Por lo menos,
en los últimos días un avión militar de Estados Unidos sobrevoló la Triple
Frontera entre Argentina, Brasil y Paraguay, y permaneció durante cuatro
horas en el aeropuerto brasileño de Foz de Iguazú.
Sin dar fecha exacta de los hechos, el diario argentino La Nación
–habitual portavoz de la embajada de Estados Unidos en Buenos Aires -
consignó este domingo que se trató de “gigantesco DC – 10”, que llevaba 35
militares del Pentágono.
La máquina habría partido de Manaus, paso por Brasilia, y tras
sobrevolar la Triple Frontera, despegó de Foz de Iguazú, “probablemente
con rumbo a Asunción de Paraguay”.
El consulado estadounidense en San Pablo, Brasil, informó que los 35
militares “realizan un paseo por la región, como premio al desempeño de su
funciones”.
La semana pasada, la prensa argentina -en particular el diario Clarín,
también con sólidos contactos con la embajada de Washington- desempolvó un
viejo tema de la agenda estadounidense en la región: la preocupación de
Estados Unidos por la supuesta actividad de “terroristas” del Hezbollah en
la Triple Frontera.
Con esa excusa, las agencias de inteligencia y de seguridad de Estados
Unidos vienen operando sobre sus colegas de Argentina, Brasil y Paraguay,
y lograron establecerse en el área.
La presencia de un avión del Pentágono en el corazón geográfico de
Mercado Común del Sur (Mercosur) en momentos que Estados Unidos e Israel
están empeñados en una verdadera acción militar de exterminio sobre
libaneses y palestinos, es, por lo menos, muy preocupante.
Sobre todo, porque en esas agresiones se amparan en las mismas
falsedades que se han argumentado para intervenir en la Triple Frontera:
la lucha contra el “terrorismo” de Hezbollah, cuando en realidad esa
organización política y social es la que lleva adelante la heroica y
patriótica resistencia de los libaneses contra las agresiones israelíes -
estadounidenses.
Las tergiversaciones y mentiras enarboladas por Estados Unidos sobre la
Triple Frontera llevaron al periodista argentino Víctor Ego Ducrot
–director de APM -, en junio de 2002, a publicar el siguiente artículo,
que a continuación reproducimos en forma parcial.
Los poderes imperiales mienten al afirmar que el punto de encuentro
territorial entre la Argentina, Brasil y Paraguay es un enclave del
terrorismo internacional, fundamentalmente de origen islámico. Al servicio
de las corporaciones financieras globalizadas, Estados Unidos y sus
mandatarios en distintos sitios del orbe quieren encubrir la verdadera
naturaleza de su acción: apropiarse de los recursos económicos
estratégicos y ocupar militarmente a Sudamérica, para proteger sus
intereses de dominación. El autor de esta nota es periodista y escritor.
La caracterización de la Triple Frontera entre la Argentina, Brasil y
Paraguay como centro de operaciones del "terrorismo islámico" es una
patraña más del gobierno de los Estados Unidos. La misma esconde la
necesidad que tiene la facción dominante del Imperio Global Privatizado
(IPG) de contar con una excusa política para desarrollar allí una base de
operaciones militares al servicio de sus intereses estratégicos.
Primero revisaremos algunos de los tantos casos que demuestran las
falacias argumentales de Estados Unidos. Falacias y mentiras similares a
las tareas de desinformación desplegadas por Washington para justificar su
ataque contra Afganistán después de los episodios del 11 de septiembre
pasado, ya que nunca probó la participación de Osama ben Laden en aquellos
atentados. Falacias y mentiras también como las utilizadas en los últimos
días respecto de un supuesto peligro de inminentes ataques radioactivos
para justificar una inyección de 4.000 millones de dólares en su
presupuesto defensivo. Luego analizaremos cuál es la verdadera naturaleza
política y cuál la red de intereses que se esconden detrás de la campaña
norteamericana en la Triple Frontera, campaña que cuenta con el apoyo de
los gobiernos de la región, dependientes y alineados con los intereses del
IPG.
