La
Guerra Fría no ha
terminado
La ONU y la
doctrina de seguridad estratégica de Estados
Unidos
por Luis Britto
García*
En virtud del
enorme peso estratégico y diplomático de Estados Unidos, los países de la OTAN y
parte importante de los Estados de América Latina y el Caribe asumieron como
doctrina militar variantes de la adoptada por el
Pentágono.
22
de septiembre de 2005
En esencia,
ésta expresa las confrontaciones del tiempo de la Guerra Fría, y se la podría
resumir en los postulados siguientes:
- La guerra se
libra para imponer objetivos políticos e ideológicos mediante una
confrontación planetaria no sólo entre países, sino entre los grupos sociales
e ideológicos dentro de cada sociedad.
- El comunismo
intenta adueñarse del mundo mediante las armas nucleares y la guerra
ideológica subversiva, la cual intenta movilizar sectores subdesarrollados que
tratan de mejorar sus condiciones.
- Esta ofensiva
debe ser enfrentada combatida con técnicas de guerra total que incluyan
estrategias de guerra sicológica y control policíaco, y que no deben detenerse
ante límites jurídicos ni éticos.
- El conflicto
tiene por finalidad, antes que ocupar territorios o bienes, dominar la
conciencia de los hombres y a través de ella determinar su adhesión o su
aceptación de los objetivos de la contienda.
La
versión latinoamericana de esta doctrina se tradujo en una reestructuración de
los ejércitos de la región para la lucha contrainsurgente. Ello situó los
objetivos militares dentro de las fronteras del propio país, y los definió
mediante rasgos clasistas o ideológicos (Beltrán, Rafael Virgilio: El papel
político y social de las Fuerzas Armadas en América Latina; Monte Ávila
Editores, Caracas, 1970, p.47). En sus planes hemisféricos Estados Unidos
reserva para los ejércitos latinoamericanos una función poco honrosa. El
Documento de Santa Fe I -Biblia de la política exterior estadounidense redactada
en 1980- les asigna el papel de carne de cañón en el conflicto Este-Oeste:
“Combinando nuestro arsenal de armamentos
con el poderío humano de las Américas, podremos crear el hemisferio libre de las
Américas, capaz de resistir a la agresión soviético-cubana” (Santa Fe
I).
Reconquista
económica, política, militar y ecológica La doctrina militar de Estados Unidos
es reajustada periódicamente por medio de planes estratégicos que precisan sus
metas. Uno de estos reajustes fue formulado por Bill Clinton en su plan de
guerra, puesto en marcha en la Primera Cumbre de las Américas
en Miami en 1994. Dicho plan presenta cuatro objetivos estratégicos en cuatro
frentes conexos a ser logrados antes del año 2006: 1) la reconquista económica,
mediante el ALCA 2) la reconquista política, 3) la reconquista propiamente
militar y 4)la apropiación de la Amazonia, añadida posteriormente (Dieterich,
Heinz: La integración militar del Bloque Regional de Poder Latinoamericano;
Alcaldía de Caracas, Caracas 2004, p.49).
El
ALCA es un plan para extender la apertura irrestricta de mercados y el libre
comercio según definición estadounidense a toda América y el Caribe. Pero
incorporaba explícitamente objetivos políticos y estratégicos. Estados Unidos
trató de imponerlo mediante fuerte ofensiva diplomática, a la postre
contrarrestada por las movilizaciones de la Alianza Social
Continental, por la contrapropuesta venezolana de una
integración verdaderamente regional a través del ALBA, y por la negativa del
Mercosur, de la
Comunidad Andina de Naciones y de otros países a integrarse al
plan estadounidense. Hasta 2005, éste sólo pudo integrar a los pequeños países
centroamericanos a su área de libre comercio, en medio de fuertes protestas
populares. En Venezuela, el único triunfo del ALCA consistió en un proyecto de
ley para privatizar ríos, lagos y lagunas promovido por el diputado Rodrigo
Cabeza, proyecto que afortunadamente fue vetado por el presidente
Chávez.
