ANDAR
CAMINOS
Ojalá…;
un artículo de
Ariel Terrero
inSurGente.-
De inicio, apoyé
el ruego de aquel funcionario de un organismo cuyo nombre prefiero reservarme.
"Ojalá –dijo- aparezca mucho petróleo en el área cubana del golfo de México."
"Ojalá", le secundé. "Esa es la solución –agregó- para la economía cubana." Y
justo ahí apliqué el freno. ¿La solución? Demasiado absoluta, aplastante,
reducida. Desoxigenante, en fin. ¿Y si no aparece el petróleo, qué hacemos? ¿Nos
cortamos las venas como nación?
Visiones tales tienen, a la vez,
un halo místico, en consecuencia, perniciosamente contemplativo, y en mala hora
tercermundista. Este planeta nuestro, dividido por el canal transoceánico del
capital, ha dejado al Sur la augusta misión de producir materias primas, y al
Norte, el sacrificado papel
de comprarlas con facturas de regalo para
producir tecnologías, bienes y servicios de alto valor agregado, a precios de
susto. Tantos siglos sumergidos en esa división de roles, ha sembrado en los
subdesarrollados una mentalidad tendente a confiar en el milagro: un yacimiento
de oro amarillo antes y de oro negro hoy. La alternativa es que una coyuntura no
menos prodigiosa dispare
los precios del azúcar o de algún mineral y bailen
las vacas gordas. Mientras espera por la obra de Dios, de la naturaleza o del
mercado, la mentalidad de marras cruza los brazos… y las
neuronas.
A Cuba, por ejemplo, le ha
tocado en suerte un alza insospechada de los precios del níquel: en dos veces la
ya alta cotización que tenía hace un año. Si persiste en ese nivel, podría
aportar a la nación casi tanto como el turismo, y a un mejor costo; un dato más
concreto que la quimera del petróleo, pero no menos fortuito. Aunque abundan las
conjeturas y las especulaciones, ningún vaticinio de precios se arriesga a poner
la mano en la candela.
Tampoco la pondría yo para soñar
con la producción nacional de hidrocarburos, que desde el 2002 ha oscilado, sin
señales precisas de un nuevo despegue, entre 3,7 y 3,9 millones de toneladas por
año, incluido el llamado gas acompañante.
¿Cuál es la alternativa,
entonces? Crear, generar ideas, producir con eficiencia, depender de ese llamado
capital humano que abunda en Cuba, pero que aún debiera rendir muchos más
dividendos. Una buena muestra de lo posible es el abultado crecimiento de los
ingresos externos en los últimos dos años, a cuenta de la exportación de
servicios de alto valor agregado, fundamentalmente
médicos.
Si de apuestas se trata, me inclino más por opciones como la Revolución
Energética, que alienta un consumo eficiente de electricidad,
muy
oportuno por dos razones: los precios del petróleo se han disparado y el
crecimiento de la economía cubana reclama inevitablemente un mayor gasto
energético. ¿Quieren algo más estimulante que ENERGAS? Con el gas acompañante
antes lanzado olímpicamente a la atmósfera, esa planta agrega poco más de los
400 megaWatts de electricidad que debía producir el fracasado monstruo
electronuclear de
Juraguá.
No fue "ojalá" la expresión clavada en la puerta de los laboratorios
biotecnológicos y fábricas de medicamentos. Con súplicas, Cuba no hubiera
desarrollado vacunas y otros fármacos ni las hubiera ubicado en el segundo lugar
de la exportación de bienes, detrás del níquel. Una obra –y una inversión-
paciente y tenaz, iniciada cuando parecía apenas una utopía loca, rinde hoy
beneficios, en un anticipo de lo que pudiera generar el actual y ambicioso
programa de informatizar a la
sociedad.
Definitivamente, el desafío de los cubanos no es sentarse a esperar, sino
buscar, andar caminos de desarrollo autóctono, que tampoco se hilan copiando
recetas ajenas ni pescando señales divinas. La acción pasa por el enfrentamiento
a lastras, exógenas unas, como el bloqueo estadounidense, endógenas otras, como
artilugios burocráticos que inhiben el despegue agrícola, industrial o
mental.
De acuerdo. Ojalá aparezca petróleo en las entrañas del golfo de México,
pero, sobre todo, ojalá dejemos los rezagos de mentalidad subdesarrollada. Y
ojalá seamos capaces… Digo mal.
Sin ruegos. Entre las
alternativas, solo una es íntegra y recia en sí misma: que en cada lugar y
momento, toda la cultura general y tecnológica de los cubanos se expresen
también económicamente, para ser algo más que un bien de lujo o conquista ética
de la Revolución.
Ariel Terrero es jefe de
Información Nacional de la revista Bohemia
(Cuba)