ONU: VETOS CONTRA VIDAS
Jorge Gómez Barata
Alarmados por la incapacidad para evitar la primera y
segunda guerras mundiales que significaron 10 años de cruentas batallas y más de
100 millones de muertes, los principales lideres políticos de la década del
cuarenta, Roosevelt, Churchill y Stalin crearon la ONU.
Aunque en ciertos aspectos el empeño no ha pasado de ser una
línea de deseos, la ONU fue un paso sin
precedentes, una entidad cuya arquitectura no es homologable con ninguna experiencia
anterior y que, a pesar de no justificar todas las aspiraciones de sus
creadores, sirvió como aliviadero a las tensiones de la Guerra Fría.
La convivencia con arreglo al Derecho Internacional no se
reduce a la elaboración y aprobación formal de normas y códigos de obligatorio
cumplimiento. Una norma jurídica es realmente vinculante cuando existen autoridades
con mandatos e instrumentos para respaldar la obligatoriedad. De esas certezas surgieron
el Capitulo VII de la Carta de la ONU y el Consejo de Seguridad.
El
Consejo de Seguridad fue dotado del inmenso poder de hacer la guerra por
encargo de las Naciones Unidas. La idea de que las potencias pudieran llegar a
abusar de esa insólita facultad, condujo a una cláusula, según la cual para
usar la fuerza debía existir unanimidad entre las cinco grandes potencias.
Ambas propuestas levantaron el tono de la polémica, impidiendo el consenso.
La
falta de acuerdo obligó a consultar a los Tres Grandes que estuvieron de
acuerdo con la cláusula de unanimidad que condujo al veto.
Cuando estuvo
claro que sin veto no habría ONU, muchos países depusieron su oposición, no
obstante la votación final, en San Francisco reflejó la inconformidad de 17 de
los 50 estados presentes. El escrutinio fue de 33 a favor, dos en contra, (Cuba y Colombia) y 15
abstenciones.
Rápidamente los peores temores se confirmaron: el Consejo de
Seguridad aprobó el envío de tropas a Corea para, bajo la bandera de la ONU, combatir
a las fuerzas del norte. La organización fue maniatada durante la agresión a
Egipto en 1956 por el hecho de que los agresores, Gran Bretaña y Francia
disponían de capacidad de veto.
Desde
entonces se supo que la Carta y el capitulo VII no eran aplicables a las
potencia con derecho a veto. La impunidad fue santificada.
En el momento
actual, cuando ante los ojos de la opinión pública mundial se comete uno de los
actos de agresión más bárbaros que se hayan registrado nunca, la ONU, a pesar
de que sus estados miembros condenan la agresión y serían partidarios de actuar
para contener a Israel, esta paralizada por una sola razón: el veto.
La
historia se repite. Desde 1965 a la fecha, principalmente para paralizar
resoluciones condenatorias a Sudáfrica e Israel, Estados Unidos ha ejercito el
derecho al veto en 76 ocasiones.
En la presente
situación, China, Rusia e incluso Francia desearían una resolución vinculante,
que como mínimo, ordenara un alto al fuego en el Líbano. No piden la votación
porque están avisadas: John Bolton, Mister veto, tiene el dedo en el gatillo.