Votacion ONU, editorial de PF

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El voto en la ONU y el chantaje de la DC

La decisión de la presidenta de la República, Michelle Bachelet, de
abstenerse ante las candidaturas de Venezuela y Guatemala al Consejo de
Seguridad de Naciones Unidas, no fue acertada ni solucionó nada. Desde
luego, no constituyó una demostración de independencia del país. Pese a
las apariencias, en la realidad hubo sumisión a las orientaciones de
Estados Unidos en el sentido de bloquear la candidatura de Venezuela. La
abstención, objetivamente, favoreció esos objetivos. Al mismo tiempo, fue
resultado de un chantaje de la derecha, representada esta vez por la
Democracia Cristiana al interior de la Concertación. Esto no traerá
efectos positivos para el país ni para el gobierno de la presidenta
Bachelet. En cambio, profundizará el aislamiento de Chile respecto de la
tendencia integracionista que se abre paso en los principales países de la
región, incluyendo a dos de nuestros vecinos y a Brasil, la economía más
poderosa del continente. La ambigüedad de la abstención acercará a Chile a
los países que marchan a remolque de las políticas e intereses de Estados
Unidos, cuyo gobierno pone en peligro la paz e intenta imponer por la
fuerza un modelo político y económico que lo favorece a escala mundial.
En esta situación, Chile limitará sus posibilidades de desarrollo en
condiciones de independencia y equidad y deberá someterse rigurosamente al
Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y a la política imperial.
Inquieto ante los cambios que pugnan por producirse en el continente,
Estados Unidos se juega a fondo por constituir un bloque que se oponga a
transformaciones que fortalezcan la soberanía de los países de América
Latina.
Igualmente graves serán las consecuencias internas de la abstención en la
ONU. En la decisión de la presidenta Bachelet pesaron, sin duda, los
factores internacionales y la presión de Estados Unidos. Pero fueron
también determinantes las presiones -con visos de chantaje- surgidas al
interior del bloque gobernante, en particular la oposición desafiante de
la Democracia Cristiana al voto por Venezuela. En esa actitud la DC fue
acompañada por amplios sectores del PPD, enfrentando al PS -que también
tuvo disidencias internas- y al PRSD, no ajeno a reticencias más o menos
silenciosas. Esta falta de apoyo de la coalición de gobierno fue decisivo
en la debilidad de la presidenta para afrontar un chantaje político -que
incluso amenazaba con el quiebre de la Concertación- que no quiso o no
supo resistir.
Pocas veces se había visto en América Latina una actividad semejante a la
desplegada por Estados Unidos para impedir que Venezuela llegara al
Consejo de Seguridad de la ONU. Las maniobras imperiales fueron
acompañadas, como es habitual, por una intensa campaña de prensa que tuvo
efectos agudos en Chile, donde hay un monopolio de la derecha que usó toda
clase de recursos para denostar la candidatura venezolana, desde
deformaciones caricaturescas de las actuaciones del presidente Hugo Chávez
y de su ex embajador en Santiago, hasta guardar silencio respecto de las
presiones norteamericanas sobre Chile a propósito de la aprobación del
tratado que establece la Corte Penal Internacional.
Los medios de prensa -especialmente El Mercurio- convirtieron el tema de
la votación en Naciones Unidas en asunto central de la política interna,
lo que no ocurrió en ningún otro país del continente. Se creó así un clima
que pesó fuertemente sobre el gobierno, sobre todo por la beligerante
actitud de la Democracia Cristiana y sus amenazas rupturistas. La
presidenta de la DC, senadora Soledad Alvear, y el canciller, Alejandro
Foxley, llevaron la voz cantante en las primeras semanas de esta campaña,
encubriendo su oposición con declaraciones almibaradas que simulaban un
anticipado acatamiento a cualquier decisión que adoptara la presidenta de
la República. Gutenberg Martínez, ex diputado y ex presidente de la DC
chilena y actual presidente de la Organización Demócrata Cristiana de
América Latina (ODCA) -implicada hasta el cuello en la conspiración
golpista de 2002 en Venezuela-, amenazó públicamente con ?un antes y un
después? en la Concertación, si la presidenta Bachelet se decidía a votar
por Venezuela, como todo parecía anticipar. Al chantaje democratacristiano
se unió la fuerte presión de la derecha a través de sus mecanismos
parlamentarios y publicitarios.
La campaña anti venezolana llegó a extremos delirantes, con publicaciones
sobre el presunto armamentismo del gobierno de Chávez y un supuesto plan
de intervención armada en las zonas fronterizas de Bolivia con Chile. El
espantapájaros de esa campaña atizada sobre todo por El Mercurio, fue la
construcción de un puesto fronterizo para albergar a unos cincuenta
soldados, policías y funcionarios aduaneros bolivianos en el nacimiento
del Silala, cuyo curso de agua aprovecha exclusivamente Chile lo que es
cuestionado desde hace cerca de cuarenta años por los sucesivos gobiernos
bolivianos. Hasta el ex comandante en jefe del ejército, general (r) Juan
Emilio Cheyre, actual director del Centro de Estudios Internacionales de
la Universidad Católica, se permitió opinar sobre el ?intervencionismo
abusivo? del presidente Chávez, terminología que se ha cuidado de utilizar
cuando se refiere a George W. Bush, autor de las brutales intervenciones
militares en Iraq y Afganistán, y de la teoría de la ?guerra preventiva?.
Desde la segunda fila opositora, la derecha atacó a fondo. El farandulesco
diputado Iván Moreira afirmó que hay parlamentarios de la Concertación
financiados por Venezuela. El senador Pablo Longueira, también de la UDI,
y el senador Sergio Romero, de RN, criticaron con acidez la eventual
votación por Venezuela.
Resuelta la abstención, la derecha fue la primera en felicitar a la
presidenta Bachelet y alabar la decisión del gobierno, mientras el
ministro del Interior, Belisario Velasco, llamaba a Soledad Alvear para
anticiparle la noticia. La prensa de derecha saludó clamorosamente la
decisión presidencial que interpretó -con toda razón- como una victoria.
Aunque después, como es habitual en sus hipócritas métodos, la UDI y RN se
han dedicado a criticar a la presidenta Bachelet acusándola de ?falta de
liderazgo? y de titubear en sus responsabilidades de gobernante.
Lo concreto es que la votación adversa a Venezuela    -porque ese es,
repetimos, el significado real de la abstención-, deja gravemente dañada a
la Concertación. Ha dejado al descubierto su debilidad estructural y el
riesgo permanente de un quiebre. No cabe duda que en su seno deberá
producirse un realineamiento de fuerzas políticas. El éxito del chantaje
de la Democracia Cristiana convierte a ese partido en fuerza hegemónica.
En adelante, podrá imponer sin trabas una orientación más conservadora que
la de partidos como el Socialista que cuidan su flanco izquierdo.
Paradojalmente, al no votar por Venezuela se ha producido un ?antes? y un
?después? en la Concertación. Son dos momentos marcados por el chantaje,
peligroso método de acción política que conduce a la degradación de las
relaciones entre partidos y ciudadanos. La principal fuerza política de la
coalición de gobierno actuando disciplinadamente impuso su voluntad a sus
aliados. Sumó a su victoria a la propia presidenta de la República que
debió asumir, al parecer sin mayores contradicciones, la responsabilidad
de una decisión en cuya etapa final tal vez tuvo participación relevante
el embajador chileno en la ONU, Heraldo Muñoz, muy cercano al Departamento
de Estado norteamericano.
Lo que para algunos ha parecido una decisión acertada, seguramente se
convertirá en un punto de inflexión negativo para el gobierno. Las
anunciadas políticas sociales, los ajustes en el modelo y los proyectos
democratizadores quedan en tela de juicio. La Concertación está ahora
claramente dominada por un sector más proclive a las políticas
norteamericanas en la región
PF
(Editorial de Punto Final Nº 626, 19 de octubre, 2006)


