológicas rondan los cinco
millones, mientras en el Caribe más de medio millón pierde la visión cada
año, muchas veces sin haber sido examinado nunca por un médico. El nombre
de «Operación
Milagro» fue sugerido por el presidente cubano, Fidel
Castro, al calor de los planes educacionales en Venezuela cuando muchas
personas, en particular niños, no podían leer o tenían dificultad para
fijar la vista.
De esa forma echó a andar esta iniciativa que ya se
extiende a 25 países y pone al hombre en primer plano. Especial admiración
despierta en estadistas caribeños que han comprobado en La Habana el
desarrollo de la cirugía oftalmológica cubana y la extensión a todo el
país de las técnicas más modernas para operar
cataratas.
Una acogida extraordinaria
ha tenido el programa en Panamá, donde tanto su presidente, Martín
Torrijos, como la
Primera Dama, Vivian Fernández, impulsan un convenio que
permitirá atender en la Isla a 48 mil necesitados en un período de cuatro
años.
En la próxima década
«Operación
Milagro» se propone devolver la visión a seis millones de
latinoamericanos, un compromiso bautizado como «Misión Sandino» (en
homenaje a Augusto César Sandino) por los presidentes cubano, Fidel
Castro, y venezolano, Hugo Chávez. A un ritmo de 600 mil pacientes por
año, atendidos en
Cuba y Venezuela, podrá saldarse esa enorme deuda de
salud que hasta ahora los condenaba de por vida al fatalismo de la
ceguera. .
«Operación
Milagro» demuestra cuánto es posible
hacer si se aplican conceptos solidarios en lugar de modelos consumistas o
estrechos intereses corporativos. Brindar la mano es una tradición
arraigada en el pueblo de la Mayor de las Antillas, que no lo hace
esperando prebendas, publicidad, ni agradecimientos especiales. Por eso,
cuando las mujeres, hombres y niños del «Milagro» no saben cómo retribuir
tanto cariño y amor recibidos en Cuba, ésta responde: ¡Prohibido dar las
gracias!