Introducción
Una evaluación realista de la victoria electoral de Evo Morales requiere
conocer el papel desempeñado en las recientes insurrecciones populares en
Bolivia, su programa e ideología, así como las primeras medidas adoptadas por
su gobierno. En el pasado inmediato, innumerables intelectuales de izquierda,
académicos, periodistas y ONG se han subido neciamente al carro de una serie
de nuevos presidentes ?populares? electos (Lula en Brasil, Gutiérrez en
Ecuador, Vázquez en Uruguay y Kirchner en Argentina) que han respetado a las
empresas privatizadas, que pagan rigurosamente la deuda exterior, que aplican
las políticas fiscales del FMI y envían fuerzas militares a Haití para
mantener al gobierno títere impuesto por EE.UU., y para reprimir las luchas de
los pobres para restaurar el gobierno de Aristide elegido
democráticamente.
De nuevo, tenemos un líder popular elegido en Bolivia. Y de nuevo, un
ejército de incondicionales entusiastas de izquierda dominan el debate,
dejando de lado hechos significativos y los cambios de política de los últimos
cinco años.
El significado de la victoria electoral de Morales
El margen de la victoria electoral de Evo Morales, un 54 % frente al 29 %
de su más cercano adversario, supera al de cualquier anterior presidente en
los últimos 50 años. Su partido, el MAS (Movimiento hacia el Socialismo) ha
conseguido mayoría absoluta en la Cámara Baja y casi ha alcanzado la mayoría
en el Senado, así como 3 de los 9 gobernadores elegidos, a pesar de que el
Consejo Electoral eliminó casi un millón de electores del censo (la mayoría
votantes indígenas de Morales) por razones técnicas. En segundo término,
Morales ganó en todas las grandes ciudades (con excepción de Santa Cruz,
baluarte de la extrema derecha), y superó el 65 % de los votos en muchas zonas
rurales y urbanas empobrecidas. En tercer lugar, Morales y el MAS vencieron a
pesar de la oposición de los principales medios de información electrónicos e
impresos, de las asociaciones de empresarios y propietarios de minas y de las
intervenciones y amenazas de la embajada de Estados Unidos. En este caso, la
oposición de las empresas estadounidenses a Evo Morales sirvió para aumentar
el apoyo popular, dando lugar a una masiva participación nunca vista. Al
contrario que los muy prestigiosos ?críticos de los medios?de todo el mundo,
la gran mayoría de la gente no se dejó influir por las 24 horas de avalancha
de propaganda sucia llevada a cabo en todos los medios de comunicación. En
cuarto lugar
1, se ha
presentado a Evo en los medios, y a través de sus propios publicistas, como el
primer presidente indígena de las Américas, lo que en sentido técnico es
cierto pero debería haberse señalado que el presidente Chávez de Venezuela es
mestizo, que un ex vicepresidente de Bolivia fue un (neoliberal) indígena; que
el presidente peruano Toledo proclamaba sus orígenes indios y llevaba un
poncho durante su campaña electoral; que en Ecuador ha habido indígenas
ocupando importantes puestos ministeriales en el gobierno del derrocado
presidente Gutiérrez (entre ellos en Agricultura y Asuntos Exteriores). Con
excepción de Chávez, la presencia de indígenas en altos cargos no ha servido
para aprobar medidas progresistas en regímenes esencialmente
neoliberales.
La respuesta a la victoria electoral de Morales y el
MAS
La respuesta generalizada de los gobiernos de izquierda, de centro y de
derecha a la victoria de Morales ha sido positiva. Fidel Castro, Chávez,
Zapatero (España), Chirac (Francia) y Wolfowitz (del Banco Mundial)
felicitaron al ganador. Estados Unidos adoptó una posición ambigua. La
cautelosa alabanza del proceso electoral realizada por Condoleeza Rice llegó
acompañada de la previsible advertencia de que debería gobernar por ?métodos
democráticos?( según las indicaciones estadounidenses). Al mismo tiempo, poco
después de las elecciones, las Fuerzas Especiales estadounidenses, con base en
Paraguay, iniciaron unas maniobras militares en la frontera con Bolivia. Las
principales compañías de petróleo (Repsol, Petrobras, etc.) expresaron su
deseo de trabajar con el nuevo presidente (siempre que respete las reglas del
juego). Mientras tanto, anunciaron que se mantendrían las nuevas
inversiones.
