Alfredo Toro Hardy
Estados
Unidos:
¿Satélite de
Israel?
HACE
ALGUNAS DECADAS Dean Rusk, secretario de Estado de Kennedy y Johnson,
pronunció las siguientes palabras:
"Israel
ha demostrado una y otra vez que no es un satélite de Estados Unidos. Es
igualmente importante demostrar que Estados Unidos no es un satélite de
Israel" (citado por Paul Findley, They Dare to Speak Out, Wesport,
1985). Más contundente aún resultaba la frase dicha en 1973 por uno de los
patriarcas del Senado, William Fulbright: "La gran mayoría del Senado
de Estados Unidos, alrededor de un ochenta por ciento del mismo, se
encuentra a completa disposición de Israel" (citado por Findley).
No
obstante, a pesar de la inconmensurable influencia del gobierno israelí en
la definición de las políticas norteamericanas hacia el Medio Oriente,
el ámbito de esa influencia se localizaba esencialmente en el Congreso.
Tal como señalaba Steven Emerson: "Reconociendo la falta de respaldo popular a la causa
árabe, las sucesivas administraciones presidenciales norteamericanas...
adoptaron una política dual: cedieron al Congreso el ámbito de las
relaciones Estados Unidos-Israel, pero asumieron para sí la
responsabilidad de proteger los intereses de las naciones árabes
moderadas" (The American House of Saud, New York, 1985).
La
fuerte influencia de Israel sobre el Congreso norteamericano se ejercía
por intermedio del "lobby" judío
en ese país. De acuerdo a Robert Trice: "El gobierno de Israel,
habiéndose encontrado en conflicto abierto con las administraciones de
Johnson, Nixon, Ford y Carter, ha recurrido tradicionalmente a los
esfuerzos a su favor de las organizaciones judío-americanas" ("Domestic
Interest Groups and Behavioral Analysis", Ethnicity and US Foreign Policy,
New York 1981). Por su parte Paul Findley, antes citado, refería:
"En la práctica
el lobby israelí actúa como una extensión informal del gobierno de
Israel". El Comité
de Asuntos Públicos
Americano-Israelí, mejor conocido por sus siglas en inglés
Aipac, constituía el
epicentro de ese "lobby". Bajo su coordinación se encontraban
centenares de periodistas judíos, estratégicamente situados en los
principales medios de comunicación, y decenas de comités de acción
política, es decir, aquella curiosa figura de la política norteamericana
encargada de financiar campañas electorales. Operando bajo el sencillo
mecanismo de la zanahoria y el garrote, Aipac ofrecía lo primero a los
legisladores que apoyaran a Israel y administraba implacablemente lo
segundo para quienes no lo hacían. Senadores de primera línea como William
Fulbright, Adlai Stevenson III, Charles Percy, William Hathaway o Robert
Jepson, vieron perder sus curules gracias a la acción de Aipac.
La
relación simbiótica entre el Estado de Israel, Aipac y el Congreso norteamericano,
no ha variado con el paso de los años. Prensa y dinero siguen
apoyando a los legisladores amigos y destruyendo a los enemigos. Lo que sí
cambió, y de manera radical, fue la correlación Casa Blanca-Congreso con
respecto a Israel. A partir del segundo
Bush, el Poder Ejecutivo se puso también en manos de Israel.
Las causas de ello las encontramos al interior del partido
Republicano. La Derecha Cristiana, el sector de mayor poder
al interior de ese partido, forjó una alianza estratégica con
Israel. A su vez los neoconservadores, la fuerza más influyente
en política exterior durante el primer período Bush, respaldan
incondicionalmente a Israel (quizás porque la mayoría de ellos son
judíos). Si Dean Rusk estuviera vivo, comprobaría que la premisa "Estados Unidos,
satélite de Israel" no admite ya dudas. Irak generó fuertes sospechas al respecto y Líbano las
confirmó. |