Finalmente una
publicación norteamericana toca un tema crucial: cuál es la fortuna
de Fidel. La obsesión por los números es
típica de los norteamericanos, que consideran que lo que no se
cuantifica, no existe. "Dígame la verdad: déme números", acostumbran
a decir ejecutivos, políticos y
propagandistas. En esa línea, el humorista brasileño Millor Fernández
consiguió responder a una de las obsesiones de los norteamericanos,
al responder a la cuestión del "precio de la libertad". Calculó el
precio para la construcción de la Estatua de la Libertad, más el
desgaste a lo largo del tiempo, la valorización del inmueble, los
tickets de turismo, etc, para llegar a una cifra de varios millones
de dólares, que sería el precio de aquello que materializa, a los
ojos de los norteamericanos y de los admiradores de su visión, la
libertad.
Al constatar el valor de Fidel a
escala mundial, que provocó centenares de intentos de atentados de
los Estados Unidos contra él, pero sobre todo el prestigio que tiene
en
Cuba, en América Latina y en todo el mundo,
resolvieron buscar cuantificarlo, para llegar a su
"verdad".
El cálculo de la revista
multimillonaria Forbes es simple: tomaron el Producto Interno Bruto
de Cuba y calcularon un porcentaje sobre él, concentrado en los
ingresos del Palacio de las Convenciones, en la empresa
CIMEX de exportaciones, en la venta de vacunas y de
remedios. Ese cálculo daría un monto de 900 millones de dólares como
la fortuna de Fidel, colocado en el séptimo lugar en el
mundo.
La intención es clara: como la
economía cubana es planificada centralmente, el gobierno máximo se
apropiaría de las riquezas del país que, como la mentalidad
capitalista dice, confundiría totalmente la empresa pública y la
privada, conforme el patrimonialismo que acostumbra existir en los
países capitalistas. El presidente del Banco Central de Cuba,
Francisco Soberón, basado en esos criterios, incluidos los costos
reales de la guerra de Iraq, según Joseph Stiglitz, llegó a lo que
sería la fortuna personal del actual presidente de los EUA, más las
riquezas efectivamente de su propiedad y el resultado es una cifra
que supera en centenas de veces la fortuna que es atribuida a
Fidel.
Forbes tiene razón: Fidel posee
una fortuna incalculable. No es propiedad de él, pero el verdadero
propietario, el pueblo cubano, asocia esa riqueza directamente a él,
porque fue bajo su dirección que ella fue
construida. Es la mayor riqueza del mundo, porque ningún otro país
la posee.
Y es incalculable, porque ella no puede ser
contabilizada en números, no se le puede fijar un precio, no puede
ser vendida ni comprada. Se trata de los derechos
económicos, sociales y culturales conquistados en estas casi cinco
décadas. Se trata de los valores humanos asociados estrechamente a
ellos.
Una población que posee, toda
ella, no solamente la alfabetización, sino por lo menos nueve años
de escolaridad, todo obtenido mediante un sistema único para todos
los sectores de la población, de calidad, que puede contar con un
sistema universitario que gradúa a decenas de miles de cubanos por
todo el país, es una fortuna
incalculable.
Una población que posee el mejor
sistema de salud pública del mundo, una población en que nadie está
abandonado, probablemente la única población que tiene esa
situación, es una verdadera
fortuna.
Un país en que ningún niño duerme
en la calles.
En que todos están en las escuelas, practican
deportes, realizan actividades culturales, son bienes
incalculables.
La dignidad, la soberanía, el
orgullo de la sociedad que están construyendo, son un patrimonio
imposible de ser traducido en
cifras.
Esa es la fortuna de Fidel,
única, incalculable, que ningún dinero compra, que las sociedades
regidas por el capital y por el mercado no conocen.
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