Los dirigentes de las principales confederaciones de trabajadores: la
Confederación Obrera de Bolivia (COB), la Confederación de Mineros, las
Confederaciones de barrio de El Alto (ciudad obrera de 800.000 habitantes,
cercana a La Paz) adoptaron una prudente postura de ?esperar y ver?, exigiendo
que sus primeras medidas incluyan la nacionalización de las compañías de
petróleo y gas y la convocatoria de una asamblea constituyente. A pesar de las
reticencias de estos dirigentes, incluso en apoyar la elección de Evo, la gran
mayoría de sus seguidores votaron abrumadoramente por Morales.
En resumen, con excepción de Estados Unidos, ha habido un amplio apoyo a
la victoria de Evo, que comprende desde los grandes capitalistas a los
parados, del Banco Mundial a los indígenas descalzos de los Andes, cada uno
con su propia interpretación y expectativas sobre las políticas que van a
seguir la presidencia de Evo Morales y el Congreso con mayoría absoluta del
MAS.
Dos opiniones sobre la presidencia de Evo Morales
Al menos, existen dos opiniones con ideologías
contrapuestas sobre qué se puede esperar de la presidencia de Evo
Morales.
La izquierda eufórica y sectores de la ultraderecha (en particular en
Estados Unidos y Bolivia) prevén un escenario en el que un presidente indígena
radical de izquierdas, para contentar a la inmensa mayoría de bolivianos
pobres, transformará Bolivia desde una oligarquía blanca e imperialista, que
domina el país con una economía neoliberal, hasta convertirla en un Estado de
obreros agrícolas indígenas con una política exterior independiente, la
nacionalización de la industria petrolera, una profunda reforma agraria y la
defensa de los cultivadores de coca. Esa es la opinión del 95 % de la
izquierda y la de la extrema derecha en general, incluida la Administración
Bush.
Un escenario alternativo, el que mantengo yo, considera a Morales un
político social liberal moderado que en los últimos cinco años ha evolucionado
hacia el centro. No nacionalizará las multinacionales del petróleo o del gas
sino que es probable que renegocie un aumento moderado de sus impuestos, y
?nacionalice? los minerales del subsuelo, dejando que las compañías los
extraigan libremente, los transporten y comercialicen. Promoverá tres
variantes del capitalismo: protección de las pequeñas y medianas empresas;
invitación a las inversiones extranjeras y financiación de las compañías
estatales de petróleo y minería como socios menores de las multinacionales.
Para compensar y estabilizar su gobierno, nombrará a una serie de líderes
populares para puestos gubernamentales relacionados con el trabajo y el
bienestar social, con presupuestos exiguos que estarán sometidos a los
ministerios económicos y financieros dirigidos por economistas liberales.
Morales promoverá y financiará actividades culturales indígenas así como la
utilización de la lengua nativa en las escuelas andinas y en la
Administración. ?La reforma agraria? no implicará expropiación alguna de
explotaciones agrarias sino que se reducirá a proyectos de colonización en
zonas despobladas y sin cultivar. El cultivo de la coca se legalizará pero
restringido a menos de medio acre por familia. Se prohibirá el tráfico de
drogas. Morales propondrá trabajar con la DEA (Drug Enforcement
Administración) estadounidense contra el tráfico y el blanqueo de
dinero.
Análisis de Datos
Una enorme cantidad de datos- hechos relevantes para evaluar ambos
escenarios- están disponibles para cualquiera interesado en formarse un juicio
completo sobre la dirección que va a tomar Evo
Morales:
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Antes incluso de tomar posesión, Morales ha dado luz
verde a la privatización de MUTUN, una de las mayores explotaciones mineras
del mundo (Econoticias, 25 de diciembre de 2005). A finales de 2005,
se puso en marcha una subasta para su privatización, en circunstancias muy
controvertidas, entre varias multinacionales en competencia. El presidente
saliente, Rodríguez, consultó a dos de los principales congresistas del MAS
y aceptó paralizar la subasta como deferencia al gobierno entrante de
Morales. Morales y su neoliberal vicepresidente, Álvaro García Linera,
desautorizaron y amonestaron a los líderes del Congreso y a sus consejeros
parlamentarios y comunicaron al presidente Rodríguez que prosiguiera con la
subasta para la privatización. La mina tiene una reserva de 40.000 millones
de toneladas de hierro y 10.000 millones de toneladas de magnesio (el 70 %
del total mundial). En el proceso hasta llegar a su decisión unilateral,
Morales se doblegó a las presiones de la derecha provenientes de los
empresas pro-imperialistas de Santa Cruz e hizo caso omiso de los intereses
nacionalistas de los ecologistas y de los trabajadores.