La
reconquista política se implementó mediante la propuesta de una Carta
Democrática Interamericana, formulada por George W.Bush en la Cumbre de Quebec
de 2001, y acogida por aclamación en reunión extraordinaria de la OEA en Lima el
11 de septiembre del mismo año. Según Dieterich, el instrumento estaba diseñado
como arma contra el gobierno venezolano, el cubano, y cualquiera que se
atreviera a reclamar el respeto a su soberanía (Dieterich: 2004,
52).
Y
en efecto, el 11 de abril de 2002, el día del golpe de Estado contra el gobierno
democrático de Hugo Chávez Frías, el embajador estadounidense Charles Shapiro
aparece en la prensa venezolana entregando un documento al alcalde opositor
Alfredo Peña, en el cual enumera como elementos que son indicios de respeto a la
democracia, “la autonomía del movimiento
sindical del país y su derecho a elegir sus autoridades sin la interferencia de
los poderes públicos; la libertad de prensa y el derecho a informar libremente y
sin restricciones; y el respeto a la Carta Interamericana de
Derechos Humanos firmada por el Gobierno”. Y a continuación el
diplomático sentencia que “no se están cumpliendo en esta Nación” (“Charles
Shapiro: La situación venezolana es un poco complicada”; El Nacional, 11-4-02,
D-2). Mayor aval no podía darse para el derrocamiento de un gobierno legítimo.
Durante la efímera dictadura de Carmona, Shapiro se presenta en dos
oportunidades en Miraflores, quizá para detectar indicios de respeto a la
democracia (Britto: 2004).
La
reconquista militar de América Latina y el Caribe se prepara institucionalmente
mediante el organismo de intervención hemisférica militar creado por Bill
Clinton en 1995, la Conferencia de Ministros de Defensa de América, que acogió
la doctrina de la
Carta Democrática de la OEA el año 2002 en su quinta reunión en
Santiago de Chile, y con la creación del Centro Hemisférico de Estudios para la
Defensa.
La
apropiación de la Amazonia se adelanta mediante presiones políticas y económicas
del gobierno estadounidense en la Organización del Tratado de Cooperación
Amazónico.
Estrategia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos A veces la doctrina militar estadounidense
es replanteada o mejor explicitada como respuesta a algún acontecimiento de
resonancia. El atentado contra las torres gemelas del 11 de septiembre de 2001
sirvió de pretexto para que George W. Bush presentara una nueva Estrategia de
Seguridad Nacional de Estados Unidos de América en Washington el 17 de noviembre
de 2002. En ella, proclama que en el mundo ha ocurrido una victoria decisiva de
las fuerzas de la libertad que es “la de un
solo modelo sostenible de éxito nacional: libertad, democracia y libre
empresa”.
Un
triunfo decisivo debería conducir al desmantelamiento de la “posición de fuerza militar sin paralelo”
que mantiene Estados Unidos. Para justificar que ello no suceda, hay que definir
un nuevo enemigo, por lo cual se declara que “defenderemos la paz al luchar contra los terroristas
y tiranos”. Se declara el carácter perpetuo y el alcance planetario
de la confrontación al afirmar que “la guerra contra el terrorismo de alcance
global es una empresa mundial de duración incierta”. Y se amenaza, no sólo con
que dicho país “ayudará a aquellos países que necesitan nuestra ayuda para
combatir el terrorismo” sino que “hará
responsables a aquellos países comprometidos con el terrorismo –incluso aquellos
que dan refugio a terroristas-, porque los aliados del terrorismo son enemigos
de la civilización”.
