domingo 03 de diciembre de 2006
ELECCIONES
PRESIDENCIALES EN VENEZUELA // ANTONI TRAVERÍA
El
precio de subestimar a Chávez
1.
• Menospreciarle solo
con caricaturas, como hacen algunos, es garantía de permanencia en el
poder
ANTONI
Travería
Director de la Fundación Casa Amèrica
Catalunya
Decepcionado
por su frustrado sueño de creación de la Gran Colombia, que hubiera
supuesto la unificación de las actuales tierras de Ecuador, Colombia y
Venezuela, Simón
Bolívar
escribió en 1826: "Somos los viles hijos de los españoles predadores que
vinieron a América a sangrarla y a procrear con sus víctimas. Después los hijos
ilegítimos de esas uniones se unieron a los hijos de los esclavos traídos de
África. Con tanta mezcla racial y con esa historia moral, ¿podemos darnos el
lujo de colocar las leyes antes que a los líderes y a los principios antes que a
los hombres?"
Ante
las elecciones presidenciales de hoy, Hugo
Chávez
se enfrenta por primera vez a una oposición unificada, cierto que muy
heterogénea y pintoresca, con el liderazgo estratégico del por dos veces gobernador del rico
estado petrolero de Zulia, el socialdemócrata Manuel
Rosales.
Poco carismático pero muy combativo y con experiencia política, aglutina a los
tradicionales sectores oligárquicos y conservadores, con los que coincidió
prestando su firma y aval personal al decreto por el que se proclamaba al
empresario Pedro
Carmona
como presidente después del golpe de Estado contra Chávez
de abril de 2002.
CON
ESCASAS o nulas posibilidades de triunfo, la candidatura de
Rosales
más parece un intento por conocer con cifras precisas cuál es el porcentaje de
enemigos de toda clase y condición dispuestos a movilizarse contra el chavismo.
Para la oposición, una derrota por menos de 20 puntos de diferencia sería un
logro, perder por menos de 10 todo un éxito y ganar a Chávez,
una especie de milagro.
Hugo
Chávez,
en cambio, posee carisma contrastado e incondicionales --que se cuentan por
millones-- dispuestos a defenderle con todo, incluidas las armas. Caudillista
con formas y estilo más propios del siglo XIX, auspicia una revolución
bolivariana para el siglo XXI. Curtido como soldado en las selvas del Amazonas,
es bravucón, provocador, grotesco en ocasiones, cuenta chistes, practica el
béisbol, cita a filósofos griegos, recita poemas, canta, baila y se apasiona al
hablar de la Biblia.
De joven quería ser una estrella del béisbol y fue solo para
poder viajar a Caracas que ingresó en el Ejército en 1971. Pero aún con ese
perfil, menospreciarle solo con caricaturas, con la ligereza con la que algunos
políticos y analistas lo hacen es garantía de permanencia en el poder. Es
preciso no olvidar que sin la ineficacia y las prácticas de corrupción
institucional de la vieja clase política venezolana nacida tras la caída en 1958
del dictador Marcos
Pérez
Jiménez,
hoy no estaríamos hablando del llamado fenómeno Chávez.
Fueron ellos y solo ellos los que sembraron la semilla Chávez excluyendo a
una mayoría social que dijo basta sujetándose, eso sí, a la
incertidumbre.
BASTE recordar que en solo seis años,
Chávez
pasó de ser un golpista encerrado en la cárcel a convertirse en presidente
elegido y legitimado por la soberanía popular. De encabezar dos intentos
sangrientos de golpe de Estado contra el ex presidente
Carlos
Andrés Pérez en
1992, con un balance de 400 muertos y desaparecidos, a triunfar en las
elecciones de diciembre de 1998. Fruto de su sagacidad de felino estratega,
resuenan todavía hoy sus palabras emitidas por televisión momentos antes de su
ingreso en prisión: "Hemos fracasado... ¡Por ahora!". Y desde ese instante se
preparó primero para su triunfo aceptando las normas del sistema contra el que
antes se había sublevado, para instalarse en el poder después, encadenando
victorias hasta hoy con una base sólida de apoyo popular que no esconde la
crispada polarización, muy visible con la sola observación de la tremenda
parcialidad política con la que actúan los medios de
comunicación.
Los
medios son el espejo donde mejor se refleja la tensa fractura de las dos
venezuelas hoy por hoy irreconciliables. En la inmensa mayoría de canales
privados de televisión es excepcional que emitan alguna declaración oficialista
a no ser para descalificarla de inmediato, mientras en la estatal Venezolana de
Televisión (VTV) no parece que exista oposición. Los periódicos El Nacional o El Universal se han transformado en
boletines partidarios de Rosales
plagados de descalificaciones contra Chávez,
con espectaculares titulares y editoriales incendiarios. ¿Cómo reaccionarán los
poderosos medios de oposición a Chávez
en caso de confirmarse la derrota de Rosales
avalada por los observadores internacionales?
CHÁVEZ NO es el
Che
Guevara
ni Salvador
Allende
ni tampoco el Simón
Bolívar
del siglo XXI, por supuesto. Tal vez haya más similitudes con el
Juan
Domingo
Perón
de 1945. Y es que después de barrer a las elites políticas que gobernaron el
país durante medio siglo XX, Hugo
Chávez
es un presidente con poderes excepcionales que sabe aprovechar como nadie las
debilidades de sus enemigos. Todo el poder está hoy en sus manos en una
coyuntura en que además el barril de petróleo está por las nubes. Puede ser un
personaje extravagante, arcaico, mesiánico, barroco, pero todos los que le han
subestimado han perdido. No han tenido en cuenta sus capacidades de seducción,
tenacidad y perspicacia, como en el caso de Perón
en Argentina. Y así les va.