Vietnam
se repite. Irak en la recta final
Por
Lisandro Otero
Hace años,
al producirse la invasión de Irak, predije que aquella aventura terminaría
exactamente igual que Vietnam. No estuve solo en mi augurio, muchos otros
analistas vaticinaron el desenlace. El tiempo nos ha dado la razón.
El pasado 19 de octubre Bush admitió que la situación en Irak
podía provocar en EE UU el mismo rechazo que causó Vietnam. También aceptó
que la situación actual en Irak podría ser similar a la de Vietnam en
1968, tras la ofensiva de Tet, que los politólogos consideran un punto de
giro que marcó el inicio de la retirada estadounidense de Indochina.
Mientras hablaba el mandatario, cuatro atentados se produjeron en Mosul,
Kirkuk, Bagdad y Al Jales causando 35 muertos. Necio y testarudo hasta el
final Bush se mantuvo empecinado: “No habrá una retirada total de tropas
durante mi presidencia".
Todos los observadores están de acuerdo
en que en las últimas semanas se ha producido un incremento inusitado de
las acciones patrióticas de los insurgentes que luchan contra las fuerzas
de ocupación. Ese desarrollo de la violencia es un indicador que los
combatientes de la liberación nacional han alcanzado una etapa superior de
organización, armamento y coordinación de sus acometidas.
La
ofensiva del Tet en Vietnam, ocurrida en 1968, fue un asalto de cuarteles
y edificios oficiales en todo el país que incluyó un ataque a la embajada
yanqui en Saigón. La opinión pública estadounidense quedó anonadada por lo
que consideró la derrota de sus fuerzas. A partir de ahí el entrante
gobierno de Nixon no tuvo otro camino que negociar la retirada.
Mientras más alza su tono la resistencia tanto más crece el
salvajismo y el ensañamiento de la soldadesca yanqui, que ha recibido
permiso oficial para torturar. Ahora, once soldados estadounidenses serán
juzgados por una corte marcial por varios asesinatos que incluyen
violaciones previas.
Por el momento el régimen de Bush busca
una salida política para evadir el descrédito en que se encuentra sumido
al ser virtualmente derrotado por unas guerrillas urbanas. De nada han
valido sus cohetes inteligentes, sus robots, su equipamiento sofisticado,
sus tanques guiados por computadoras, su control mediático de la
propaganda y sus decenas de miles de soldados. Más han podido la
indignación popular y el patriotismo de los combatientes.
El
portavoz de la Casa
Blanca ha admitido que están analizando todas las
opciones y una comisión presidida por el ex secretario de Estado James
Baker, integrada por legisladores de ambos partidos, analiza el problema,
pero una “filtración” del
diario Los Angeles Times anticipa que están pensando
recomendar un retiro gradual de las tropas y negociar con Siria e Irán. Es
decir, deshacer todas las meteduras de pata del estólido Bush. Por
añadidura se está efectuando una reunión de altos mandos incluidos
Rumsfeld y el general Abizaid.
El mes de octubre, que termina, ha
sido el que mayor número de bajas ha reportado de la soldadesca ocupante:
más de setenta fallecidos y centenares de heridos. Desde el inicio de la
guerra más de 2976 han fallecido como consecuencia de esta ambiciosa
aventura de las corporaciones petroleras. A lo cual hay que añadir más de
medio millón de iraquíes.
Las últimas encuestas en Estados Unidos
de la CNN y Gallup demuestran que el 78 % de la ciudadanía está en
desacuerdo con administración de Bush y solamente un 22 % la aprueba. La
popularidad de Bush ha bajado debido al descontento con la guerra y los
republicanos temen que esto les pueda costar varios escaños en el
Congreso, y así perder el control que tienen en ambas cámaras. Las
elecciones tendrán lugar en dos semanas.
Bush continúa
sosteniendo, empecinadamente, que Estados Unidos abandonará Irak solamente
cuando un gobierno estable, compuesto por iraquíes, asuma el control del
país. Copia los procedimientos de los colonialistas británicos que usaban
a los propios nativos en las tareas de represión y administración de los
territorios conquistados. Pero han pasado muchos años de aquella
apropiación del mundo y ese estilo de conquista, después de Bandung, ya no
es operativo.
De hecho las guerrillas urbanas iraquíes han asaltado
sistemáticamente los cuarteles de los sicarios y han convertido el oficio
policiaco en una profesión poco atractiva. Lo mismo puede decirse del
ejército suplente que ocuparía las tareas de la opresión autoritaria
cuando se retiren los ciento cuarenta mil soldados yanquis. Es obvio que
se trata de una misión de imposible cumplimiento y el ejército nativo
sería despedazado por los insurgentes en un breve lapso.
Así que
Bush se encuentra en un callejón sin salida: enfrentado a unas elecciones
que va a perder, sufriendo el rechazo de la opinión pública de su propio
país, sin atreverse a una retirada ni a deponer su hostilidad contra Irán
y Siria, mientras los norcoreanos se apropian del armamento atómico y
Chávez gana más popularidad en su propio país y aumenta su prestigio en
América Latina. Es el final previsible de todos los neofascismos. Bush
caerá como Aznar, como Berlusconi, y próximamente Tony Blair, envuelto en
sangre y el desprestigio generado por sus
errores.
FUENTE: www.defensahumanidad.cult.cu/artic.php?item=1143
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