De
nuevo, todos los países de la tierra quedan involucrados en la confrontación que
interesa a Estados Unidos; una vez más, sólo les queda el recurso de alinearse
con la gran potencia o ser agredidos. Por ello, “las naciones que disfrutan de libertad deben
combatir activamente al terrorismo. Las naciones que dependen de la estabilidad
internacional deben ayudar a impedir la propagación de las armas de destrucción
en masa. Las naciones que procuran obtener ayuda internacional se deben gobernar
a sí mismas sabiamente, para que la ayuda se gaste apropiadamente. Para que la
libertad prospere, se debe esperar y exigir la rendición de
cuentas”.
Se
espera reclutar sin más a las organizaciones internacionales para que libren
este conflicto planetario, ya que “Estados
Unidos está comprometido con instituciones perdurables como las Naciones Unidas,
la Organización
Mundial del Comercio, la Organización de los Estados
Americanos, la OTAN, así como con otras alianzas de larga data. Las coaliciones
de naciones dispuestas a participar pueden aumentar estas instituciones
permanentes. En todos los casos deben tomarse en serio las obligaciones
internacionales. No se las puede asumir simbólicamente con el fin de obtener
apoyo para un ideal, sin promover su realización” ”(Bush, George W.: “The National Security Strategy of
the United States of America”, Washington, 17 de septiembre 2002,
http://www.whitehouse.gov/nsc//nss.html).
El Peligro
Amarillo
Cinco puntos
resultan de particular interés en esta suerte de declaratoria de guerra al
mundo.
En
primer lugar, la indefinición total del enemigo, que coincide con la atribución
implícita conferida a Estados Unidos para definirlo. El citado documento afirma
que dicho país lucha “contra terroristas esparcidos por todo el mundo”; añade
que “el enemigo no es un régimen político, persona, religión o ideología
aislados”; precisa que “El enemigo es el
terrorismo premeditado, la violencia por motivos políticos perpetrada contra
seres inocentes”. Aparte de que nada define mejor la política
permanente de Estados Unidos que esta frase, ella puede ser esgrimida –la
violencia y la frase- contra cualquier régimen, persona, religión o ideología.
Por ejemplo, a comienzos de siglo el Documento Santa Fe IV detecta que “ha
surgido en escena una nueva amenaza al hemisferio de singular fuerza: los
comunistas chinos” (Santa Fe IV). Mal empieza el milenio, con una Santa Cruzada
contra el Peligro Amarillo.
La Guerra
Preventiva
En
segundo lugar, la definición del enemigo no requiere que éste haya perpetrado
violencia, sino que Estados Unidos sospeche que podría cometerla. Y así, se
afirma que “si bien Estados Unidos tratará
constantemente de obtener el apoyo de la comunidad internacional, no dudaremos
en actuar solos, en caso necesario, para ejercer nuestro legítimo derecho a la
defensa propia, con medidas preventivas contra esos terroristas, a fin de
impedirles causar daños a nuestro pueblo y a nuestro país; y privar a los
terroristas de nuevo patrocinio, apoyo y refugio seguro, convenciendo u
obligando a los Estados a aceptar sus responsabilidades
soberanas”.
El
propio documento revela el tenor de tales medidas preventivas, al mentir que
“durante la Guerra del Golfo obtuvimos
pruebas irrefutables de que los designios de Irak no se limitan a las armas
químicas que había utilizado contra Irán y su propio pueblo, sino que abarcan la
adquisición de armas nucleares y agentes biológicos”. No obstante que
armas y pruebas se revelaron inexistentes, la ocupación de Irak se eterniza.
Pero la guerra preventiva se justifica contra otra agresión infinitamente más
sutil: la “penetración económica”. La misma razón de ser de la globalización se
vuelve así declaratoria de guerra. Conjuntamente, el Documento Santa Fe IV
multiplica al infinito los rostros de la
amenaza:
Pero la amenaza
no se da solo en el frente militar, como en Colombia. Es mucho más complicado.