Caso 1.- El 21 de setiembre del 2001 la BBC de Londres afirmó: en un
vasto operativo, efectivos de la brigada especial de la policía paraguaya
fuertemente armados y vistiendo pasamontañas detuvieron a catorce
libaneses y decomisaron computadoras en la ciudad de Encarnación, en el
sur del país. En un despliegue similar en Ciudad del Este, un ciudadano de
origen indio fue detenido porque su nombre figura en la lista de buscados
del FBI, aunque su abogado aseguró que se trata de un caso de homonimia.
El comandante de la policía de Paraguay, Blas Chamorro, explicó que las
detenciones son parte de la operación de control redoblado que vienen
haciendo las Fuerzas Operativas Policiales Especiales desde los atentados
contra las Torres Gemelas y el Pentágono en los Estados Unidos. Días
después, las autoridades de Asunción debieron liberar a todos los
detenidos porque no consiguieron prueba alguna que sostuviese sus
acusaciones.
Caso 2.- En tanto, desde Washington, el Departamento de Estado de
Estados Unidos advertía que la región de la Triple Frontera (donde
convergen las ciudades de Puerto Iguazú, de Argentina; Fox de Iguazú, de
Brasil, y Ciudad del Este, de Paraguay) es un foco de movimientos
islámicos extremistas. Mencionaron células de Hamas y de Hezbollah.
Voceros policiales de Paraguay dijeron que en Ciudad del Este se han
instalado facciones de grupos como la ultrarradical Al Gammat Al Islamiya
(Jihad Islámica), de Osama ben Laden y de Al Moqwama, del grupo pro iraní
Hezbollah, además de la organización pro palestina Hamas. Ni Asunción ni
Washington, en ningún caso, ofrecieron pruebas de sus observaciones y
acusaciones.
Caso 3.- El 19 de noviembre del 2001, el analista Yerko Montero
escribió en el periódico La Razón de Bolivia que el presidente del Brasil,
Fernando Henrique Cardoso, se había reunido con su homólogo
norteamericano, George W. Bush, a fin de mantener contactos fluidos sobre
los movimientos de los presuntos terroristas islámicos en el punto
fronterizo entre Brasil, Argentina y Paraguay. Nuevamente faltaron las
pruebas, pues ni Cardoso ni Bush pudieron aportarlas.
Caso 4.- Sobre el mismo asunto Montero recuerda el artículo U.S.
Coalition Against Terrorism should include Latin America, del analista
político Stephen Johnson, adscrito a Heritage Foundation, que coincide con
la preocupación de los mandatarios y especifica otro tipo de actividad
terrorista en la región. La citada nota periodística afirma que diez de
las treinta organizaciones que dirige Osama ben Laden se sitúan en América
latina. En la Triple Frontera, afirma el artículo, Paraguay es un huésped
involuntario. Sus despobladas fronteras con la Argentina y Brasil han
atraído a traficantes de drogas y armas así como a terroristas sospechosos
ligados al Grupo Islámico Egipcio, al pro iraní Hezbollah y al pro
palestino Hamas, que circulan en una larga comunidad de inmigrantes,
afirma el autor.
Expertos allegados al presidente George W. Bush sostienen que Estados
Unidos necesita una política regional que fortalezca su actividad de
inteligencia, desarrolle estrategias de defensa cooperativa, revitalice
las economías débiles, se realicen programas antiterrorismo, y se promueva
el respeto de la ley. Si falla, dará luz verde a los terroristas para
realizar poderosas alianzas en la región al sur de su territorio.
