Condenado a la
horca
Bush utiliza a
Sadam como pasquín electoral
Lisandro
Otero
Rebelión
Es conocido el viejo axioma sobre
como la historia puede ser presentada de manera diferente a la realidad si es
contada por los vencedores. Si Alemania hubiese triunfado en la Segunda Guerra
Mundial habríamos visto a Churchill, Stalin y Roosevelt en el
banquillo de los acusados en Nuremberg. Pues ese apotegma se cumple una vez más
con la sentencia pasada hace unas horas condenando a muerte, por asfixia en la
horca, al ex presidente iraquí Sadam Hussein.
Bush ha coordinado con sus
vasallos del gobierno provisional iraquí que la sentencia sea promulgada pocos
días antes de las elecciones legislativas en Estados Unidos, con lo cual trata
de reiterar su imagen de vencedor en la lucha contra los terroristas, su aspecto
de mandatario fuerte, belicoso, intransigente ante los enemigos de la patria.
Ese es el retrato que su
coordinador político, Karl Rove, le trazó para los últimos comicios
presidenciales y le permitió obtener la reelección. A Sadam le
cuesta la cabeza la posibilidad de ganar algunos escaños de más en la Cámara de
Representantes. Porque en realidad el cadáver de Sadam no aporta otra cosa al
actual conflicto de Estados Unidos. Ni con ese crimen va a disminuir la
resistencia, ni se añadirá estabilidad al gobierno títere que se tambalea
apoyado por los tanques norteamericanos. De hecho, Bagdad ha sido puesto en
estado de emergencia en vísperas de publicar la sanción. ¿Es que temen a una
reacción favorable a Sadam del pueblo iraquí?
Al terminar la operación Zorro del
desierto Sadam Hussein se apresuró a declarar que había sido una gran victoria
para Iraq. Algo similar a lo sucedido al genial Francisco de Quevedo durante un
banquete en la corte de Felipe IV. El rey recién había perdido Holanda en una
guerra y los aduladores no cesaban los encomios. Quevedo dijo ingeniosamente que
su monarca era como los pozos que se volvía más grande mientras más tierra le
quitaban. A Sadam le pasaba algo parecido.
Con los vastos recursos que le
proporcionaba el petróleo Sadam pudo convertir a Irak en un importante enclave
en el despertar islámico a los adelantos de nuestra era, a una sociedad más
abierta y moderna, sin embargo grandes capitales fueron dedicados a armar el
cuarto ejército del mundo para invadir a Irán (alentado por Estados Unidos) y a
Kuwait, en una insensata aventura. Sadam Hussein ha sido un factor de desunión
en el universo islámico. En lugar de apoyar un estrechamiento de las naciones
árabes, de buscar una hermandad acentuada entre culturas análogas, dio pie a un
expansionismo territorial que sembró rupturas y guerras entre allegados.
Desde la revolución iraní de
1979 bajo el liderazgo del ayatollah Jomeini, éste se convirtió en un implacable
defensor de los derechos nacionales, lo cual le conquistó la enemistad del
gobierno norteamericano. Los años cuando los británicos, y luego los
norteamericanos, fueron aliados del Shah Reza Pahlevi y atizadores de la
opresión del pueblo persa, se convirtieron en una fuente de odio, largamente
reprimido. Los Estados Unidos se volvieron a Irak para debilitar a Irán y
atizaron la guerra de 1980 al 88. Sadam Hussein se lanzó contra Jomeini,
bombardeando la refinería de Abadam en 1980, con la ayuda del gobierno
estadounidense. Recordemos las fotos de aquellos años donde aparece Donald
Rumsfeld estrechando la mano alegremente a Sadam. Entonces no era el demonio que
la propaganda trata de hacer ver en estos días. Esa entente pereció con la
invasión de Irak a Kuwait en agosto de 1990. La Guerra del Golfo, animada por
Bush, dio a Estados Unidos una victoria que su orgullo nacional estaba
necesitando tras la humillante derrota sufrida en
Vietnam.
Hussein intentó el exterminio de
las tribus separatistas kurdas, en el norte, dispersando gas mostaza. Tras la
invasión de Hussein a Kuwait, la Liga Árabe condenó su acción. Egipto y Siria
aportaron contingentes de soldados a la coalición contra Irak organizada por
Estados Unidos; Paquistán, Marruecos y Bangladesh también enviaron tropas,
aunque en menor número. Turquía cerró el oleoducto que lleva el petróleo iraquí
al Mediterráneo.
Sin embargo, los pueblos
árabes desataron su júbilo ante un dirigente que se atrevía a enfrentar a la
nación más poderosa del mundo. Los musulmanes proclamaron a Hussein como un
nuevo héroe del Islam, incluso en muchos círculos que censuraban el
autoritarismo totalitario de Sadam se consideró que su acción despertaba la
resistencia al gran enemigo del mundo árabe: Estados
Unidos.
La muerte perspectiva de Sadam
no significará nada para el futuro desarrollo de los pueblos árabes. Solamente
marca el desenlace fatal de alguien que tuvo una carrera incierta y sinuosa y no
supo rectificar sus errores.
gotli2002@yahoo.com
La felicidad no es hacer lo que uno quiere, sino amar lo que uno hace.
- Ernesto Che Guevara -