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Mientras los mal informados admiradores izquierdistas de
Evo lo describen como el líder revolucionario de las masas bolivianas,
ignoran el hecho de que no desempeñó papel alguno en las insurrecciones de
octubre de 2003 y de mayo-junio de 2005. Durante las huelgas generales y las
batallas campales de octubre, Evo estaba en Europa en una reunión de
parlamentarios en Ginebra discutiendo sobre las virtudes de la política
parlamentaria. Mientras tanto, montones de bolivianos estaban siendo
masacrados por el régimen electoral de Sánchez de Losada por oponerse a su
política sobre la propiedad extranjera del petróleo y el gas. Morales volvió
a tiempo de celebrar la caída de Sánchez de Losada y de convencer al medio
millón de insurrectos para que aceptaran al neoliberal vicepresidente Carlos
Mesa como nuevo Jefe de Estado. Menos de dos años después, otra oleada de
huelgas y barricadas desembocaron en la caída de Mesa por dar continuidad a
la política petrolera de Sánchez de Losada. Una vez más, Morales intervino
para encauzar la insurrección a través de canales institucionales y proponer
a un juez del Tribunal Supremo como presidente interino mientras se
convocaban las nuevas elecciones presidenciales. Morales consiguió acabar
con la batalla popular en las calles y desmantelar los incipientes consejos
populares para canalizarlos hacia las instituciones burguesas establecidas.
En ambas crisis, Evo favoreció la reposición neoliberal en contra de las
exigencias del pueblo de establecer una asamblea nacional controlada
popularmente.
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Durante la presidencia de Mesa, Evo apoyó el ultimo
referéndum (2004) que permitió a las multinacionales extranjeras continuar
con el control del gas y del petróleo con un pequeño aumento de los pagos
por derechos de explotación. Aunque se aprobaron partes del referéndum,
fueron rechazadas después por el masivo movimiento
insurreccional.
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En la campaña para las elecciones presidenciales, la
candidatura Morales-García-Linera (vicepresidente) tuvo un ?triple
discurso?: para las masas urbanas y los sindicatos hablaron de ?socialismo
andino?; para los indígenas de las tierras altas lo hicieron de ?capitalismo
andino?; para los dirigentes empresariales afirmaron que el socialismo no
estaba previsto en su programa antes de 50 ó 100 años. En reuniones privadas
con el embajador estadounidense, con los oligarcas bolivianos, con los
banqueros y las multinacionales, Morales y García Linera renunciaron a las
intenciones de nacionalizar y por el contrario anunciaron que las
inversiones extranjeras serían bienvenidas siempre que fueran
?transparentes?. Por transparente querían decir que las multinacionales
pagaran sus impuestos y no sobornaran a los encargados de su regulación. El
mensaje para las masas carecía de concreciones; los discursos para las
elites empresariales se sustentaba en compromisos concretos.
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Evo y su vicepresidente Linera han prometido mantener la
política fiscal y macroeconómica de sus predecesores y respetar las
compañías ilegalmente privatizadas. El portavoz económico de Evo, Carlos
Villegas, declaró que el presidente Morales ? derogará de forma simbólica el
decreto por el que se privatizaron las empresas? pero añadió que ?no tendría
efectos retroactivos?. Los gestos simbólicos de carácter puramente retórico,
desprovistos de todo contenido nacionalizador, parecen ser la vía elegida
por Morales y Linera.
