CONSENSOS Y SILENCIOS CÓMPLICES
PARA FUTUROS CRÍMENES
Estados
Unidos prepara el asalto a Cuba
En Estados Unidos la decisión está tomada: irá por Cuba,
incluso –si fuera posible- con el consentimiento, el apoyo material y los
discursos "democráticos", de todos aquellos que, de una manera u otra,
tienen las manos manchadas con sangre de distintas invasiones y la
conciencia sucia de tantos silencios cómplices o miedosos. Aún cuando no
deje de ser cierto que en los períodos preelectorales, republicanos y
demócratas saben recalentar la propaladora de promesas para al oído
anticastrista de la Florida, el "Plan de Bush para Cuba" –o "Plan para
ayudar a una Cuba Libre"- es mucho más que el acostumbrado fuego graneado
de la politiquería norteamericana.
El Plan en cuestión, vociferado
a los cuatro vientos por el dúo Bush-Condoleezza, es atendido en su
divulgación por la prensa internacional como si fuera una simple noticia,
tal vez por aquello de la naturalización de la mediocridad periodística, o
de la coincidencia política-ideológica con el Terrorismo de Estado Global,
capitaneado por EE.UU.. No hay denuncias en defensa de los derechos
humanos de más de once millones de cubanos amenazados y agredidos
sistemáticamente por el imperialismo norteamericano. Ni hay valoración
periodística y política alguna acerca de la arrogancia imperialista,
lanzada, con total desparpajo, a "dibujar" una Cuba a imagen y semejanza
de otros súbditos de EE.UU.. Y más: es patético el comportamiento
melifluo, cobarde y huidizo, de gobiernos y jefes de Estado, callados ante
la impunidad con que se establecen y recrean las mil y una variantes de la
"guerra preventiva". En Latinoamérica y el Caribe, salvo los presidentes
Hugo Chávez y Evo Morales –y en términos más recortados el canciller de
Brasil, Celso Amorin, nadie en las alturas del poder político abre la boca
para enfrentarse decididamente, en Defensa de la Humanidad, a la
concepción mafiosa y terrorista de Estados Unidos.
¿Esperarán
–incautos y camaleónicos- que se cumpla inexorable la remanida advertencia
de Bertolt Bretcht? ¿Soñarán –ilusos- que los autores ideológicos y
materiales de la actual depredación a escala planetaria, les perdonarán la
vida? ¿Creerán sinceramente en la humanización del capitalismo-
imperialismo, y por ende en la desaceleración mágica de las políticas de
exterminio con que EE.UU. se abre paso hacia la conquista –cruenta, claro-
del petróleo, el gas, el agua, tierras, alimentos y esclavos de nueva
generación?
La administración Bush, y no sólo ella, trata, ni más
ni menos, de hacer retroceder la máquina del tiempo para "un esfuerzo de
reconstrucción" que "será largo y costoso… y la carga no debe
necesariamente recaer en su totalidad sobre los Estados Unidos", dice
Estados Unidos al exponer sobre lo que deberá hacerse con Cuba. El
llamamiento, entonces, está formulado –más bien progresivamente blanqueado
de manera pública- a los organismos financieros y económicos
internacionales y, también, a las instituciones políticas. El intento
conlleva, pues, el armado de un consenso amplio, a partir de una tarea
envolvente ya iniciada hace tiempo en Europa por Caleb Mc Carry, en su
carácter de Coordinador de la Transición en Cuba. Al cabo, siempre la
misma pretensión histórica: poner a Cuba de rodillas, matar su Revolución
y eliminar, así, la usina que alimenta, sin desmayos, la idea de que otro
mundo mejor es posible.
El Plan, que consta de seis capítulos y
dentro de éstos de unas sesenta medidas concretas, para modificar de cuajo
la realidad cubana, pone a EE.UU. en el centro de la escena, manejando
resortes estratégicos de índole anexionista para el retorno al
capitalismo, mientras cada aliado a la política injerencista tendrá que
aportar recursos económicos-financieros y horas hombre de trabajo
contrarrevolucionario.
En su discurso a la Asamblea Nacional del
Poder Popular, el 1° de julio de 2004, el presidente de esa Asamblea,
Ricardo Alarcón de Quesada decía, entre otras cosas, que el gobierno a
instalar en Cuba "no sería un régimen títere, sería facultad del gobierno
de Estados Unidos dirigir ese proceso", agregando –en otro párrafo- "…la
prioridad inmediata que tendría Estados Unidos, cuando se diese esa
añorada por ellos transición, cuando empezase, sería crear cuerpos
represivos entrenados, asesorados, equipados y dirigidos por el gobierno
de Estados Unidos; cuerpos represivos cuyas maneras nuestro pueblo no ha
olvidado…".
