Poderosa demostración de fuerza del Ejército
Libertador venezolano
Con
una impresionante exhibición de fuerza conmemoró el gobierno del Presidente Hugo
Chávez el Día del Ejército y el 185º Aniversario de
la Batalla de
Carabobo, que el 24 de junio de 1821 selló la independencia definitiva de
Venezuela y Colombia. Donde los harapientos lanceros de Páez destruyeron al
ejército español en menos de una hora, desfilaron quince mil miembros de las
reservas y Guardias territoriales, más de trescientos tanques y artillería
autopropulsada, helicópteros y aviones de transporte, 5000 tropas regulares y
fuerzas especiales y la 42.
Brigada de paracaidistas que practicó con notable precisión el
salto en caída libre sobre la pista
del desfile.
Caras largas se observaron en las filas de los agregados militares en
la Tribuna
presidencial. Los señores del
Pentágono, escudados detrás de enormes lentes oscuros, observaron y
fotografiaron con atención, particularmente a los helicópteros (rusos y
estadounidenses), los equipos de comunicaciones y los batallones de
reservistas. A su vez, el agregado
militar colombiano gastó el disco duro entero de su cámara para ilustrar el
informe de inteligencia para Bogotá.
Intencionada o no, la poderosa conmemoración de la unidad cívica-militar
fue una advertencia para el Comando Sur y su peón Uribe. Para los primeros, el mensaje
es que el
fantasma de la guerra irregular sigue rondando por las tierras heroicas de
la Patria
Grande, donde en las batallas decisivas de Carabobo, Ayacucho y
Junín, las artesanales lanzas de cuatro metros de los llaneros venezolanos
derrotaron a los fusiles de los realistas imperiales, tal como hoy las bombas
improvisadas (improvised explosive device) de los iraquíes
derrotan a los tanques de Estados Unidos.
El mensaje para Uribe consiste en la recuperación y modernización del
equipo de las Fuerzas Armadas, de su nuevo pensamiento militar que involucra a
todo el pueblo, de su operatividad y destreza, por parte del gobierno
bolivariano, porque todo esto había sido descuidado totalmente por los corruptos
gobiernos y militares de la Cuarta
República. Los nuevos aviones Suchoi-30 y
helicópteros rusos, los barcos de guerra, los fusiles AK-103, el fomento de una
incipiente industria bélica y su cooperación con Brasil, Argentina y otros
países latinoamericanos, y la formación de los batallones de reserva, la
apertura de nuevos teatros de operaciones, sirven como fuerza de disuasión
frente a una eventual aventura bélica de Washington por vía
de su pelele Uribe.
Dentro de esta recuperación es notable la
repotenciación de más de cuatrocientos tanques que hoy día son operativos; el
uso de helicópteros en misiones humanitarias, políticas y militares en la
frontera con Colombia, en Surinam y Bolivia y el apoyo de militares bolivarianos
a misiones civiles en Granada, Jamaica y Dominica. La incipiente industria
militar ha logrado construir simuladores de helicópteros que ya se usan para el
entrenamiento de pilotos, y un nuevo lanzacohete supersónico, con combustible de
nitrato de amonio, que tiene un alcance de 2000 metros, un sistema
de autodestrucción, y que puede usarse contra tanques, bunker y aviones
enemigos.
Caras largas
también del agregado militar chileno que representa una casta militar, para la
cual la idea de la unión cívica-militar y de la doctrina de la guerra
de todo el
pueblo es lo, que es el agua bendita para el diablo. Lo mismo, a propósito, vale
decir para los altos oficiales de las Fuerzas Armadas de Bolivia que, pese a la
destitución de 28 generales por Evo
Morales en enero de este año, siguen siendo profundamente
anti-bolivarianos y reaccionarios.
