Lo que se ve y no se ve en la Venezuela de hoy

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

En las proximidades de las elecciones:

 

Lo que se ve y lo que no se ve en la Venezuela de hoy

 

Por Narciso Isa Conde

 

El Profesor Juan Bosch, quien fue víctima de un golpe de Estado de factura oligárquica-imperialista (ejecutado en 1963 en la República Dominicana), refiriéndose a una sabia frase de José Martí no se cansaba de repetir que en la política hay “cosas que se ven y cosas que no se ven”.

 

La agudeza de esta expresión martiana viene al caso para la Venezuela actual, ahora camino a los trascendentes comicios del próximo domingo 3 de diciembre.

 

¿QUE PUEDE VER EL HOMBRE Y LA MUJER SENCILLA DE VENEZUELA Y DE NUESTRA AMERICA EN EL PRESENTE POLITICO VENEZOLANO?:

 

• Un proceso lectoral democrático y abierto, en el que concurren las expresiones políticas de dos importantes campos: los partidarios del Presidente Hugo Chávez y del proceso hacia la revolución y los acérrimos enemigos de esas fuerzas representados por el candidato derechista Manuel Rosales.

 

• La evidente ventaja y la segura victoria electoral del Presidente-candidato, desde su condición de líder de la pobresía y de los sectores patrióticos de esa nación.

 

• La altísima probabilidad de continuidad de ese proceso, a pesar de su intensa confrontación con los designios y planes del imperialismo estadounidense y específicamente de los halcones de Washington.

 

• El inmenso poder de convocatoria y movilización del liderazgo de la revolución, y la agresividad y amargura de una minoría derechista forzada a concurrir a una competencia democrática en la que no tiene posibilidades ni de triunfo ni de un papel airoso.

 

¿QUE COSAS NO APARECEN A SIMPLE VISTA?

 

• Que la declinación política de la derecha y de la contrarrevolución interna venezolana es más drástica y profunda que lo que se aprecia en la superficie.

 

• Que ese fenómeno, resultado de sucesivas derrotas anteriores, acentuado con la consolidación y ampliación del poder revolucionario, podría acelerarse en los días que restan para los comicios, provocando resultados dramáticos para la derecha política tradicional y su expresión electoral.

 

• Que la “gran marea roja” que inundó la ciudad de Caracas el pasado domingo,  puede tener un efecto multiplicador que arrincone más aun a los adversarios de ese proceso revolucionario.

 

• Que las ondas expansivas de la revolución bolivariana hacia el Sur y el centro de nuestra América relanzan su influjo y poder hacia el escenario electoral venezolano, reciprocando la solidaridad.

 

• Que eso fue así con la victoria del FSLN y de Daniel Ortega en Nicaragua y que lo va a ser en mayor escala y potencia con el triunfo de Rafael Correa y la Alianza País en Ecuador, proceso que de entrada cambia significativamente la correlación de fuerza y potencia las ondas expansivas de la nueva ola revolucionaria en todas las direcciones y especialmente hacia Colombia, Venezuela y Perú.

 

Esta nueva ola se inició en Venezuela cuando avanzaba la década de los 90, se reforzó con el levantamiento zapatista al inicio del siglo XXI en México, conformó un vórtice más duradero en el Norte de Suramérica (Venezuela, Colombia, Ecuador…), se expandió con inusitada fuerza –aunque también con evidentes frenos hacia el Sur (Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú…)- y fue de vuelta a México para conformar una nueva situación potencialmente revolucionaria en ese país.

 

Y además repuntó en Nicaragua, mientras pugna por dar resultados superiores en El Salvador.

 

La candidatura de Chávez esta montada sobre esa ola, dentro de la cual la Revolución Bolivariana de Venezuela es una pieza motora y un referente especialmente estimulante, porque le devolvió actualidad a la revolución en Siglo XXI y situó a América Latina y al Caribe a la vanguardia de la revolución pos-neoliberal en el mundo.

 

Y esto no es cualquier cosa.

 

Esto tiene efectos políticos pulverizante de las expresiones políticas contrarrevolucionarias, algunos de los cuales podría registrarse en los resultado electorales del próximo domingo, aunque no necesariamente en  toda su intensidad y extensión.

 

Si en las próximas horas el síndrome de derrota, potenciado por los fenómenos señalados, se apropia del alma de los sectores medios y, en general, de la masa electoral que nutre la derecha venezolana, los resultados para su candidato Manuel Rosales y  asociados pueden pasar de malos a catastróficos

 

¿Se dejarán medir si logran percibirlo a tiempo?

