MINNESOTA CONTRA BUSH, por Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: ACIDO

MINNESOTA CONTRA BUSH

                                                                                 Jorge Gómez Barata

Los Estados Unidos son tan diversos y plurales que allí cualquier cosa puede ocurrir. En medio de la islamofobia desatada con posterioridad al 11/S, que empujó al ostracismo a los ciudadanos y residentes de origen árabe, como parte de la venganza electoral contra Bush, en Minessota, eligieron congresista a un  musulmán.

Nacido católico hace 43 años y abogado de profesión, Ellison, se convirtió al Islam cuando contaba 19 años y, como resultado de las recientes elecciones de medio término, en el primer musulmán que llega al Congreso norteamericano.

Negro, musulmán, opuesto a la guerra en Irak, partidario del aborto, favorable al reconocimiento de ciertos derechos a los homosexuales y activista social, para la ultraderecha americana, algunos de cuyos elementos militan en la administración Bush, en lugar de en el Capitolio de Washington, Ellison debía estar en Guantánamo.

Aunque alguien puede subestimar el significado de esta elección, considerando que Ellison es uno más entre los aproximadamente mil millones de musulmanes, de los cuales entre 3 y siete millones viven en los Estados Unidos, no puede pasarse por alto el valor del precedente jurídico, el significado político y el significado moral de la escogencia.

El hecho de que en el momento en que el presidente, cabeza de una administración ultraconservadora, pone en circulación el término de islamofascismo que demoniza a todo el  que use turbante y deje correr entre sus dedos las cuentas un rosario islámico, en un distrito de la América profunda, donde los negros son menos del 2 por ciento de la población, los hispanos no llegan a doscientos mil, el pueblo norteamericano envía al Congreso a un discípulo de Mahoma, tiene un profundo significado.

Para quien quiera leerlo, ahora no se trata sólo de repudiar la guerra y castigar a Bush y a Rumsfeld por las vidas desperdiciadas y el sufrimiento inútil, sino de un rechazo a la intolerancia, a la xenofobia y a la manipulación de la fe con mezquinos fines políticos.

Los norteamericanos de la norteña Minnesota han estimado que se puede ser a la vez devoto del Islam, observar las reglas del Corán y ser un demócrata consecuente, fiel a la Constitución de los Estados Unidos y servir al pueblo norteamericano.

La idea de que los musulmanes son antediluvianos personajes, fanáticos sometidos a la voluntad de primitivos líderes religiosos, se rechaza no por los intelectuales de una cátedra universitaria, sino por el pueblo de la América esencial.

Incluso, los votantes del distrito de Minneapolis que eligieron a Keiith Ellison, no consideraron invalidante el hecho de que como otros negros, incluso militantes radicales, hubiera  estado vinculado al Movimiento de la Nación del Islam, encabezado por Louis Farrakhan.   

No creo que la elección de este congresista signifique una victoria del Islam, en cuyo caso no sería un hecho positivo. Lo importante no es que una fe prevalezca sobre otra, sino que todas convivan en civilizada armonía. Lo significativo es que desde el corazón de los Estados Unidos se envía un mensaje a favor del encuentro y la convivencia entre las civilizaciones. 

Las elecciones en Minneapolis han adornado la victoria del Partido Demócrata con una perspectiva que trata de rescatar una imagen idílica de los Estados Unidos, a la vez que primera potencia tecnológica y militar del mundo, un país políticamente plural y culturalmente tolerante.

Por esta vez, sin quererlo, desde el Islam se refuerza una visión positiva del imperio. Ver para creer.