Acerca del nunca
más.
Henry
Engler
MD, Profesor, Facultad de Medicina y Facultad de
Ciencias
Universidad de la República, Uruguay
Consultor, Departamento de Medicina
Nuclear
Hospital Universitario de Uppsala,
Suecia
Me
parece que es vital llegar a una
situación donde la convivencia sin agresiones sea posible en Uruguay y que se
llegue a un acuerdo para que los hechos del pasado no se repitan. La base del
problema no puede ser ingenuamente planteada diciendo que a un grupo de
psicópatas en el Uruguay se le ocurrió salir a matar gente y atentar contra
la
Constitución lo que motivó que los agentes de la ley salieran a
restablecer el orden. Que por causa de los asesinatos de los sediciosos, a
algunos de los agentes del orden se les fue un poco la mano en los
interrogatorios, muriendo algún bandido y desapareciendo un par de cientos de
desconformes sin dejar rastro. O sea creer que la causa de los problemas de
Uruguay radica en que la sedición
trajo como consecuencia la reacción de los representantes del orden y allí se
armó la debacle, es de un peligroso simplismo.
Para hablar de “nunca más”, deberemos pensar el por qué
obreros, empleados, desocupados, profesionales, estudiantes, amas de casa y
algunos militares y policías que se esperaba formaran el futuro de la nación
uruguaya se convirtieron a fines de los años 60 en “sediciosos”. No fue
seguramente por causa de un virus.
Antecedentes
sediciosos
¿Qué
razón movió a Artigas, un
disciplinado militar, a convertirse en sedicioso, según sus detractores (ver la
leyenda negra sobre Artigas). Seguramente la misma razón que llevó a Aparicio
Saravia, respetable estanciero blanco a levantarse en armas contra un gobierno
déspota primero y luego otro
constitucional. ¿Por qué estas personas que no eran sicópatas, se revelaron y
empezaron, armas en mano, a derramar sangre?
De gurí sentía yo hablar de los que hicieron “Patria”.
Unos a otros se tildaban de “degolladores”. Recitadores gauchos contaban de cómo el sólo hecho de gritar por el
color del partido, podía terminar
en un cuchillazo trapero. Y se hablaba de los combates, de las batallas de
Chiquito Saravia, de Gumersindo, de
Aparicio, de Muniz, de Galarza, de Herrera , en fin…larga lista de nombres
blancos y colorados que transformaron este país en la “Tierra Purpúrea” (ver el
libro de Hudson) o sea, la tierra
teñida del color de la
sangre. ¡Una historia increíble de muertes, torturados, desaparecidos que
despobló el país!
Según la historia que me contaron, dice que se levantaron
por causa de la injusticia, de la corrupción, del acomodo, de la entrega del
país al extranjero, de la pauperización, de la marginalización de miles de
orientales, y por que al revés de lo que planteaba Artigas, los más infelices
eran consecuentemente los más perjudicados. Eso aprendimos los uruguayos en la
escuela y el liceo. Esos hombres eran los héroes, nuestro ejemplo. Eran héroes
porque no se quedaron sólo en constatar las injusticias existían sino que se
levantaron contra ellas. Con armas se levantaron. Y hoy no se los considera
“sediciosos asesinos”. Pero ayer,
por algunos, sí.
Cuando obreros, estudiantes, empleados, desempleados,
profesionales, maestros, profesores, amas de casa y algunos militares,
entendieron, en la década de los 60, que la clase que mandaba había vuelto a la
injusticia, a la corrupción, al acomodo, a la entrega del país al extranjero, a
la pauperización, a la marginalización de miles de orientales, empezaron las
protestas. Protestas en la calle.
Protestas y asesores para el
“desarrollo”.
Y las
protestas terminaron en una represión virulenta, con muertos, dirigida desde la
jefatura de policía, todo esto, amparado por el gobierno. A nuestro país
vinieron asesores norteamericanos para “desarrollarnos”. Mitrione, agente del FBI, introdujo las novedosas escopetas de
caño recortado: las “anti-riot”, y enseñó que la manera de disuadir a los
“comunistas” que protestaban era la muerte. (Y protestar por supuesto era ser
comunista).
La tortura,
que consuetudinariamente se aplicaba durante los gobiernos “democráticos” a los
presos comunes, se extendió lógicamente a los descontentos políticos. Mitrione
venía de Brasil, de crear con Fleury los “escuadrones de la muerte”, formados
por policías, militares y la escoria fascista que siempre está al servicio de la
arbitrariedad. En Montevideo se creó el escuadrón local con integrantes del
gobierno democrático (Acosta y Lara), la policía (Campos Hermida, Castiglioni,
Panisolo, Bardesio, Macchi, Lucas, etc, etc, etc; algún militar (Motto) y los fascistas
locales (Sofía y sus compinches).
Las primeras desapariciones (Ayala, Castagneto,
Filippini) ocurrieron en plena “democracia” bajo la mano de este equipo.
Filippini fue hallado poco después en la Rambla acribillado a balazos por el “comando
caza-tupamaros”. Ayala y Castagneto, no han aparecido. Me consta que Castagneto
descansa en el fondo del Río de la Plata, donde fue arrojado con un bloque de cemento
en los pies. Las primeras ejecuciones no vienen de la dictadura sino que
ocurrieron en plena “democracia”, cuando Zabalza, Salerno y Cultelli fueron
ajusticiados después de haber entregado sus armas y levantar las
manos.
