José
Vicente Rangel / Especial para VEA
La de Michelle Bachelet es una de las
visitas más gratas para los venezolanos.
Por muchas razones. Una tiene que ver con su historia personal. Hija de un
oficial leal a la Constitución y al presidente Allende, el general
Bachelet, vejado y humillado por los fascistas del 11 de septiembre,
quien finalmente muere a consecuencia de las torturas a que fuera
sometido. La infamia de los usurpadores no se detuvo en el padre,
también su esposa fue víctima de la represión, al igual que la hija.
Para los venezolanos progresistas que vivimos la tragedia chilena y que
constituyen mayoría en el país, estos rasgos son apreciados y no pasan
desapercibidos. Tampoco su condición de mujer luchadora, democrática de
verdad, con coraje para exponer sus puntos de vista, pese a estar
jaqueada, permanentemente, por una derecha como la chilena, borbónica en
esencia, DC que no se le queda atrás y el escualidismo
venezolano.
Pero hay , si se quiere,
algo más importante en esta visita. Venir a la Venezuela del proceso
bolivariano constituye una definición, así no se le quiera atribuir
al hecho esta característica. Que, en cambio, sí capta por razones obvias
la derecha chilena a la hora de montar trampas para impedir que se
realice el viaje o que éste se efectúe en condiciones
incómodas.
Mas
el momiaje chileno se va a
quedar con los crespos hechos.
En primer término porque tanto Bachelet como Chávez no caen en
provocaciones. Ambos ya se encargaron de desecharlas. Luego, porque el
tema energético de la cumbre de Margarita es vital para la región, en
particular para una nación como Chile, con reconocidas limitaciones en
esta materia. Además, a Chile, si es que quienes dirigen el país tienen
pasta de estadistas, importa mucho la conexión con el Caribe, con un
mercado como el de esta área, salvo que algunos piensen que Chile es algo
aparte de Latinoamérica.
BACHELET
HALLARÁ en Venezuela aprecio y simpatía.
Por lo que ella es y por lo que es su patria. Cuando la derecha gobernaba
a Chile a través de Pinochet, miles de chilenos encontraron trabajo,
seguridad y afecto infinito en la tierra de Simón Bolívar. También se
tejieron lazos de sangre y de imborrables afinidades culturales. De ahí
que para ella habrá rosas rojas y una profunda solidaridad.
Aquellos
que estuvieron ligando e
hicieron cuanto pudieron para impedir la presencia de la mandataria
chilena en el foro sobre energía en Venezuela, tendrán que conformarse
con la frustración. Como pasa a todos cuantos pretenden oponerse a la
lógica de los procesos de cambio y a la voluntad de unión de los pueblos
latinoamericanos.- |