La
Patria es
América
HOMENAJE A ALÍ GÓMEZ
Por. Freddy Balzán M.
Este martes 8 de mayo de 2007, se cumplen 22 años de la prematura
desaparición física en Nicaragua, del internacionalista, Capitán Alí Gómez García
(33), quien dejó como herencia para las
futuras generaciones además de su heroico ejemplo, numerosos artículos, cartas
y dos valiosos libros: “Falsas, Maliciosas y Escandalosas Reflexiones de un
Ñangara”, que obtuvo el Premio Casa de las Américas, en 1985 y “Francisco de Miranda, Peregrino de la Libertad”, ambos editados por la Alcaldía del Municipio Libertador: el primero en 1995 y el
segundo, diez años después.
El jurado que le otorgó el Premio Testimonio compuesto
por los destacados intelectuales de
América Latina: Frei Betto
(Brasil), Enrique de la Osa (Cuba), José Miguel Varas (Chile) y Carlos Navarrete
(Guatemala), resaltaron en su veredicto, “la maduración ideológica de un joven que
paso a paso hizo suya la causa revolucionaria y la acertada reinterpretación
que logró en su libro en torno a la vida y acción americanista del Libertador
Simón Bolívar”
Alí, nació en Caracas,
el 13 de noviembre de 1951, vivió con
sus padres Alí y Matilde, en la
parroquia La Vega, donde conoció a su esposa Raquel, con quien procreó a Toribio, (mugre) y años
después a Fania y Nicanor Sandino,
nacidos en Nicaragua. En su adolescencia participó como luchador social al lado
del sacerdote Francisco Wuitack, en 1965, en la construcción de la capilla del barrio
Los Paraparos y estudió cuatro meses de medicina en la Universidad Central (UCV). Sus
ratos libres, los dedicaba a la causa de los pobres demostrando en todo momento hermosas virtudes
que lo acompañaron en su vida como un
verdadero hombre nuevo por su humildad, honestidad y sensibilidad, ayudando a leer y escribir a los analfabetos,
impartiendo cursos gratuitos a los estudiantes que tenían que reparar
matemáticas, biología o química, o reunido con ellos para aconsejarlos sobre
los peligros del alcoholismo y las
drogas.
Conocida su gran sensiblidad
y claridad política, no tiene porque
extrañar que en la etapa siniestra de suspensión indefinida de la Constitución Nacional y de todas las libertades y brutal represión que
sufrieron los sectores populares en los gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, en la década de los años 60, Alí, asumiera con gran
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nobleza, maduréz y valentía lo que consideraba su responsabilidad y
abandonara todo, para incorporarse en
1967 al movimiento revolucionario de la Izquierda
Cristiana y luego a
las bases urbanas del grupo guerrillero FLN-FALN y a los 17 años a las guerrillas rurales de la
organización PRV-FALN, en el Estado Yaracuy., en el Frente Guerrillero “José
Leonardo Chirinos”, donde permaneció hasta 1978, cuando fue enviado a Honduras,
para apoyar la lucha armada del Frente Sandinista de
Liberación Nacional (FSLN), contra la dictadura de Anastasio Somoza en Nicaragua. Poco tiempo después tuvo que regresar
a Venezuela en abril de 1979, a raíz de
la división del PRV-FALN. Sin embargo algunas semanas más tarde volvió a
Centroamérica, para sumarse de nuevo al
FSLN, que el 19 de julio de ese mismo año,
logró la victoria y la huida del tirano. Luego, participó como fundador de la Policia Sandinista, en el
puesto fronterizo de “Peñas Blancas” y posteriormente pasó a formar parte de la Seguridad del Estado en Masaya, ocupó diferentes responsabilidades en el
Ejercito Popular Sandinista y finalmente, en las
Tropas Especiales “Pablo Ubeda”, hasta su caída en el
cumplimiento del deber revolucionario, el 8 de mayo de 1985, cuando el Comandante de la
Revolución y
Ministro del Interior Tomás Borge, en medio de un
multitudinario sepelio en Managua, lo ascendió en forma póstuma al grado militar
de Capitán, en medio de lágrimas populares y de imborrables honores. En su
lápida, en el cementerio de Managua, al lado de las tumbas de otros héroes y heroinas sandinistas, se puede
leer una de sus frases preferidas del Libertador: “La Patria es América”. (fin)