periodista que lo
entrevistó. El mismo día que Hugo Chávez habló del diablo y el
azufre en la ONU, su embajador fue víctima de una manipulación
mediática de Terra, La Segunda y El Mercurio.
Tal como estaba
calculado, ese mismo día hubo una reacción histérica de la
Cancillería, con el apoyo “espontáneo” del “eje del mal” criollo, o
sea la UDI, RN, la derecha DC, la derecha PPD
y todo aquello que si no huele a “azufre” hiede a pinochetismo sin
Pinochet, un olor que proviene incluso desde sectores que adversaron
a su dictadura y hoy exhiben un diploma falso de “progresistas” o
“no-reaccionarios”.
Así como en EEUU se unieron republicanos
y demócratas para satanizar a Chávez porque, en realidad, Bush no
sería el diablo ni olería a azufre, aquí en Chile ocurrió algo
similar. Parecido pero no igual porque en EEUU por lo menos
la cadena
CNN le dio tribuna a Chávez y a su canciller,
Nicolás Maduro.
El primer paso en la trampa que pisó Delgado
fue una entrevista con José Luis Riffo M., de Terra.cl. La nota
habría pasado desapercibida si inmediatamente no aparece en La
Segunda, El Mercurio y Cia. De paso, la Cancillería tomó decisiones
super rápidas basadas en información sesgada de la prensa de Agustín
Edwards, quien ya manipula varias agendas gubernamentales.
Y
a diferencia de lo acontecido con el Papa, aquí no se acepta la
explicación de Delgado de que no pretendió ofender ni inmiscuirse en
política interna. El Embajador de EEUU dice constantemente lo que
Chile debe o no hacer, pero nadie se queja. Gran parte de la clase
política interviene a diario en la política de Venezuela, a cada
rato opinan que Chávez es un dictador que no permite la libertad de
prensa e invitan a personajes de la oposición para que desprestigien
su gobierno, pero nadie reclama, ni siquiera Venezuela.
Pero
¿qué fue lo dijo Delgado?:
Terra: Pero el voto de Chile sigue
siendo importante para Venezuela.
Delgado: Nosotros hemos
sido muy respetuosos. Yo como venezolano aspiro a que Chile nos
apoye, pero si la Presidenta determina no votar por Venezuela, en
ningún momento eso va a afectar nuestra relación. Son 190 países y
si en estos momentos tomáramos una fotografía de los que se han
pronunciado a favor nuestro, nos hace ser optimistas. No estamos
enfrentándonos a Guatemala, estamos enfrentándonos al imperio porque
los Estados Unidos no quieren que Venezuela sea parte del Consejo de
Seguridad y están ejerciendo todo su poder para impedirlo.
Terra: ¿Usted cree que Chile ha recibido presiones de parte
de Estados Unidos?
Delgado: Sería una falta de respeto pensar
que Chile será influenciado, porque la Presidenta lo ha dicho: la
decisión la toma ella, la posición de Chile es de autonomía y no
acepta ningún tipo de presión, lo que nos deja muy satisfechos.
Terra: ¿Tampoco presiones internas, de los mismos partidos
de la Concertación o de la oposición?
Delgado: A mí me ha
sorprendido que en ningún otro país del mundo, el apoyo a Venezuela
se haya convertido en algo de discusión interna, como ocurre en
Chile. Veo que hay una discusión permanente respecto a si un partido
o la presidenta de un partido están a favor de Venezuela.
Terra: ¿Por qué cree que el apoyo de Chile a Venezuela
despierta tanto interés entre los partidos
políticos?
Delgado: No tengo la respuesta.
Yo me he preguntado muchísimo eso y me llama
poderosamente la atención. En todos los países, la
política exterior es manejada por el Presidente y es increíble cómo
este tema se ha transformado en un toma y dame. Estamos conociendo
quiénes son nuestros verdaderos amigos y muchos de los que se oponen
al ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad, apoyaron el golpe
de Estado a Chávez en abril del 2002.
Terra: ¿Se refiere a
la presidenta de la DC, Soledad Alvear, que en aquella época era la
canciller de Chile?
Delgado: El día 12 de abril de 2002, el
comunicado del Departamento de Estado norteamericano, apoyando el
golpe de Estado contra Chávez fue el mismo texto de la Cancillería
chilena. Es bastante casual.
Terra: ¿Considera a la DC como
la piedra de tope para que el gobierno chileno no exprese su apoyo a
Venezuela?