 

¿Se retirarán a última hora?

 

Nada de esto debe descartarse, sobre todo porque el repliegue puede útil para sus planes conspirativos-desestabilizadores.

 

De todas maneras la tendencia al achicamiento extremo de la derecha tradicional venezolana es una tendencia, que de no registrarse en gran medida en los próximos comicios, tenderá a acelerarse en la fase posterior.

 

Sobre todo si se calcula el impacto de la concreción del “nuevo periodo socialista Simón Bolívar” anunciado por el Comandante Chávez y el efecto depresivo que sobre la derecha ejerce su reelección por un nuevo periodo. Una transición al nuevo socialismo -que conlleva más democracia política, más democracia económica, más democracia social, más democracia cultural, más democracia de género y más democracia racial- tendría un tremendo efecto erosionador de las bases sociales de la derecha.

 

La verdadera socialización del poder político y de la economía implica justicia en distribución del ingreso, predominio de la propiedad social, autogestión y cogestión en las empresas de todo tipo, control social sobre los medios de producción y distribución, formas cooperativas y asociativas de la pequeña y mediana propiedad, y amplias y diversas formas de participación en las decisiones de todo tipo.

 

Un nuevo periodo que implique avances sustanciales en esas direcciones conduce, no solo a la pérdida de limitada influencia política que le quede después de esas elecciones a esa la derecha, sino también a la progresiva desaparición de los sujetos sociales y económicos que le dan sustento y permanencia.

 

La tendencia actual en Venezuela es, pues, hacia la aceleración del descenso de las formaciones políticas electorales de la derecha. Ese tipo de oposición interna de más en más va dejando de ser un problema para la continuidad de una hegemonía política- ideológica revolucionaria crecientemente consolidada.

 

Por eso en estos días previo a los comicios hay planes no visibles de otro tipo que acompañan la campaña electoral derechista, preparatorios del terreno para otras formas de oposición y acción, para nuevos planes basados en la violencia y el terror.

 

La Embajada de EEUU en Caracas. “advierte” sobre posibles conmociones y perturbaciones de naturaleza no especificada. Es obvio su apoyo a terceros perturba- dores, a nuevos planes clandestinos conocidos y aprobados en Washington.

 

Atención con la instrucción a los opositores de hacer vigilia frente a la mesa de votación, aunque allí no haya nada que vigilar (ni boletos, ni actas)

 

Atención a esta intimidación y a su intención de denunciar irregularidades prefabricadas para hacer disturbios con la íntima colaboración de los grandes medios de comunicación controlados por la derecha.

 

Atención con el posible anuncio prematuro de resultado inciertos, referidos a encuestas a “boca de urna” bajo su control.

 

Atención con el mandato a esperar y aceptar solo las instrucciones del Comando de Rosales, desconociendo al Tribunal Electoral.

 

Atención con la posibilidad de atentados al propio Rosales y a sus propios seguidores para crear confusión a ser potenciada por su inmenso poder mediático.

 

Atención con el plan magnicida anti-Chávez, situado en la médula el programa intervencionista estadounidense.

 

Atención con la infiltración masiva de paramilitares colombianos (se estiman en más de 5 mil en todo el país).  Alerta en los Estados limítrofes, pero no solo, también en Petare y en las proximidades de Caracas. Ese plan es de factura Uribe-Inteligencia Colombiana e Inteligencia Gringa.

 

¡Atención con los militares pro-imperialistas aunque el expediente “Golpe de Estado” esté debilitado en extremo después de aquel fracasado11 de abril!

 

No me creo el cuento de que los gringos están procediendo solo con medios políticos y económicos.

 

La intervención contra la revolución venezolana no puede verse como la de Irak y Afganistán, ella habrá de tener –si le resulta posible- otras características, que incluso tenga en cuenta su actual “dependencia” petrolera de la oferta venezolana.

 

Es claro que la cuestión petrolera, las enormes dificultades que ha provocado la resistencia popular en esos dos países a la política de guerra e intervención de EEUU y  la existencia de las FARC-EP y de toda la insurgencia colombiana en la vecindad de Venezuela, han sido factor disuasivo de la intervención masiva estadounidense en ese país.

 

Pero esto, ni la descarta, ni la reduce a modalidades conocidas. Un imperialismo decadente y pentagonizado, dirigido por mentes retorcidas, es capaz de hacer cualquier barbaridad y/o de ingeniárselas para buscar nuevas modalidades de agresión que salten algunos de esos obstáculos. No olvidemos que aun con los fundillos ardiendo en Irak, están proponiéndose agredir militarmente a Irán.