El representante de Her Majesty, un alto oficial de
la
Royal Air
Force de Gran
Bretaña, combatió su frustración
mediante la autoerótica oral, devorando demostrativamente una barra de
chocolate, cuando escuchó del orador principal, General Raúl I. Baduel, tres
citas: de Ignacio Ramonet, que George Bush es un líder global con “una actitud
de menosprecio y arrogancia (…), porque un imperio no se pliega a ninguna ley
que no haya promulgado”; de Noam Chomsky, que Occidente usa incidentes escogidos
de terrorismo “con supremo cinismo, como un pretexto para la violencia
occidental” y de Juan
Pablo II, de que ante una guerra de agresión “los responsables
del Estado agredido tienen el derecho y el deber de organizar la defensa,
incluso usando la fuerza de las armas”.
Muchas de las armas venezolanas son implementos de guerra que pueden
usarse también para la paz.
Pero su mensaje disuasivo se dirige a los potenciales agresores
de la soberanía venezolana y de la integración bolivariana del Sur. Los
gobiernos prebolivarianos tenían tres escenarios de guerra que determinaron la
doctrina, los planteamientos y las compras de recursos bélicos: a) un conflicto
violento con Colombia, esencialmente por los recursos energéticos del Zulia
(código verde); b) un conflicto sobre Guayana, gigantesco territorio rico en
minerales robado por el imperialismo inglés durante el siglo XIX (código negro) y,
c) una guerra con Cuba (código rojo).
El nuevo
pensamiento militar bolivariano, en cambio, prevé cuatro posibles tipos de conflicto
bélico: 1. una guerra asimétrica de cuarta generación; 2. una guerra regional
con participación de Estados Unidos; 3. una invasión de Estados Unidos; 4. un
golpe de Estado o acciones subversivas o separatistas. El más probable y más
cercano escenario es un enfrentamiento contra los paramilitares de Estados
Unidos, es decir, los narco-paramilitares de
Colombia.
De hecho
existen ya amplias zonas de los tres estados fronterizos venezolanos, Tachira,
Apure y Zulia, que están bajo el control de los “paracos” colombianos y donde la
soberanía del Estado de la República Bolivariano de Venezuela sólo existe en
el papel. Un ejemplo de esta situación es el Municipio García de Hevia en el
Estado Tachira. El setenta por ciento de la economía de este municipio es del
contrabando de gasolina, de armas y de narcóticos, controlado por los
paramilitares colombianos, en contubernio con sectores corruptos de
la Guardia
Nacional venezolana y con altos oficiales del Teatro de
Operaciones No. 2, comandando por el General Elías Antonio Méndez Méndez. La gasolina que se compra a menos de
cinco centavos de dólar del lado venezolano por litro, se vende por alrededor de
75 centavos de dólar en Colombia.
Los métodos de dominación y
explotación de los paramilitares son iguales a los que emplean en Colombia:
extorsión, asesinato y secuestro de personas que obligan a integrarse a sus
escuadrones. Pero su penetración en
la zona fronteriza ha llegado a tal grado que se benefician de los recursos
de las
Misiones venezolanas: están, por ejemplo, en las listas de
alimentación de la Misión
Mercal y aprovechan los recursos de la Misión Barrio
Adentro, Misión Vuelvan Caras y de las Misiones Robinson
y Ribas.
En el día de la
Batalla de Carabobo y del Ejército, el Presidente Hugo Chávez
promovió al Comandante del Ejército, General de División Raúl Baduel,
a General en Jefe y lo nombró futuro Ministro de Defensa del Ejército Libertador
venezolano. Este nombramiento fue una derrota estratégica para la fracción
hegemónica del “Chavismo sin Chávez” de la Nueva Clase
Política (NPC), cuya guerra sucia el año pasado estuvo a punto
de lograr la destitución del General.
Con este nombramiento, todos aquellos que pretenden convertir a
la Revolución
Bolivariana en una franquicia, que quieren imponer el reino de
terror de los “paracos” o que anhelan el regreso de la Doctrina Monroe, se
enfrentarán de nuevo a las artesanales lanzas de Páez que amenazan con
derrotarlos de nuevo.
¡Glorioso día de la unión cívica-militar en el día de las armas
libertadoras de la Patria
Grande!