Caso 5.- El 14 de enero de este año, las agencias de noticias
internacionales informaron que una misión de legisladores norteamericanos
viajó a Paraguay para visitar la zona fronteriza con Argentina y Brasil,
área que se especula sirve de residencia para grupos extremistas
islámicos. Con anterioridad a la visita de los legisladores, Paraguay
había recibido, en diciembre último, al coordinador antiterrorista del
gobierno estadounidense, Francis Taylor, quien también estuvo en Ciudad
del Este. En ambos casos, los jerarcas norteamericanos aseguraron que la
Triple Frontera es "un nido" de terroristas islámicos, pero -otra vez-
nadie vio las pruebas.
Caso 6.- Pese a que ninguna de las investigaciones policiales que
vienen hostilizando a los más de 15.000 habitantes de origen árabe que
viven en la zona de la Triple Frontera -muchos de ellos inmigrantes de
tercera generación-, la propaganda norteamericana pasa casi sin filtro a
través de la prensa internacional. Un ejemplo de ellos es el artículo
publicado por el diario El Mundo, de Madrid, en el que después de
constatar la existencia de una fuerte actividad comercial, que nada tiene
que ver con las "finanzas del terrorismo islámico", su autor se apoya en
las repetitivas versiones de Washington, sin ofrecer prueba alguna. El
enviado especial de ese periódico español, Ramy Wurgaft, escribió
textualmente: El Federal Bureau of Investigation (FBI) asegura que un
porcentaje importante de las ganancias recaudadas llega a las arcas de los
grupos islámicos de Oriente Próximo. Francis Taylor, coordinador de la
oficina antiterrorista del Departamento de Estado, sostiene que aquí, en
el corazón de Sudamérica, existen «células dormidas» del Hezbollah e
incluso de Al Qaeda, la organización que dirige Osama ben Laden. (...).
Mucho antes de que se produjeran los atentados del 11 de Septiembre, la
Inteligencia norteamericana había informado a los gobiernos pertinentes
sobre la existencia en esta zona de un dispositivo que apoya a los
terroristas.
«Existen fuertes indicios de que la Triple Frontera está sirviendo de
santuario a islamistas prófugos. Allí se ocultarían por un tiempo, para
luego resurgir bajo una nueva identidad y a veces detrás de una nueva
fisonomía, ya que algunos se someten a la cirugía plástica», dice una
parte del informe, al que tuvo acceso el rotativo argentino Clarín. Al
respecto sólo bastaría con recordar cuan eficaz fueron el gobierno y los
servicios de inteligencia norteamericanos a la hora de prevenir los
atentados del 11 de setiembre, según se desprende del escándalo que vivió
Washington en las últimas semanas, mientras el FBI y la CIA se culpan
recíprocamente de falta de eficacia.
Caso 7.- Pero el gobierno norteamericano insiste. Hace poco también se
sumó la DEA (agencia antidrogas). El 26 de abril pasado, otra vez sin
ofrecer prueba alguna, el jefe de la Administración de Control de Drogas
de Estados Unidos (DEA), Asa Hutchinson, aseguró que la zona de la Triple
Frontera "sigue siendo un refugio de extremistas islámicos, en particular
para miembros de los grupos terroristas Hamas y Hezbollah". El funcionario
evaluó que la situación en esa región "pone de manifiesto la facilidad con
la que las organizaciones terroristas pueden infiltrarse y asimilarse en
otros países y pasar relativamente inadvertidas durante un largo período
de tiempo".
Durante un informe que días atrás realizó ante la Comisión de
Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes norteamericana,
el funcionario enumeró a otros grupos terroristas "extremadamente
violentos que operan en el Hemisferio Occidental y el mundo entero". Así,
mencionó a "Sendero Luminoso en Perú y tres grupos designados como
terroristas por el Departamento de Estado en Colombia: las Fuerzas Armadas
Revolucionarias Colombianas (FARC), el Ejército de Liberación Nacional
(ELN) y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC)".
"Si bien la DEA no apunta directamente a los terroristas -señaló
Hutchinson-, tomará como blanco y rastreará a los traficantes de drogas y
organizaciones del tráfico involucradas en actos terroristas". Hutchinson
no hizo otra cosa que repetir los conceptos enunciados el 11 de octubre
del año pasado por el director de la Oficina de Contraterrorismo del
Departamento de Estado, Francis Taylor.
