11/2/2007
EL
AGRAVAMIENTO DE LAS CRISIS EN ORIENTE PRÓXIMO
Bush
y el aumento de tropas en Irak
1.
• El presidente ha
malogrado la ocasión de hablar con Irán y Siria sin dar una alternativa
constructiva
SILVIA
ALCOBA
MIJAIL
Gorbachov
El
reciente discurso del presidente Bush
sobre Irak no aportó ninguna sorpresa. Era ya un secreto a voces que tenía
decidido reforzar la presencia armada norteamericana en aquel país. Con todo, su
discurso fue una decepción.
Las
tropas norteamericanas en Irak se verán cada vez más envueltas en las
hostilidades, y cada vez más serán vistas como fuerzas de ocupación. Algo que
enfurecerá en mayor medida a los iraquís y contribuirá a engrosar las filas de
los insurgentes. El mismo presidente admitió la posibilidad de que hubiera un
incremento de las víctimas iraquís y
norteamericanas.
Confiar
en que este nuevo curso genere
resultados positivos equivaldría a desconocer en su totalidad el rumbo real de
la operación militar en Irak, así como otras desgracias similares. A juzgar por
una encuesta realizada por The Washington
Post y ABC News después del discurso de Bush,
hay que contar también con la opinión de la mayoría de norteamericanos: el 61%
no ven bien la decisión del presidente, que supone un desafío a la voluntad de
los votantes, expresada con claridad.
LA
POLÍTICA
unilateralista --que no contaba con ningún apoyo internacional y que ahora es
rechazada por la opinión pública nacional-- está en franca bancarrota. Pero
intentan ensayarla una vez más. Sin embargo, tengo la convicción de que su
tiempo ya pasó. Cualquier intento por reeditar una segunda edición solo
conseguiría empeorar las consecuencias de los burdos errores estratégicos de
estos últimos años. Se necesita una nueva vía de
avance.
Tal
y como el discurso de Bush
dejó patente, esta necesidad tardará tiempo en consolidarse. La sensación es que
los dirigentes estadounidenses se han olvidado de los conocidísimos,
indispensables y añejos principios del diálogo y la cooperación para la
resolución de los problemas internacionales, que tan bien funcionaron para
liquidar la guerra fría.
Buscando
apoyo para su plan, el presidente ha enviado a su secretaria de Estado,
Condoleezza
Rice, a
Oriente Próximo. También ha anunciado que ella continuará con su labor de
intentar llevar la paz a la
región. El problema es que llevamos ya muchas oportunidades
perdidas de hacer frente a esta cuestión clave. La solución del conflicto
palestino-israelí, de acuerdo con una alternativa que implique dos estados,
cambiaría la ecuación de poder en Oriente Próximo y tendría un impacto positivo
en los temas globales. No es demasiado tarde para dar urgentemente un nuevo
empuje a este proceso.
Y
AQUÍ HAY
que recordar otra realidad: dialogar significa que no puedes citarte para hablar
solo con la gente buena. El
presidente ha malogrado la oportunidad de hablar con Irán y Siria, dos países
que están siendo reprobados con dureza, sin ofrecer ninguna alternativa
constructiva.
Me
atrevo ahora a recordar algo de mi propia experiencia. Nosotros heredamos del
anterior Gobierno soviético una situación muy dura causada por su obstinada
decisión de invadir Afganistán. Tras tomar una decisión política de retirar a
nuestras tropas, trabajamos codo con codo con las facciones afganas, con los
vecinos de Afganistán --incluidos Irán, India y Pakistán-- y con Estados Unidos,
así como con otras grandes potencias. Además, después de la retirada de las
tropas soviéticas de Afganistán, las condiciones eran las idóneas para una
reconciliación nacional y para levantar el país. No fue culpa nuestra que dichas
posibilidades no se materializaran. Ocurrió porque alguno de nuestros socios
prefirió apoyar a los extremistas, los mismos que realizaron los ataques contra
Estados Unidos el 11 de septiembre del 2001.
NO
SE PUEDEN
arreglar los problemas de seguridad, ya sea regional o mundial, ni se puede
derrotar al terrorismo internacional, aferrándose a las políticas caducas del
unilateralismo. Los mecanismos de cooperación y asociación están disponibles.
Incluyen el Cuarteto de Oriente Próximo, los seis países negociadores de la
crisis nuclear norcoreana, los distintos grupos de contacto y las organizaciones
regionales en Asia, África y América Latina, entre otros. Todos deberían ser
utilizados y revitalizados.
A
juzgar por la respuesta al discurso del presidente Bush en
Europa, en Oriente Próximo y en Estados Unidos, esas palabras decepcionaron a
mucha otra gente. Es importante canalizar esta reacción hacia una dirección
constructiva. El mundo no puede permitirse dilapidar dos años más de tiempo
valioso. Es aún posible dar un vuelco a la situación y empezar a trabajar juntos
de manera constructiva, a no ser, claro, que el aumento de la presencia militar
norteamericana en la región forme parte, desde el primer momento, de un orden
del día secreto relacionado con la invasión de
Irak.