Cuerpos represivos, podría agregarse, como los que
actúan en Iraq, Afganistán, Palestina, Líbano, en las cárceles de
Guantánamo, en las cárceles "secretas" de la CIA en Europa. Como los que
actuaron contra parte de la población de Nueva Orleans, durante el paso
del huracán Katrina y a posteriori. Cuerpos represivos como el que en
marzo pasado, en Iraq, violó a una joven de catorce años y mató a su
familia, en decisión adoptada "mientras estábamos jugando a los naipes y
bebiendo un whisky", según palabras del sargento Paul Cortez, actor
destacado en el hecho, a decir de Benjamín Bierce, un agente especial
encargado de entrevistar al mencionado Cortez y otros.
El Plan para
Cuba contempla, tal como lo señalara Ricardo Alarcón: "…un programa de
adopciones para que pasaran esos niños (los cubanos) a ser los hijos de
algunas familias norteamericanas, porque están suponiendo (los autores del
Plan) que para intentar aplicar este plan habría que recurrir a la guerra
y que en esa guerra por supuesto caeríamos muchos y habría un aumento del
número de huérfanos, de niños que carecerían de padres. Este proyecto
recuerda aquel diabólico plan que, en su tiempo, implantaron dictadores
suramericanos, especialmente en Argentina, que hizo que algunos niños,
cuyos padres habían sido víctimas de la tortura, del asesinato, terminaran
siendo cobijados por los mismos torturadores y por los mismos asesinos de
sus padres…".
Hace catorce años el periodista y agente yanqui
Andrés Oppenheimer, anunció en un libro de cuatrocientas setenta y siete
páginas: "La Hora Final de Castro". Allí sostenía que la caída de la
Revolución Cubana era "inminente". Cosa que, además de alimentar las
expectativas de triunfo de la crema terrorista de Miami, arrancó palabras
de elogios a personajes que, dedicados a las letras, de tanto en tanto
vomitan su hiel contrarrevolucionaria. Por casos: el peruano Mario Vargas
Llosa y el chileno Jorge Edwards. Concidentemente ambos, tras festejar al
autor del novelón, se refirieron exultantes a la "agonía". Por lo cual no
sólo el libro, anunciando "la hora final…", fue un fiasco, sino que
también lo fueron la algazara de los "aplaudidores" y de todos aquellos
que procuraron extender por el mundo el eco de la sentencia. Parecido a lo
que ocurre hoy con las especulaciones sobre la salud de Fidel Castro y de
la Revolución.
En estos días, precisamente, el mismísimo George W.
Bush -a estas alturas convertido en un verdadero criminal de guerra y
denunciado como tal por muy pocos-, juró y perjuró que EE.UU. no invadirá
Cuba, aun cuando, junto con Venezuela, la patria de Martí fue incluída en
el "Eje del Mal". ¿Cómo se cumplirá el sueño norteamericano de matar a la
Revolución Cubana sin invadir la isla, sin matar a todos los cubanos? ¿A
través del hambre y la desesperación, como lo proponía, hace tiempo, el
Departamento de Estado?
A cuento de la historia de lucha de Cuba
por su soberanía e independencia y a tenor de las palabras pronunciadas
por Fidel Castro, en el Tercer Período de Sesiones de la VI Legislatura,
Asamblea Nacional del Poder Popular, 1° de julio de 2004, no existe la más
remota posibilidad de que EE.UU. imponga –desde afuera o desde adentro de
la isla- el desplome de la Revolución. "El país más fuerte con el que
ellos pueden chocar hoy es este, no le quepa la menor duda a nadie; el
país más preparado es este", advirtió Fidel Castro.
Declarados, a
voz en cuello por la administración Bush, hay unos ochenta millones de
dólares para el montaje del Plan "democratizador" de Cuba, sin contar los
otros cientos de millones dispuestos para el pago de mercenarios,
armamentos, publicidad, operativos de prensa armados en diversas capitales
del mundo, actos terroristas e infiltración de agentes, vía "turistas",
"periodistas", "empresarios". O sea, millones de dólares bajo cuerda para
crear las bases mínimas "necesarias" para el llamado "régimen de
transición", cuestión agitada con ferviente ahínco discursivo luego de la
intervención quirúrgica realizada a Fidel Castro, a raíz de su afección
intestinal.
Un monumental operativo de (des)
información-comunicación acerca de los apetitos de EE.UU. sobre Cuba,
recorre el mundo. En síntesis: el asesino serial ajusta la mira y reclama
consenso y silencio antes de avanzar hacia su próxima aventura.
FUENTE: www.defensahumanidad.cult.cu/artic.php?item=878
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