Delgado: La posición de la Democracia
Cristiana con Chávez es la misma que tuvieron con
el Presidente Allende. No me extraña esa actitud, la DC se opuso al
proyecto socialista, progresista y renovador del Presidente Allende
y se opone al mismo proyecto del Presidente Chávez. Hay una
organización internacional que se llama la ODCA (Organización
Demócrata Cristiana de América) cuyo presidente es el esposo de
la
señora Soledad Alvear, señor Gutenberg Martínez, y
esa entidad apoyó el golpe de Estado en Venezuela.
Comentario
Primero y principal,
Delgado no mencionó a Soledad Alvear, senadora y presidenta del
Partido Demócrata Cristiano, que en este caso sería la víctima de
las “ofensas”, como Bush en EEUU. Lo hizo Terra.
El
comunicado de la Cancillería chilena del 12 de abril de 2002
existió. Todavía está en la página web del ministerio de RREE (Ver
http://www.minrel.gov.cl/webMinRel/home.do?sitio=1).
El gobierno de Chile, constituido por partidos que lucharon contra
una dictadura militar, justificó en menos de 24 horas el golpe
militar de EEUU en Venezuela. El Presidente era Ricardo Lagos y en
la Cancillería estaba Soledad Alvear, quien ha presionado
públicamente para que el gobierno vote contra Venezuela en
la ONU.
Son hechos reales, no ofensas.
También es
verdad que en el golpe en Venezuela participaron la
Organización Demócrata Cristiana Americana (ODCA) y
el partido demócrata cristiano local, llamado Copey. José Rodríguez
Iturbe, secretario general de la ODCA fue canciller del gobierno de
24 horas que surgió del golpe militar. Apoyaron también a esa
dictadura efímera muchos otros copeyanos como José Curiel. José
María Aznar, entonces jefe de gobierno de España y su Partido
Popular, afiliado a la ODCA, apoyaron con entusiasmo el golpe. Que
Soledad Alvear esté casada con Gutenberg Martínez, presidente de la
ODCA, es casi una noticia para las páginas sociales.
También
está en la historia política reciente que la DC chilena apoyó el
golpe militar de Pinochet contra Salvador Allende, con la honrosa
excepción de 13 personas que arriesgaron su libertad para
pronunciarse contra la ruptura institucional de Chile el día 13 de
septiembre de 1973, a las 48 horas, cuando reaparecieron los
diarios. Entre esos 13 hombres notables, que pasaron a la historia
de la decencia, se encuentra el actual ministro del Interior de
Michelle Bachellet, Belisario Velasco, y el embajador en Venezuela,
Claudio Huepe. Y muchos otros fallecieron, entre ellos los líderes
fundacionales de la DC Bernardo Leighton Guzmán y Radomiro
Tomic Romero.
Amplios sectores progresistas de la sociedad
chilena se solidarizaron con Delgado, tales como el senador PS
Alejandro
Navarro, el diputado radical Alejandro Sule y
numerosas personalidades de ese partido que distribuyeron un
comunicado. También lo hicieron el Partido Comunista y muchísimas
individualidades que asistieron a un seminario el viernes convocado
por la Embajada sobre “El actual proceso de cambio en Venezuela”, al
que concurrió el diputado caraqueño Rodrigo Cabezas Morales, quien
ejerce también la docencia en su país.
Pero claro, la verdad
duele. Y la historia también causa dolor… e incluso cierto
nerviosismo, en personajes como Soledad Alvear, en la derecha de la
DC, de El Mercurio, de los próceres del pinochetismo sin Pinochet,
la derecha de la Concertación gobernante y de todo lo más
reaccionario de la chilenidad. Con estas cartas sobre la
mesa, el gobierno tiene que definir de una vez cómo votará en el
Consejo de Seguridad. Y las palabras de Delgado fueron mucho menos
intervencionistas que las frecuentes opiniones (y mentiras) que los
seguidores de Washington vierten en Chile a cada rato sobre
Venezuela.
La pretendida “injerencia en los asuntos internos”
no es más que un pretexto de cara al voto en la ONU. En
Chile existe nominalmente un gobierno “socialista”,
porque la Presidenta pertenece al partido que lleva ese nombre, pero
el ejercicio real del poder co-participan otros sectores, que
controlan también la economía, la televisión y los grandes medios de
comunicación. No ganaron las elecciones, pero tampoco se nota que
las hayan perdido. Y, claro, a esa gente no le gustan Chávez ni lo
que pasa en Venezuela, no sólo por ideología sino porque también
subyace una cierta dosis de racismo, ya expresado en varias
opiniones públicas. Falta por saber qué decidirá Chávez respecto a
la petición de que se vaya su Embajador en Santiago y cómo y cuando
decidirá Bachelet el voto en la
ONU. |