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Los próximos presidente y vicepresidente han dejado bien
claro que no van a expropiar ninguno de los grandes monopolios o grandes
terratenientes ni las inversiones extranjeras. El 13 de enero de 2006, Evo
Morales viaja a Brasil para negociar con las grandes corporaciones
brasileñas nuevas inversiones en los sectores del gas, de la petroquímica,
petróleo y otras materias primas. Según el brasileño diario financiero
Valor (26 de diciembre de 2005), Lula le va a ofrecer
préstamos estatales y a insistir en que Evo cree ?un clima de estabilidad
para las inversiones?. PETROBRAS, la gigantesca empresa brasileña, paga
menos del 15 % en impuestos por la extracción diaria de 25 millones de
metros cúbicos de gas natural a precios muy por debajo de los del mercado
internacional. Lula espera servirse de la ?ayuda? para profundizar y ampliar
las explotaciones a bajo coste de las valiosos recursos energéticos que
llevan a cabo las multinacionales de Brasil. Mientras tanto el gas que se
vende en La Paz es tres veces más caro que el que se vende en Sao
Paulo.
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Evo promete ?cobrar impuestos? a los ricos ya que sabe
muy bien que establecer nuevos impuestos para los grupos con ingresos más
bajos provocaría una insurrección semejante a la que se produjo en 2004. Sin
embargo, los impuestos previstos para las propiedades valoradas en 300.000 o
400.000 dólares no van a afectar a la gran mayoría de las clases medio-altas
ni a prácticamente ninguno, salvo al uno por ciento, de los muy ricos. Como
fuente de ingresos tendrá un impacto insignificante pero el valor
?simbólico? propagandístico será enorme.
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En cuanto a las exigencias de los campesinos, la comisión
agraria de Evo no ha planteado ningún objetivo concreto para la reforma
agraria (ni el número de acres para distribuir ni ninguna relación de
beneficiarios entre familias sin tierras).
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Mientras sus partidarios locales e internacionales
resaltan sus orígenes ?populares? e indígenas (el ?rostro de la América
India?), no hay duda de su apoyo a las grandes empresas, sus acuerdos con el
Comité Cívico pro-imperialista de Santa Cruz, con PETROBRAS y las otras
multinacionales del petróleo y el gas. Lo que resulta crucial no es la
militancia de Evo durante los años 80 sino sus alianzas, compromisos y
programa en su camino hacia la presidencia.
Conclusión
Todos los datos sobre las políticas de Evo Morales, en particular desde
2002, indican un giro decidido hacia la derecha, desde las luchas populares a
la política electoral; un deslizamiento hacia las actuaciones en el marco del
Congreso y con las elites institucionales. Evo Morales ha cambiado desde al
apoyo a las insurrecciones populares a dar su apoyo a uno u otro presidente
neoliberal. Su estilo es populista, su manera de vestir informal. Habla el
lenguaje de la gente. Es fotogénico, bien parecido y tiene carisma. Se mezcla
a gusto con los vendedores en la calles y visita las casas de los pobres. Pero
¿a qué política sirven esos gestos y símbolos populistas? Su retórica
anti-neoliberal no tiene sentido alguno cuando invita a más inversores
extranjeros a expoliar el hierro, el gas, el petróleo, el magnesio y otras
materias primas. No se van a producir transformaciones sistemáticas si se
mantienen las privatizaciones ilegales, si se respetan las elites financieras
y empresariales de La Paz y Cochabamba y las oligarquías de Santa Cruz. En el
mejor de los casos, Evo impulsará algunos aumentos marginales de impuestos
sobre el patrimonio y las patentes y quizás incremente un poco el gasto social
o los servicios sociales (pero siempre limitados por un presupuesto fiscal muy
reducido). El poder político se repartirá entre los nuevos pequeños burgueses
en ascenso, que ocupan puestos dirigentes en el MAS, y la vieja oligarquía
económica. Las relaciones diplomáticas con Cuba y Venezuela, sin duda,
mejorarán enormemente. Las relaciones con el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional no experimentarán cambio alguno- salvo que la mafia
cubano-estadounidense de Washington lleve adelante su programa extremista. Si
bien es posible cualquier agresión mientras los responsables políticos
fascistas manden en Washington también lo es, habida cuenta de la política
liberal de hecho de Morales, que el Departamento de Estado opte por presionar
a Evo para que se incline más a la derecha y haga más concesiones a las
grandes empresas y en la reducción del cultivo de coca. Desgraciadamente, la
izquierda continúa reaccionando ante los símbolos, las historias míticas, la
retórica política y los gestos, en lugar de hacerlo ante el fondo
programático, las experiencias históricas y las políticas socio-económicas
específicas. Parafraseando a Marx: La retórica populista es el opio de los
intelectuales.