Esta campaña de desinformación está avalada por las autoridades del
Pentágono. En el artículo "Ciudad del Este", publicado en su número de
enero-febrero de este año, la Military Review, vocera estratégica de las
fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de Washington se afirma
sin pudor que esa debe ser la línea a seguir para presionar a los
gobiernos de la región a favor de las concepciones "antiterroristas" de la
administración de George W. Bush.
La campaña de terrorismo mediático que Estados Unidos montó en torno de
la Triple Frontera forma parte de un amplio plan de dominación global. La
actual etapa histórica del imperialismo es la que denominamos Imperio
Global Privatizado (IPG). Este engloba a las potencias capitalistas
desarrolladas y en su seno existen contradicciones que dan lugar a
distintas facciones enfrentadas.
En ese enfrentamiento lleva la delantera Estados Unidos -facción
dominante del IPG- porque fue la primera en privatizar el poder del
Estado, especialmente sus gestiones en políticas exterior y de defensa. En
el Imperio Global Privatizado el Estado ha sido ocupado en forma directa y
plena por las corporaciones financieras globalizadas, las que ya no operan
como factores de poder e influencia sino como agentes directos. Por
supuesto que las acciones internacionales del IPG -muy especialmente las
de Estados Unidos- incluyen, y con carácter de prioridad, intereses y
maniobras estratégicas en Medio Oriente, pero el capítulo
argentino-brasileño-paraguayo se refiere esencialmente al área
latinoamericana. En otras palabras, la cuestión de la Triple Frontera poco
y nada tiene que ver como el conflicto mesooriental. Puede decirse que es
la "pata" en el Cono Sur del Plan Colombia, y que tiende a crear las
condiciones para una eventual y muy posible intervención militar
norteamericana en la subregión.
Primero revisemos algunas informaciones distribuidas el 10 de junio
pasado por el Instituto del Cono Sur, el Servicio de Noticias de Serpal
(España) y Piensa Chile.
Un equipo de los comandos norteamericanos "boinas verdes" y efectivos
del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF) de la Policía Federal
Argentina realizaron un simulacro de rescate de rehenes en manos de
"terroristas" en una estación del subterráneo (metro) local. El grupo de
comandos norteamericanos pertenece a la "Compañía C" o "Charlie" del
ejército norteamericano, conocidos con el ya mítico nombre de "boinas
verdes".
El 31 de marzo último, el diario Pagina 12, de Buenos Aires, informaba
lo siguiente: marines norteamericanos ya combaten en Misiones (provincia
argentina que se ubica en la Triple Frontera). Por ahora solamente al
mosquito Aedes Aegyptu que transfiere el virus del dengue. La inquietante
información, prolijamente ignorada por los grandes medios nacionales, fue
destapada por el periodista Mauro Federico en El médico del conurbano, una
publicación especializada que suele brindar notables primicias. El
silencio oficial y mediático en torno de la presencia de tropas
norteamericanas en la Argentina, cumpliendo supuestos objetivos
sanitarios, es explicable sólo a la luz de lo siguiente: se trata de una
avanzada militar norteamericana que se inscribe en una estrategia mucho
más amplia y que nada tiene que ver con la salud de los argentinos.
Los contenidos estratégicos del Plan Colombia, en el cual se inscribe
la mentira norteamericana sobre la Triple Frontera, fueron perfectamente
expuestos en el artículo Colombia, de Vietnam al Amazonas, de Manuel
Salgado Tamayo, de Altercom, y publicado por Rebelión el 5 de mayo pasado
y del cual citaremos algunos párrafos fundamentales.
