Desde que
el lunes 31 de julio se diera a conocer la Proclama que el presidente
cubano Fidel Castro dirigió a su pueblo, informando que delegaba sus
funciones provisionalmente a raíz de la operación a que fue sometido, se
han sucedido hechos y situaciones que ponen más de relieve aún el
contraste entre el hombre que simboliza la dignidad de los pueblos y sus
enemigos, que no adversarios, que procuran la sumisión de los pueblos en
defensa de sus afanes de riqueza y poder, a los que definen como
democracia.
A Cuba llegan a diario, desde el mismo
lunes, decenas de mensajes de organizaciones populares de todos los
países, los más numerosos de América Latina, en los que se hacen votos
por la recuperación del mandatario, convocan y anuncian redes para rezar
por su salud y se expresa la solidaridad con el presidente y con el
pueblo cubano ante las amenazas de agresión militar de Estados Unidos.
Mientras, algunas cadenas de televisión estadunidenses se refieren a lo
que sucede en Cuba poniendo música fúnebre, fotos de Fidel Castro
en blanco y negro, y entrevistan a ex cubanos residentes en el país del
norte para que hablen en contra del gobierno cubano, puesto que en la
nación caribeña no encuentran interlocutor.
De las
declaraciones formuladas por varios presidentes, vale la pena rescatar
las del guatemalteco Oscar Berger, que inciden en lo que ha sido una de
las grandes metas alcanzadas por su homólogo cubano. Dijo Berger: “Mi
mensaje es de apoyo a su salud y porque se ponga pronto al
frente del gobierno”, y al confirmar que asistiría el día viernes recién
pasado a la inauguración en Alta Verapaz de un hospital que cuenta con
ayuda cubana y donde funciona un centro oftalmológico en el que
trabajan veinte médicos procedentes de Cuba, agregó.
“Desde ya quiero mostrarle al gobierno
cubano, al presidente Fidel Castro y al pueblo, nuestro profundo
agradecimiento por ese apoyo y por la presencia de médicos, sobre todo
en regiones rurales. Somos absolutamente justos y lo decimos de todo
corazón, los médicos cubanos han salvado muchas vidas de guatemaltecos y
su respuesta ha sido inmediata”. En la Escuela Latinoamericana de
Medicina de La Habana estudian, becados, decenas de jóvenes de
Guatemala.
No más brujos de la tribu
Los médicos cubanos han llegado a numerosos
países, fueron formados en la idea de que a ningún pueblo debía pasarle
lo que le ocurrió a Cuba, cuando al triunfo de la Revolución los
profesionales se fueron, en especial los médicos. Fidel, entonces,
concibió la idea de fomentar el estudio de la medicina no sólo para
atender a la población del país, sino a todos los que lo necesitaran en
otros lados. Con el acuerdo de los gobiernos, los médicos cubanos han
ido al Africa, al Caribe, a América Latina. Y no fueron a hacerse ricos,
les siguieron pagando sus sueldos y viven en zonas rurales, a veces muy
alejadas y modestamente, como me tocó verlos en Granada.
Pero no fue en la medicina únicamente,
ingenieros y técnicos cubanos han contribuido a limpiar zonas
pantanosas, como en Guyana, y construyeron esa gran obra de ingeniería
que es el aeropuerto de Granada, que después de invadir a ese pequeño
país Estados Unidos convirtió en base militar. Todo esto se funda en el
concepto de Fidel de que el conocimiento no puede ser propiedad de unos
pocos que se convierten en “brujos de la tribu”, idea que desarrolló en
el transcurso de una entrevista que le hiciéramos en 1971.
Pero él mismo es una fuente de
conocimientos, por eso puede adelantarse a los acontecimientos y por eso
también ha impulsado el Programa Nacional e Internacional de Educación,
funciones que delegó provisionalmente mientras dura su obligado período
de reposo. Y aunado a la educación, se promueve la cultura, cuestión que
en general no se entiende a nivel gubernamental y que está en la base
del fracaso de los programas educativos en muchos países.
Los cálculos del Norte
La reacción estadunidense a la Proclama del
presidente Castro es todo lo hipócrita que era de esperar. Aparentando
ser respetuosos de los sucesos internos de otros países, los voceros de
la administración Bush se excusan de formular declaraciones, pero están
moviendo sus piezas por si se les da la coyuntura para intervenir.
Quisieran saber más de la condición física
del presidente Castro, pero como bien lo dijo éste en su mensaje del
martes “debido a los planes del imperio, mi estado de salud se convierte
en un secreto de Estado”. Del funcionamiento del Estado cubano tienen
una idea distorsionada, porque en su afán de presentar a Fidel Castro
como dictador no le han dado importancia a la forma en que se toman las
decisiones, ni les ha interesado el rol de la Asamblea Nacional del
Poder Popular y ahora tienen que reconsiderarlo todo.
En 1988, el presidente Castro nos invitó a
cenar a los que integramos el jurado del Premio José Martí de
periodismo: Eduardo Galeano, Pedro Jorge Vera, Rogelio García Lupo,
Stella Calloni, Nora Parra, Luis Suardías y yo. También asistieron
algunos funcionarios cubanos. Eran los tiempos de la rectificación
económica y el mandatario explicó que eso se hizo necesario porque se
había adoptado el sistema de incentivos económicos, defendido por
economistas cubanos graduados en la Universidad de Lomonosov, en la
Unión Soviética, sistema al que él se había opuesto.
Nora Parra le preguntó entonces: ¿Y usted
no impone su criterio? La respuesta fue un categórico “no”, porque las
políticas a seguir se discutían en las instancias correspondientes y las
decisiones se adoptaban por consenso. De ahí que las funciones que el
presidente Castro ha delegado en forma provisional, hayan recaído en su
mayor parte en el ministro de Defensa Raúl Castro, en función de los
cargos que desempeñaba, y en miembros del Consejo de Ministros y del
Buró Político del Partido Comunista.
Frente a esta realidad, los estadunidenses
deslizan, que si el presidente Castro no reasume, ellos preferirían
entenderse con un gobierno militar para evitar lo que califican de
“caos” o sea, un gobierno dictatorial. Ese es el cambio “democrático”
que dicen propiciar. Raúl Castro les dio una respuesta anticipada
en su discurso del 10 de julio último:
“Repito lo que he afirmado en muchas
ocasiones: el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana es uno solo, y
únicamente el Partido Comunista, como institución que agrupa a la
vanguardia revolucionaria y garantía segura de la unidad de los cubanos
en todos los tiempos, puede ser el digno heredero de la confianza
depositada por el pueblo en su líder. Para eso trabajamos, y así será,
lo demás es pura especulación, por no decir otra
palabra”.