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Wikileaks: Venezuelan ambassador Freddy Balzan emails 2005-2008

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OPTICA MUNDIAL

Ponerle un cascabel al gato

            Esta nueva agresión armada del ultra-reaccionario gobierno de Israel contra un país vecino, el Líbano, y obviamente en una forma orquestada desde Washington, ha tenido acá en Venezuela una repercusión realmente sin precedentes. Tanto el gobierno nacional como la opinión pública en general han condenado vivamente a los agresores, probablemente tomando en cuenta el riesgo que corremos ahora los venezolanos de ser víctimas de una acción similar y con cualquier pretexto.

            Poca duda cabe de que esta vez lo ocurrido no es un mero episodio de la interminable serie de confrontaciones armadas que desde hace ya seis décadas caracteriza a esa martirizada parte del mundo. Estamos ante una situación de proliferación global de conflictos, atizados sin duda por los círculos guerreristas yanquis que encabezados por el clan Bush han caído en la tentación de intentar apoderarse del mundo entero, basados en la falacia de la unipolaridad.

            Es en este contexto que se expresan actualmente fuertes críticas a la Organización de las Naciones Unidas (ONU), bajo la errada suposición de que no hace nada al respecto.

            Por eso quiero hoy, ya próximo el 3 de septiembre, referirme a la experiencia vivida a partir de igual fecha del año 1939, cuando los gobernantes de Francia y Gran Bretaña se decidieron a declararle la guerra a la Alemania nazi y así ponerle freno a las alocadas ambiciones de dominación mundial que manifestaban entonces los monopolios alemanes.

            La comunidad internacional, representada en aquel tiempo de entre las dos guerras por la llamada Sociedad de Naciones, también fue acusada de no hacer nada por detener las agresiones hitlerianas. Todos acá, de lejos, aplaudimos la decisión valiente de franceses e ingleses de salir a ponerle una camisa de fuerza al loco de Hitler. Cosa que sólo se logró tras seis años de guerra extremadamente cruel y al costo de unos cincuenta millones de vidas humanas.

            Si algo debería ya haber aprendido la humanidad es que la guerra es un negocio, o sea mejor dicho, un buen negocio para unos pocos, y mal negocio, el peor de los negocios, para los pueblos. Sin embargo debe hacerse una diferencia, al juzgar a las partes en conflicto, entre el agresor y el agredido. Por lo tanto, desde un punto de vista ético es necesario condenar toda agresión como una violación de los principios de convivencia humana que son el fundamento del Derecho Internacional. Y allí surge, precisamente, la conveniencia de tener un instrumento jurídico con un sistema de sanciones.

            Todo esto, digo yo, está muy claro en teoría, pero la cuestión está menos clara en cuanto a la manera de llevar esa teoría a la práctica. Hasta hoy las únicas ideas concretas sobre el particular son las que se expresan en el texto de la Carta de la ONU, una construcción jurídica compleja y con notables deficiencias, pero ajustada a la realidad de un mundo comandado por una minoría, la de las grandes potencias, que priva por encima de la mayoría, la formada por las medianas y pequeñas potencias.

            En lo inmediato, vamos a tener en este entrante mes de septiembre dos foros de significación mundial, ambos muy importantes. Primero, en La Habana se reúnen los representantes de los países que forman el Movimiento de los No Alineados, entre los cuales por cierto hay también descarados agentes de Washington. Y de seguidas pasarán esos mismos diplomáticos con sus caras muy lavadas a Nueva York, para la Asamblea General anual de la ONU. Ese es el juego de la diplomacia, que le choca a los pueblos, y al cual tendremos que resignarnos mientras en el mundo tengamos unas grandes potencias regidas por el sistema económico del capitalismo.

            Es ese sistema el que genera locos criminales como el tal Baby Bush y nadie sabe cómo ponerle su camisa de fuerza sin arriesgar millones de vidas, es decir, cómo ponerle un cascabel al gato imperialista..

 

            & nbsp;             ;            &nb sp;            & nbsp;             ;            &nb sp;      Jerónimo Carrera

 

            & nbsp;             ;            &nb sp;            & nbsp;             ;            &nb sp;            & nbsp;     (Publicado en el Semanario La Razón, Nº 607,

            & nbsp;             ;            &nb sp;            & nbsp;             ;            &nb sp;            & nbsp;     Caracas, domingo 27 de agosto de 2006)

 

 


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