CAMINOS PARA LA INTEGRACIÓN, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: BIEN POR CHAVEZ

CAMINOS PARA LA INTEGRACIÓN LATINOAMERICANA

 

                                                                    Jorge Gómez Barata

 

Pocos imaginan lo difícil que resulta a los profesores explicar que las fronteras, las ideologías y las divisiones políticas son artificios  caprichosamente superpuestos a la realidad, con los cuales se puede convivir e incluso de los que pudiera prescindirse. Aquello en lo que la gente cree o no cree, no los hace mejores ni peores; a veces ni siquiera diferentes. 

No ocurre así porque, generalmente las ideologías, los juicios éticos y la adopción de determinados paradigmas morales, se asocian a intereses materiales, usualmente económicos y esencialmente mezquinos. Quienes se liberan de esas limitantes, alcanzan un estadio humano, una estatura intelectual y una comprensión política superior.

La reflexión surgió cuando trataba de explicar a los estudiantes que los grandes procesos sociales, aquellos que abarcan enormes períodos de tiempo y caracterizan épocas completas, están regidos por una lógica que sobrepasa las actitudes locales, nacionales e individuales. Tal es el caso de la globalización que puede ser desvirtuada por los acentos neoliberales o favorecidas por actitudes avanzadas.

La época de la Guerra Fría, ─expliqué─ coincidió con un momento de desarrollo de la tecnología, del comercio y de la economía mundial, en que poderosas razones estrictamente técnicas y económicas, empujaban a los países que comparten determinadas zonas geográficas, incluso a los que viven más allá de ellas, hacía la cooperación, la complementación e incluso, la integración.

Ese fenómeno de carácter objetivo era sin embargo obstaculizado por las circunstancias políticas derivadas de la II Guerra Mundial, cuando las necesidades de asociación e integración económica fueron absorbidas como parte de la confrontación Este-Oeste. El mercado Común Europeo y el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) fueron asociaciones económicas políticamente coloreadas y tan hostiles entre si como en el plano militar lo eran la OTAN y el Pacto de Varsovia.

El comercio entre los países latinoamericanos y los avances hacía la integración estuvieron virtualmente paralizados durante décadas, cuando la única voz que clamaba por ella eran las de Cuba y de Fidel Castro, que si bien disponían de capacidad de convocatoria y obtenían algunos resultados, sobre todo en el área del Caribe, eran neutralizados por las presiones de los Estados Unidos sobre los demás países y el bloqueo contra la Isla.

En ese ámbito, Estados Unidos, en lugar de una estrategia de cooperación, encaminada a la obtención de beneficios mutuos y a la solución de los problemas globales de la región, impuso la ortodoxia neoliberal y luego diseñó un curso de acción beneficioso para ellos. De esa actitud mezquina surgió el ALCA.  

El ALCA no es viable para América Latina porque el problema de la región no es el comercio, sino la pobreza, que margina del consumo a las mayorías. No importa de donde procedan los granos, los lácteos, la carne, los medicamentos, el calzado o los textiles, cuando las mayorías carecen de poder adquisitivo.

Las cosas comenzaron a cambiar rápida y eficazmente cuando, liderada por el presidente Chávez, la Revolución Bolivariana en Venezuela diseñó una política petrolera y de cooperación que, a la vez que ofrece seguridad energética a las grandes economías de Sudamérica, brinda alternativas y concede ventajas a los pequeños países y a las economías más débiles.

Sobrepasando el ámbito económico, asociada con Cuba, que dispone del capital humano y del desarrollo científico y técnico necesario, esa política se traslada a áreas decisivas del desarrollo social y humano.

Operar de la vista a doscientos mil enfermos y formar cien mil médicos en diez años para Latinoamérica, contribuir a las campañas de alfabetización, promover el desarrollo del deporte y la cultura, aportando los recursos que salen de proyectos como los de PetroSur, PetroCaribe, es mucho más que lo ofrecido por la alianza para el progreso y que lo aportado por el Plan  Marshall para la reconstrucción de Europa luego de la II Guerra Mundial.

Los acuerdos impulsados por el presidente Chávez para otorgar a Ecuador condiciones ventajosas para la refinación de parte de su petróleo, han probado que desde el punto de vista revolucionario, la cooperación, la integración económica y la solidaridad no son rehenes de los credos ideológicos ni de las posiciones políticas.