La penetración económica es especialmente preocupante. Ante todo, lo más
evidente es la situación del Canal de Panamá, donde Estados Unidos ha pagado
para deshacerse del premio estratégico más importante del hemisferio, sino del
mundo. Al hacerlo, Estados Unidos ha puesto su futuro económico a merced de una
situación política muy inestable e incierta. Los hechos son preocupantes. Los
dos puertos, en el extremo Atlántico y Pacífico del Canal, están en manos de
la Compañía
Hutchinson Whampoa, una empresa que tiene vínculos muy
estrechos con Beijing.
Al
mismo tiempo, las compañías de China continental están entrando en profundidad
en los diversos puertos de la Cuenca del Caribe, que son fundamentales para la
economía de Estados Unidos, como Freeport en Bahamas (Documento Santa Fe
IV).
Buscando
indicios de “penetración económica” fuera de sus fronteras, el citado documento
olvida mencionar que China posee cerca de la tercera parte de la deuda externa
estadounidense.
Agresión fuera del Orden
Internacional
En
tercer lugar, la Estrategia de Seguridad vindica el derecho de “actuar solos, en
caso necesario”, vale decir, sin el consenso e incluso en contra de las
organizaciones y de las leyes internacionales, a las cuales sólo se menciona
como instrumentos incondicionales o estorbos
prescindibles.
Reestructuración del
planeta
En
cuarto lugar, para esta cruzada posiblemente preventiva y al margen del orden
internacional contra un enemigo indefinido a ser precisado en cada caso, Estados
Unidos asume por propia cuenta y sin que nadie lo solicite tareas que presuponen
una reestructuración total del planeta: “-se erigirá en paladín de los anhelos
de dignidad humana;
fortalecerá las alianzas para derrotar el terrorismo mundial y
actuará para prevenir los ataques contra nosotros y nuestros amigos;
colaborará con otros para resolver conflictos
regionales;
impedirá que nuestros enemigos nos amenacen a nosotros, a
nuestros aliados y a nuestros amigos con armas de destrucción en masa;
suscitará una nueva era de crecimiento
económico mundial por medio de los mercados libres y el libre comercio;
expandirá el círculo del desarrollo al abrir
las sociedades y crear la infraestructura de la democracia;
desarrollará programas para una acción
cooperativa con otros centros principales de poder mundial, y
transformará las instituciones de seguridad
nacional de Estados Unidos para enfrentar y aprovechar las oportunidades del
siglo XXI”.
Notemos que el
“policía del mundo” travestido como “paladín”, considera metas de su seguridad
estratégica “resolver conflictos regionales”, imponer “los mercados libres y el
libre comercio” y “abrir las sociedades y crear la infraestructura de la
democracia”, cuestiones que sólo atañen al soberano orden interno de las demás
naciones, y que no podrían ser impuestas sin
quebrantarlo.
Integración colonial
latinoamericana
En
quinto lugar, la Doctrina de Seguridad Estratégica planifica para América Latina
y el Caribe “nuestra integración”, vale decir, la impuesta por la potencia
hegemónica: En el Hemisferio Occidental hemos establecido coaliciones flexibles
con países que comparten nuestros intereses prioritarios, en particular México,
Brasil, Canadá, Chile y Colombia. Juntos forjaremos un hemisferio genuinamente
democrático, donde nuestra integración dé impulso a la seguridad, la
prosperidad, las oportunidades y la esperanza.
Trabajaremos con instituciones regionales como el proceso de la
Cumbre de las Américas, la Organización de los Estados Americanos (OEA) y las
Reuniones Ministeriales de Defensa de las Américas, en beneficio de todo el
hemisferio.
Por lo pronto,
se ejerce la atribución unilateral para definir al enemigo, afirmando que “en
cuanto a Colombia, reconocemos el vínculo que existe entre el terrorismo y los
grupos extremistas que desafían la seguridad del Estado, y el tráfico de drogas,
que ayuda a financiar las operaciones de tales grupos”. La intervención regional
anunciada se explicita y amplía al afirmar que “hemos formulado una estrategia
activa para ayudar a los países andinos a ajustar sus economías, hacer cumplir
sus leyes, derrotar a las organizaciones terroristas y cortar el suministro de
las drogas”, asuntos que, una vez más, sólo conciernen al soberano orden interno
y que Estados Unidos haría bien en corregir dentro de sus
fronteras.