 

Cuando la contrarrevolución imperialista pierde el pleito por medio estrictamente político, entonces sobre-dimenciona los medios militares, para-militares y conspirativos.

 

Y esto está pasado a grandes rasgos en nuestra América y ahora en forma muy acelerada puede pasar en Venezuela.

 

La gran presencia de paramilitares colombianos producto de la supuesta desmovilización de ese sector en Colombia, forma parte del proyecto militar de Estados Unidos de América asociado a la ultra derecha pro-gringa colombiana contra el proceso revolucionario venezolano.

 

No olvidemos el “separatismo zuliano”, ni tampoco el hecho de que Rosales viene de allí y tiene intensos vínculos con la reacción colombiana y con los gringos.

 

EL margen de maniobra y de efectividad para la promoción de grandes disturbios ciertamente es bastante estrecho de aquí al próximo domingo.

 

Por eso hay que ver más allá de esa fecha.  Pensemos en el significado del día 4 de diciembre y en todo lo que podría desatarse de ahí en adelante: días, semanas, meses, años después.

 

Todo parece indicar que el proceso hacia la revolución en Venezuela va a asumir características de revolución profunda a partir del 4 de diciembre.

 

Y esto plantea dos cuestiones que no están precisamente en la superficie:

 

1-     El carácter más violento que podría asumir la contrarrevolución imperialista (sabotaje, atentados, boicots violentos) agresiones armadas, terrorismo de todo tipo, planes magnicidas, guerras de pandillas...)

2-     La necesidad que tiene la revolución liberarse de la nueva derecha que se ha incubado en su interior (clanes corruptos, nuevos ricos, burocracia parasitaria, políticos clientelitas…)

 

 Porque en verdad verdad esto último es la única fuente de descrédito de la revolución, su parte vulnerable, tolerada por el pueblo en la medida la lucha electoral contra la derecha de la IV República recomendaba no abrirse inoportunamente frente internos que podían poner en riesgo las posibilidades de victoria frente a la derecha política.

 

Ahora, después de la segura victoria del próximo domingo, no hay razón para cargar con ese pesado y odioso fardo, objetivamente adverso el nuevo periodo de tránsito al socialismo.

 

Ahora esa nueva derecha cívico-militar (seudo chapista) pasaría a ser más fuerte y peligrosa que la ya debilitadísima (en vía de extinción) derecha electoral de la IV República.

 

Ella ha sido –y lo podría ser en mayor escala- un factor facilitador de la infiltración para-militar colombiana, de las políticas conciliadoras con las derechas oligárquicas de los países vecinos e incluso de la tolerancia de la ingerencia imperialista.

 

Ella obstruye una línea de latino-americanismo revolucionario imprescindible para vencer una contrarrevolución imperial con ínfulas globalistas.

 

Colombia no es solo fuente del para-militarismo, sino que es un país con una creciente presencia militar de los EEUU.

 

El Plan Colombia-Iniciativa Andina no es solo contra Colombia, sino contra toda la región amazónica.

 

La nueva derecha vestida de rojo no solo opera como factor degradante y obstructivo de la revolución y de su poder transformador interno, sino como freno de una visión internacionalista de largo aliento y factor de oposición al despliegue de relaciones solidarias con sus aliados estratégicos a escala continental.

 

La consolidación política de la Revolución Bolivariana y el avance de esta cuarta ola revolucionaria continental han creado mejores condiciones para avanzar también en esa dirección, superando las trabas que lo impiden.

 

Las recientes declaraciones del Presidente electo del Ecuador, Rafael Correa, respecto a la salida de las tropas yanqui de la Base de Manta, su valiente negativa a calificar a las FARC-EP de terrorista y su oposición a involucrarse en el Plan Colombia de Uribe y Bush, es un importante aporte en esa dirección.

 

Venezuela avanza y seguro con Chávez a la cabeza habrá de dar un salto histórico este próximo fin de semana.

 

Su revolución se reafirmará y consolidará políticamente, al tiempo que entrará en una fase de transformaciones estructurales más profundas, radicales y trascendentes, de confrontaciones más decisivas y de mayores exigencias en el campo de la unidad estratégica y la solidaridad revolucionaria.¡Defenderla a muerte es un deber insoslayable de los(as) caamañistas-bolivarianos(as) dominicanos(as)¡. De todos los seres humanos amantes de la justicia , la libertad, la nueva democracia y el nuevo socialismo.

 

27 de Noviembre del 2006, Santo Domingo, RD.