Al despuntar el nuevo milenio en el tablero mundial hay dos fuerzas
contendientes que se disputan la supremacía: una, los Estados Unidos de
América; dos, la Unión Europea. Por ahora, el Japón, que era el tercer
competidor, se ha quedado rezagado, como consecuencia de la crisis que
soporta desde l992, a la que se sumó la asiática desde 1997, que afectó el
poderío del Asia. "En el mundo posterior a la Guerra Fría, los Estados
Unidos son la única superpotencia que queda con la capacidad de intervenir
en cualquier parte del mundo. Y sin embargo, el poder se ha vuelto más
difuso y han disminuido las cuestiones a las que pueda aplicarse la fuerza
militar", escribía hace poco Henry Kissinger.
En ese sentido, "los Estados Unidos, aunque superpotencia militar, ya
no pueden imponer su voluntad porque ni su fuerza ni su ideología se
prestan a las ambiciones imperiales". En esas condiciones, una guerra
abierta contra las fuerzas insurgentes en Colombia tiene el mismo límite
que, en su momento, impuso el pueblo vietnamita: la posibilidad de la
derrota de los agresores.
Sin embargo, el éxito relativo de las guerras de baja intensidad en
América Central en los años 80, así como las victorias fáciles en la
Guerra del Golfo, en Granada y Panamá y los ocho años consecutivos de
expansión sostenida de la economía norteamericana, pudieron haber llevado
al ex presidente Bill Clinton a la ilusión de que estaban en su momento de
gloria y que podían implementar una guerra relámpago contra Colombia,
pretextando el problema de las drogas.
Pero el panorama económico en los Estados Unidos se ha modificado. El
crecimiento ha caído y los riesgos de una recesión son evidentes (...). La
guerra estratégica contra Colombia puede ser un mecanismo para reactivar
la economía de los Estados Unidos, pero esa palanca es deleznable, pues
bien podría ocurrir, nuevamente, lo que ya pasó en Vietnam que, en lugar
de tabla de salvación, fue un peligroso pantano en el se fue hundiendo
progresivamente el Imperio, como lo ha recordado hace poco, a modo de
advertencia, Henry Kissinger (...).
Las voces críticas contra el Plan Colombia, que se han multiplicado
tanto en América latina, en Europa y en los propios Estados Unidos de
América, difícilmente harán cambiar el rumbo trazado, sobre todo ahora que
en la Casa Blanca se ha instalado de nuevo un grupo guerrerista extremo,
aupado en el poder por el fraude electoral, con muy poca legitimidad
frente a los pocos electores que acuden a las urnas en la frágil
democracia de los Estados Unidos, pero muy implicados en la defensa de
grandes y oscuros intereses económicos.
Ahora que desapareció el "imperio del mal", como llamaba Reagan a la
URSS, la lucha contra el narcotráfico, la defensa de los derechos humanos
y la expansión de las democracias de mercado sirven de cortina de humo
para impulsar un orden mundial que, por primera vez en la historia del
capitalismo, "tiene a la población mundial cogida por el pescuezo"
(...).
Ello nos lleva a pensar que el Plan Colombia y la Iniciativa Andina no
son otra cosa que elementos de una proyección geopolítica y geoestratégica
que busca afirmar el dominio indiscutido de los Estados Unidos en el
continente americano.
Las grandes metas de esa determinación, por la que viene luchando
Estados Unidos desde la doctrina Monroe de 1823, serían: primero,
desactivar el triangulo radical, como lo llama James Petras, o de Bolívar,
como lo denomina Heinz Dieterich, que se ha formado en el noroeste de
América del Sur, y que está formado por la Venezuela del coronel Hugo
Chávez, por la Colombia insurgente de las FARC y el ELN, por el Ecuador de
los indios rebeldes y los militares progresistas y por el Panamá sin Bases
Militares norteamericanas y sin Escuela de las Américas, en el que se
niega a morir el espíritu del General Omar Torrijos.
