POR QUÉ IRÁN NO.
Jorge Gómez Barata
Las presiones de los países del Club Atómico para impedir a Irán
desarrollar su programa nuclear, confirman que es más fácil ver la paja en ojo
ajeno que la viga en el propio. Francia, pionera de la ciencia nuclear y ahora
vehemente en el apoyo a las posiciones norteamericanas, no es una excepción.
Cuando en 1903 Pierre Curie y su mujer, Marie Curie, obtuvieron el
premio Nóbel por sus investigaciones en Física Nuclear y colocaron a Francia a
la cabeza de las investigaciones atómicas, Albert Einstein no había publicado
su Teoría de la Relatividad y Julius Robert Oppenheimer, director del Proyecto
Manhattan y creador de las primeras bombas atómicas, no había cumplido un año
de edad.
La andadura francesa por los caminos del átomo continuó asociada a los
Curie, cuando una hija del matrimonio de Pierre y Marie, Irene Joliot-Curie y
su marido Frederic, en 1935 obtuvieron otro Nóbel por sus investigaciones en el
campo de la radiactividad artificial y el descubrimiento del neutrón.
En la década de los cuarenta, cuando fue ocupada por los nazis, Francia
era el país más avanzado en las investigaciones atómicas. Es un merito de sus científicos,
entre ellos los Joliot-Curie haber impedido que los nazis se beneficiaran con
sus avances.
Concluida la Guerra, mientras sanaban las heridas de la ocupación,
Francia retomó el camino de las investigaciones
nucleares. En 1956, produjo energía eléctrica a partir del átomo, en 1960
detonó su primera bomba atómica y en 1974 inició un programa de construcción de
plantas electronucleares y construyó su primera planta para el enriquecimiento
del uranio.
Mientras por temores o prejuicios, la mayoría de los países
de Europa Occidental, dieron la espalda a la energética nuclear, Francia aceptó
la apuesta y con 59 reactores nucleares en 19 plantas, produce electricidad que
exporta a Alemania, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, Suiza y España, facturando
alrededor de 4.500 millones de euros al año.
En el ámbito militar, aunque presume de contar con una doctrina nuclear
apropiada a los fines de la disuasión, Francia realiza una constante labor de
investigación y perfeccionamiento de su arsenal y, en una inteligente maniobra,
desmanteló sus bases nucleares terrestres y colocó todos sus cohetes en submarinos y aviones, con lo cual dejó de ser
un blanco nuclear, al menos de primer impacto.
Por otra parte reiteradas fuentes atribuyen a Francia un elevado
protagonismo en el desarrollo del programa nuclear clandestino, que permitió a
Israel dotarse de un voluminoso arsenal nuclear.
Si Francia revisara el camino recorrido para acceder al Club Atómico, dominar
todas las facetas del negocio nuclear, incluyendo el ciclo completo del uranio y
ser la mayor exportadora de energía eléctrica producida en plantas atómicas,
sin afrontar la oposición de ningún país, pudiera ser más comprensiva con los
esfuerzos de otras naciones que tienen idénticos derechos a los suyos, entre
ellas Irán.
Lamentablemente no ocurre así, además de sumarse a las
presiones de Estados Unidos contra la Nación persa, el pasado mes de enero, el
presidente Jacques Chirac, al actualizar la doctrina nuclear francesa, abandonó
el tradicional tono disuasivo para adoptar un lenguaje amenazante.
Al tratar de impedir que países emergentes y con recursos
para ello desarrollen su industrian nuclear, los países que ya la poseen se
desmienten: ¿Por qué ellos si y los demás no?