PARA QUIEN ES LA TIERRA PROMETIDA, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: PARA QUIEN ES LA TIERRA PROMETIDA

PARA QUIEN ES LA TIERRA PROMETIDA

 

                                                                         Jorge Gómez Barata

 

El holocausto judío, conmovió la conciencia universal. Junto al repudio al fascismo creció un sentimiento de compasión hacía las víctimas. Cuando en aquel ambiente, en 1948 se conoció la iniciativa de constituir un Estado judío, la idea disfrutó de aceptación. 

Según se dijo entonces, la fundación de Israel era de vida o muerte para construir un refugio donde los judíos dispersos por todo el planeta estuvieran a salvo de las persecuciones de que eran objeto. La idea acogida por la Organización Sionista Mundial, fundada en 1897 trataba de dar respuesta al auge del antisemitismo que hacía peligrar la vida de los hebreos.

La posibilidad de viajar a Palestina con el apoyo y bajo el amparo de la Organización Sionista Mundial y de la Agencia Judía fue una opción, sobre todo para los judíos pobres que carecían de otras alternativas para salvar la vida. Ese proceso aumentó sostenidamente la presencia hebrea en Palestina.  

Al concluir la Primera Guerra Mundial, como parte del reparto del mundo, la Sociedad de Naciones otorgó a Gran Bretaña un mandato para administrar a Palestina, circunstancia aprovechada por la pérfida Albión para prometer a los sionistas, facilidades para fundar allí un “Hogar Nacional”. La Organización Sionista Mundial le tomó la palabra e incrementó la emigración de los judíos europeos, cuya existencia peligraba por el auge del fascismo en la década del treinta.

Entre la llegada de Hitler al poder en 1933 y 1939, fecha de inicio de la II Guerra Mundial, unos 300 mil judíos huyeron de Alemania y Austria, a los que más tarde se sumaron los de toda Europa que trataban de alcanzar los Estados Unidos, Canadá, Suiza, Australia, América Latina y Palestina, proceso que hizo crecer exponencialmente la presencia judía en Palestina donde, en 1845 vivían apenas 12 000 y, cien años después, más de medio millón.

Cuando finalizó la Segunda Guerra Mundial y los judíos, muchos de ellos sobrevivientes del holocausto se sintieron libres de elegir, cerca de 400 000 viajaron a los Estados Unidos, otros se integraron en sus países y muchos marcharon a Palestina.

Después de ese proceso, el mayor aporte de emigrantes hacía Israel provino de la antigua Unión Soviética donde, con Mijaíl Gorbachov se suavizaron las restricciones para emigrar. En realidad los judíos soviéticos no tenían una predilección especial por Palestina y, de ser admitidos, muchos hubieran viajado a Estados Unidos, Canadá u otros países europeos.

La población judía mundial es aproximadamente de unos 15 millones de personas. Seis millones de ellos viven en Israel cuya población es de cerca de 7 millones de habitantes. De ellos, alrededor de un millón no son judíos y cerca de tres millones han nacido allí. En 58 años no llegan a cuatro millones los judíos que han emigrado hacía Israel. ¿Dónde están los otros? ¿Por qué todos no están en Tierra Prometida?

En Estados Unidos viven unos cinco millones de judíos, medio millón radican en los territorios de la antigua Unión Soviética, 100 000 están en Alemania y existen importantes colonias hebreas en toda Europa, en América latina, Japón y decenas de otros países. Por añadidura alrededor de un millón de personas que nacieron o vivieron en Israel, se marcharon de allí para radicarse en otros países.

A lo largo de los últimos 150 años, lo que hubo de Europa hacía Palestina no fue una emigración judía, sino una huida que se incrementó  durante el régimen nazi. Lo que impulsó a los judíos hacía Palestina no fueron añoranzas bíblicas ni piadosos sentimientos religiosos, sino razones prácticas. Se trataba del único lugar donde era posible llegar de modo expedito y con apoyo de la Agencia Judía. De haber obtenido facilidades y visa, muchos hubieran preferido viajar a los Estados Unidos u otros países.

De hecho, no sólo a las dos terceras parte de los judíos de todo el mundo no les interesó ni les interesa emigrar hacía Israel. La Tierra Prometida es para ellos una postal o una referencia, no un lugar para vivir.

Tal vez al finalizar la II Guerra Mundial lo más inteligente hubiera sido combatir el antisemitismo europeo, poner fin a la discriminación y a las persecuciones hacía los judíos y no exponerse a iniciar una aventura cuyos resultados están a la vista. A los trágicos hechos asociados al holocausto y a la idea de constituir un Estado judío se han sumado intereses geopolíticos imperiales a los que mucho les convienen los mitos.

Aunque los judíos no son un pueblo elegido ni con derechos especiales, tampoco son criminales, como no lo fue el pueblo alemán. El fascismo, antes y ahora, en Europa o en el Medio Oriente, es otra cosa, una aberración que es preciso detener.