En ese esquema de dominación, para el cual la facción dominante del IPG
prevé determinado nivel de ocupación militar y paramilitar, la
demonización de la Triple Frontera es de carácter estratégico: desde allí
podrán aplicarse controles "antiterroristas" a los procesos de
contestación y protesta social y política que podrían radicalizarse en la
Argentina (en estado de virtual desobediencia civil), en Brasil (de cara a
una posible victoria electoral de las fuerzas progresistas) y Paraguay
(con fragilidad institucional y creciente movilización campesina).
La llamada Triple Frontera también funciona como llave de acceso
político y militar a la región amazónica. En ese sentido, conviene
recordar lo señalado al respecto en el artículo antes citado, pues se
trata del área en la cual se ubica el río más caudaloso y largo del mundo:
el Amazonas. En él desembocan más de l0.000 afluentes. Los botánicos
estiman que hay más de 125 mil plantas y una diversidad faunística
integrada por varios millones de animales. El bosque amazónico ayuda a
regular la temperatura del planeta, consumiendo bióxido de carbono y
produciendo oxígeno. Allí se encuentran más del 50 por ciento de los
bosques tropicales del mundo y la quinta parte del total de agua dulce con
que cuenta el planeta. En la actualidad, estudios científicos demuestran
que unas 3.000 plantas resultan esenciales "para la obtención de
medicamentos, pesticidas, colorantes, fibras, aceites, maderas,
alimentos".
Hacia el futuro la región puede desempeñar un papel clave a la luz de
las nuevas potencialidades que se abren con la biotecnología y la
ingeniería genética, pues la región "es un centro evolutivo, que sigue
formando diversidad biológica". Muchos científicos advierten que, luego
del auge de la industria farmacéutica tradicional, ocurrido entre los años
l930 - 1970, se habría iniciado un estancamiento en la década de los 80,
del que las grandes potencias buscan salir mediante nuevos esfuerzos en
los campos de la genética y la biología molecular. En ese campo, la
información genética en estado natural sigue siendo un recurso decisivo,
pues el hombre no crea genes, tan sólo los manipula.
La riqueza biodiversidad y las reservas de agua dulce forma parte del
stock de recursos naturales estratégicos que el IPG pretende controlar. En
varios artículos anteriores sobre la conformación, el funcionamiento y los
efectos del Imperio Global Privatizado -distribuídos por el boletín
electrónico de La Otra Aldea ( laotraaldea@hotmail.com )- hemos sido los
primeros en analizar, sobre distintos escenarios concretos, cómo la
estrategia del corporativismo financiero mundializado incluye la ocupación
directa de los territorios y del subsuelo pertenecientes a las naciones
del Tercer Mundo.
El 2 de junio último el diario argentino Pagina 12 informó lo
siguiente: la Unión Europea exige que la Argentina levante las
restricciones que prohiben a extranjeros la adquisición de tierras en las
denominadas áreas de frontera (...) Un documento secreto contiene éstas y
otras exigencias en la sección servicios de la ronda Doha de la
Organización Mundial de Comercio (OMC).
La campaña norteamericana sobre la Triple Frontera también forma parte
de esa jugada imperial, la que a la vez servirá para reprimir los
movimientos populares y para "africanizar" el régimen de propiedad privada
corporativa de los recursos económicos más importantes. Hablamos de
"africanización" porque a partir de la década del `80 aquel gran y sufrido
continente fue usado por el IPG como mesa de ensayo para el nuevo régimen
de apropiación privada corporativa: las avanzadas militares y de
inteligencia de Estados Unidos y la Unión Europea se instalaron en varios
países africanos para formar "guardias privadas" dedicadas a la protección
de los establecimientos corporativos allí establecidos.
Un caso emblemático de este accionar es el sector minero (oro,
diamantes y metales de uso militar e industrial estratégico) en Sierra
Leona y Liberia.
Por consiguiente, consideramos que la cuestión de la Triple Frontera
argentino-brasileño-paraguaya debe ser comprendida en el marco del
escenario global descripto a lo largo de este artículo y no a la luz de la
propaganda militarista norteamericana. |