La
integración subordinada del mundo y de América Latina y el Caribe forma parte de
la nueva doctrina estratégica de Estados Unidos. A sus víctimas nos corresponde
formular la propia.
La ONU como
instrumento
Como hemos
visto, Estados Unidos se reserva el derecho a “actuar solo, en caso necesario”
con abierto desprecio hacia organismos y tratados internacionales. Sin embargo,
no desdeña utilizar unos y otros como instrumento. Con motivo de la Cumbre de
Mandatarios de la ONU entre el 14 y el 16 de septiembre de 2005, la gran
potencia plantea una reforma de los estatutos de dicha organización. En
entrevista concedida para Panorama Digital el 11 de septiembre, el embajador
venezolano ante la ONU, Fermín Toro Jiménez, se manifestó convencido que de
prosperar la propuesta de Estados Unidos se dará paso a la "doctrina Bush" o la
de la guerra preventiva, que permitiría actuar contra países como Venezuela. De
ser así, "Se posibilitaría que la ONU actué
contra un Estado, aun cuando no haya incurrido en agresiones, pero sea
calificado de peligroso", aseguró.
Afirmó asimismo
que “La reforma de la ONU está dirija a
transformar a la organización en un órgano más represivo de lo que actualmente
es, a través del fortalecimiento de los poderes del Consejo de Seguridad, único
órgano autorizado por la Carta del organismo multilateral para usar la fuerza
contra los Estados que sean señalados como actuando en contra de la paz y la
seguridad internacional. Ese fortalecimiento de los poderes del Consejo de
Seguridad implica el debilitamiento de la Asamblea General y de sus
poderes, que es el único órgano democrático de la organización en el que los 191
países tienen igualdad y su derecho al
veto”.
Fermín Toro
Jiménez y yo demandamos ante el Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela la
nulidad del Tratado contra la Doble Tributación con
Estados Unidos. En virtud de dicho Tratado, los impuestos que deben al Fisco de
Venezuela personas y empresas estadounidenses por ganancias obtenidas en este
país, son pagados al Tesoro de Estados Unidos. Con esos fondos financia la gran
potencia mediante el National Endowment for Democracy a las organizaciones que
desestabilizan a Venezuela, la guerra mediática contra Telesur, y costeará la
agresión anunciada.
Ilegal, írrito, nulo e
ilegítimo
El
presidente de Venezuela Hugo Chávez Frías denuncia el intento de reformar la
Carta de la ONU en su intervención del 15 de septiembre en dicho organismo, en
los términos siguientes: “Ahora aquí se
aprueban documentos que yo denuncio en nombre de Venezuela como nulo e ilegal.
Se aprobó violando la normativa de las Naciones Unidas. No es válido este
documento, habrá que discutir este documento. El gobierno de Venezuela lo va a
hacer en todo el mundo, pero nosotros no podemos aceptar la dictadura abierta y
descarada en las Naciones Unidas. Y para eso yo hago un llamado muy respetuoso a
mis colegas, los jefes de Estados y Gobiernos. Ahora me reunía con el presidente
Néstor Kirchner y bueno le mostraba el documento. Este documento fue entregado
cinco minutos, sólo en inglés, a nuestro delegados, y se aprobó con un
martillazo dictatorial que denuncio ante el mundo como ilegal, írrito, nulo e
ilegítimo. Dígame una cosa, señor presidente. Si nosotros vamos a aceptar esto
es que estamos perdidos. Apaguemos la luz, y cerremos las puertas y cerremos las
ventanas. Sería lo último, que aceptemos la dictadura aquí en este
salón”.
Dos centenares
de países no pueden aceptar el absolutismo de
uno.
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