Campaña de mentiras

Cuidadosamente articulada, la campaña internacional para aislar a
Venezuela y al gobierno del presidente Hugo Chávez y, previsiblemente,
profundizar acciones desestabilizadoras en su contra, crece en todo el
continente. Entre otros métodos, se usa el sistema de resonancia
noticiosa, mediante el cual se difunden falsedades y rumores convertidos
en supuestas verdades que se repiten y amplifican en la mayoría de los
medios de América Latina.
Un ejemplo reciente: a partir de una ?información? del Miami Herald,
Venezuela destinaría en los próximos seis años 60 mil millones de dólares
a compras militares. Diez mil millones de dólares al año. La información
se apoya en un sospechoso informe de un centro de ?consultoría en temas
militares e inteligencia? con base en Connecticut, Estados Unidos. Así lo
publicó El Mercurio en su edición del 12 de octubre, con caracteres
inquietantes. Se recurre, además, ?a otro informe citado por el diario de
Miami? que denuncia a ?la jerarquía militar chavista? pretendiendo comprar
10 a 15 submarinos lanzamisiles (más que todos los existentes en América
Latina), 138 otros navíos y unas 600 mil bombas ?entre comunes e
inteligentes guiadas por láser y GPS?.
Lo notable es que el mismo artículo desmiente la patraña. Al final se
aclara que nada de lo anterior se ha materializado, según lo confirma una
de las publicaciones más cotizadas en materia de información militar.
Textualmente señala: ?Para Anne Gilmour, una experta en armas de Jane?s
Weekly, una publicación especializada en defensa, las actuales compras
venezolanas de armamento están por debajo de las adquisiciones de países
como Colombia, Brasil y Chile?
ANALISTA
(Publicado en Punto Final Nº 626, 19 de octubre, 2006)