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Wikileaks: Venezuelan ambassador Freddy Balzan emails 2005-2008

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  • To: Equipo Perú-Bolivia-Chile <pebochi@pa.co.cu>
  • Subject: VIOLETA CON EL PUÑO EN ALTO
  • From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
  • Date: Mon, 26 Feb 2007 16:39:16 -0500

 
 
VIOLETA CON EL PUÑO EN ALTO
Escribe: Dante Castro Arrasco
 
No me cabe la menor duda de que un diálogo con Violeta Valcárcel es ponerse nuevamente en orden con la verdadera historia. Preciso: con el verdadero sentido de la historia. Tal como lo cuenta el colega y compañero Eduardo Gonzáles Viaña, es como la había imaginado desde que la vi descender las interminables escaleras del Centro Cívico de Lima, con sus muletas de aluminio y sin ayuda de nadie; luego, ya en el primer piso,  pasó delante de nuestra banderola cargada por jóvenes militantes que coreaban: "Fidel, Fidel, que tiene Fidel, que el imperialismo no puede con él". Violeta sonreía demostrando que vivía emotivamente, intensamente ese momento. Levantó el puño en un digno esfuerzo, y lo hizo para saludar a la novísima generación, aquella que nos sucederá. Nos quedamos con su sonrisa atrapada en una instantánea personal, dándole una explicación a los chicos y chicas de quién era esa señora que con tanta mística revolucionaria nos había saludado.
 
Pocos días después, el 31 de enero, la encontré en el ágape de la Embajada de Cuba tratando de bajar al jardín adonde nos concentrábamos los invitados. La saludé respetuosamente sabiendo que no me conocía. Violeta me pidió una silla en medio de una fiesta hecha para estar de pie. Fui por la silla y pedí a uno de los fedayines que le alcanzase un refresco. Cuando al fin estaba la silla a su disposición, Violeta me contó que había sufrido dos fracturas. Preguntó hasta dónde había tenido que ir por la silla. Le hice una broma: el día que me nieguen algo en la embajada de Cuba, dejaré de apellidarme Castro. Entonces Violeta rió y después de unos segundos me preguntó si me llamaba Dante, a lo que respondí afirmativamente. "No hay que pelearnos entre nosotros, pues", agregó sonriendo, haciendo alusión a la polémica reciente entre escritores. Brindé con Violeta por eso, porque el "nosotros" no incluye a los nauseabundos tricocéfalos, coliformes, arrepentidos, indefinidos y mequetrefes que se dicen "amigos" y llaman a Fidel "dictador". Pronto ya estaba rodeada de muchas personalidades de la izquierda peruana, compartía a gusto con esa familia, la única que uno puede elegir entre tantos sacrificios que exige la militancia.
Y esperamos que sea así nuestra vejez, cuando nos toque ser ancianos. Como la de Violeta, como la de Ángel Castro Lavarello. Que no nos agarre antes el climaterio político. Que no hagamos como Pedro que negó tres veces a Cristo. Eso nos enseña ahora Eduardo Gonzáles Viaña en su carta sobre Violeta Valcárcel. Eso les explico a chicos y chicas que la vieron con el puño en alto, emocionada al ver que su vida y la de muchos camaradas tendrán continuidad; al ver que el socialismo no es solo un  asunto de cabecitas canosas, sino también de vigorosas generaciones de relevo que vienen a empuñar la posta. Cuando hay una causa revolucionaria de por medio, las fronteras generacionales se vuelven volátiles.
 
Sigamos sembrando, entonces.
 
...Patria o Muerte...
...Venceremos...
 
Dante Castro A.

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