Si no hubiera sido por los muertos estudiantiles (Liber
Arce, Susana Pintos, Hugo de los Santos, etc, etc) yo no hubiera decidido
ser tupamaro. Sin esas condiciones,
no podrían haber existido los tupamaros, porque jamás hubieran podido
crecer.
De modo que de causa a efecto, no se puede hablar de
“nunca más” mientras existan condiciones que inciten a reacciones violentas.
Mientras existan la injusticia, la corrupción, el acomodo, la entrega del país
al extranjero, la pauperización, a la marginalización de miles de orientales, la
represión, la tortura, la discriminación, no podemos librarnos de un destino,
que indefectiblemente sigue el rumbo que trazaron nuestros héroes: Artigas,
Oribe, Rivera, Saravia, Herrera, Batlle y
Ordoñez, Sendic. Nuestros héroes no fueron santos. Fueron hombre de armas
tomar. Fueron hombres que no aceptaron transar con la corrupción y se mancharon
las manos de sangre. Hombres que cometieron errores e injusticias, pero que son
los que nos legaron este país. Que
es nuestro país. Que debe ser nuestro país.
Tupamaron y
militares
Cuando los jóvenes militares se encontraron con los jóvenes tupamaros, descubrieron que
el país estaba podrido hasta los tuétanos. De uno y otro bando, éramos muy, muy
jóvenes. Y como algunos militares
eran honestos, pensaron que había que cambiar las cosas. Se asombraron de tanta
mentira establecida y llegaron (como en el caso del entonces coronel Trabal) a
pensar que las banderas de los tupamaros eran dignas de ser levantadas. Eso le
costó la vida. Porque los otros, los que sabían que podían usufructuar el
sistema podrido, se quedaron con el poder absoluto.
Así vino el fascismo al Uruguay. No por los Tupamaros.
Porque cuando el Ejército decidió violar la Constitución derribando el gobierno que existía, ya
nos habían derrotado militarmente. La ambición de tomar el poder existía desde
hacía mucho en un grupo de malos militares admiradores no solo de Von Clausewitz
sino de Hitler.
Algunos de los militares jóvenes, los que pelearon contra
los tupamaros, los que discutieron y al fin entendieron que no éramos sicópatas, fueron
desparramados por lugares con poco mando. Y algunos la pasaron mal por darse
cuenta de cómo eran las cosas. Y nosotros, los peligrosos que “le lavábamos” la
cabeza a estos militares, fuimos a parar a los agujeros, como
rehenes.
Después quedó el
fascismo…
Entonces los individuos que medraban en la mediocridad,
encontraron la chance de encaramarse en posiciones que jamás podrían haber
ocupado por méritos propios. Esos son los que sostuvieron a la dictadura
militar. Los ciudadanos clase “A”. Los lacayos. Los que como un corcho flotan
hoy infiltrados en sectores de los
partidos tradicionales y desde allí reflotan la “historia” fascista, basada en
declaraciones arrancadas por la tortura. Son los “legitimadores” de la dictadura
que siguen difundiendo los comunicados de las “fuerzas conjuntas” como la
“verdadera” historia nacional.
En este país, el primer sinceramiento para que los hechos
no se repitan tendría que haber venido de los políticos corruptos que llevaron
el país a esta enorme tragedia de la que todavía no podemos salir. ¿Por qué no
salen a reconocerlo?
Nosotros, los tupamaros,
denunciamos los negociados, la evasión de capitales nacionales hechas por
los señores ministros del gobierno colorado de Pacheco, las empresas fantasmas
como la financiera Monty, la infidencia, la tortura como método normal de
interrogatorio. ¿Quién se responsabiliza por la dilapidación de los bienes de
nuestro país? ¿De las muertes por desnutrición, por hambre, por frío, por
enfermedades curables?
Sin
esto, no hubiera habido tupamaros tirando tiros y asaltando bancos y los
militares hubiesen seguido tomando mate y grapa en los cuarteles y no se les
habría metido en la cabeza de que torturar era importante, porque sino no
se obtiene información y nadie
hubiese desaparecido. Y yo me
habría dedicado a la medicina en lugar de terminar como fakir involuntario en la
trituradora militar.
¿Como
podremos decir que las que las
cosas del pasado no van a suceder más? Estas cosas pueden volver a pasar si las
condiciones que las generaron se repiten. Esto es lo más espantoso: que otra vez
se den condiciones para una
rebelión armada.
Por
eso importa que aparezcan para reconocer su papel en esta tragedia, los que
amasaron sus fortunas con el producto común de la sociedad y que se sentaron en
los cómodos sillones gubernamentales para robar descaradamente y generar la
miseria que todavía mancha la faz del Uruguay y de la cual es tan difícil salir.
Que
empiecen ellos, a decir que la
responsabilidad primera es de ellos y sus antecesores. Y que reconozcan que esto
empezó cuando ellos abandonaron los principios de justicia de Artigas, de
Saravia, de Battle y Ordoñez para dedicarse a saquear el
país.
Que
reconozcan que sin ellos, el enfrentamiento entre tupamaros y militares no
hubiese ocurrido nunca.
Y por
ahí estaremos dando el primer paso
adelante para que nunca más pase lo que
pasó.