Por Salim Lamrani
Revisado por Caty R.
La oposición cubana disfruta de un
estatuto particular. Primero, la prensa occidental la aprecia sumamente.
En efecto, ningún grupo de opositores en América Latina, salvo tal vez la
oposición venezolana, se beneficia de semejante privilegio. Luego, recibe
financiaciones colosales de Estados Unidos, de las cuales los medios de
información no dicen ni una palabra, y goza de una libertad de acción que
escandalizaría a los fiscales del mundo entero.
El 21 de junio de 2007, la Cámara de
Representantes estadounidense decidió votar favorablemente el presupuesto
de 45,7 millones de dólares para el período 2007-2008 que presentó el
presidente Bush con destino a los disidentes cubanos. Así, 254
congresistas, entre ellos 66 demócratas, aprobaron la estrategia de la
Casa Blanca destinada a derrocar al gobierno cubano. El legislador de
Florida, Lincoln Díaz-Barlart, descendiente directo del antiguo dictador
Fulgencio Batista, se alegró de la ayuda. “Esta victoria constituye un
apoyo para la oposición política interna” cubana, subrayó. “La ayuda a los
opositores no es simbólica sino concreta”, agregó. También publicó una
carta de algunos eminentes disidentes cubanos que afirman que la ayuda
estadounidense “es un elemento vital para la supervivencia de los
militantes” (1).
Para el período 2007-2008, la Cámara también
dedicó una suma de 33,5 millones de dólares (6 millones más que en 2006)
para Radio y TV Martí. Estos dos medios estadounidenses difunden
ilegalmente programas subversivos hacia Cuba con el objetivo de incitar a
la población a alterar el orden establecido (2).
Ese mismo día, el 21 de junio de 2007, el
jefe de la diplomacia estadounidense en La Habana, Michael Parmly, recibió
con gran pompa a los famosísimos disidentes René Gómez Manzano, Félix
Bonne, Marta Beatriz Roque y Valdimiro Roca en su suntuosa residencia
personal, que fueron a darle las gracias al brillante mecenas por su
generosidad (3).
Los medios occidentales, normalmente
tan prolijos con respecto a Cuba, han permanecido extrañamente silenciosos
sobre esos dos eventos. Las razones son relativamente sencillas. Los
personajes que se esfuerzan por presentar desde años como valerosos
militantes de los derechos humanos no son en realidad más que vulgares
mercenarios que se venden al mejor postor. La palabra mercenario no es un
término fuera de lugar o exagerada. Según el Petit Larousse, se
trata de toda persona “que sólo trabaja por un salario, que únicamente le
mueve la ganancia” (4). Manzano,
Bonne, Roque y Roca se ajustan perfectamente a esta
definición.
No obstante, no hay nada nuevo. Desde
hace decenios Estados Unidos intenta por todos los medios posibles
fabricar y dirigir una oposición interna en Cuba con el fin de poner
término al proceso revolucionario cubano. Los archivos estadounidenses son
reveladores a este respecto. Por otra parte, numerosos documentos
estadounidenses, oficiales y públicos, atestiguan esta realidad que ningún
periodista o analista político digno de su nombre puede ignorar. La ley
Torricelli de 1992, y más particularmente la sección 1705, estipula que
“Estados Unidos proporcionará una asistencia, a organizaciones no
gubernamentales adecuadas, para apoyar a individuos y organizaciones que
promueven un cambio democrático no violento en Cuba” (5). La ley Helms-Burton de 1996 prevé,
en la sección 109, que “El presidente [de Estados Unidos] está autorizado
para proporcionar una asistencia y ofrecer todo tipo de apoyo a
individuos y organizaciones no gubernamentales independientes para apoyar
esfuerzos con vistas a construir una democracia en Cuba”. Ningún país del
mundo acepta este tipo de injerencia (6).
El primer informe de la Comisión de
Asistencia para una Cuba libre, adoptado el 6 de mayo de 2004, considera
la elaboración de un “sólido programa de apoyo que favorezca la sociedad
civil cubana”. Entre las medidas preconizadas, una financiación de 36
millones de dólares se destina al “apoyo de la oposición democrática y al
fortalecimiento de la sociedad civil emergente” (7). El segundo informe de la misma
Comisión, publicado el 10 de julio de 2006, prevé también un presupuesto
de 31 millones de dólares para financiar todavía más a la oposición
interna (8).
En 2003, el gobierno de La Habana condenó a
75 personas financiadas por Estados Unidos, suscitando una reprobación
mediática internacional. En cualquier otro país del mundo individuos como
Manzano, Bonne o Roque se encontrarían actualmente entre rejas y no
saboreando golosinas en casa del diplomático estadounidense esperando la
llegada de los millones (9).
Si Irán o China financiaran a los opositores
en Estados Unidos, Reino Unido o Francia, la prensa los calificaría,
inmediatamente y con razón, de traidores a su patria. Si los medios
occidentales fueran intelectualmente libres, no usarían sino un único
término para referirse a los que se presentan como opositores al gobierno
cubano: mercenarios.
Notas
(1)
Wilfredo Cancio Isla, “La Cámara da
sólido apoyo a la democracia en Cuba”, El Nuevo Herald, 22 de junio
de 2007.
(2) Ibid.
(3)
Andrea Rodríguez, “Disidentes cubanos usan casa
de diplomático de EEUU”, The Associated Press, 21 de junio de 2007.
(4) Le Petit Larousse illustré,
1999.
(5) Cuban Democracy Act, Titre XVII, Section 1705, 1992.
(6) Helms-Burton Act, Titre I, Section 109, 1996.
(7) Colin L. Powell, Commission for
Assistance to a Free Cuba, (Washington: United States Department of
State, mai 2004). www.state.gov/documents/organization/32334.pdf
(sitio consultado el 7 de mayo de 2004), pp. 16, 22.
(8) Condolezza Rice & Carlos
Gutierrez, Commission for Assistance to a Free Cuba, (Washington:
United States Department of State, juillet 2006). www.cafc.gov/documents/organization/68166.pdf
(sitio consultado el 12 julio de 2006), p. 20.
(9) Salim Lamrani, Fidel Castro,
Cuba et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises,
2006).
Salim Lamrani es profesor, escritor y
periodista francés, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos. Ha publicado los libros:
Washington contre Cuba (Pantin: Le Temps des Cerises, 2005),
Cuba face à l’Empire (Genève: Timeli, 2006) y Fidel Castro, Cuba
et les Etats-Unis (Pantin: Le Temps des Cerises,
2006).
Caty R. pertenece a los colectivos de
Rebelión, Tlaxcala y Cubadebate. Este artículo se puede reproducir
libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, la
revisora y la fuente.
FUENTE: Rebelión
- http://www.rebelion.org/noticia.php?id=54433
NUNCA
enviamos "spam". Si no desea recibir nuestras noticias
solidarias y gratuitas envíe un correo con el asunto
"CANCELAR".
Para recibir regularmente nuestros mensajes,
envíe un correo con el asunto
"SUSCRIBIR" |
|