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Wikileaks: Venezuelan ambassador Freddy Balzan emails 2005-2008
- To: "ifardale" <ifardale@rhc.cu>
- Subject: La CIA en el asesinato del Che (IV)
- From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
- Date: Mon, 9 Oct 2006 18:50:24 -0400
EL PAPEL DE CUARTA PARTE.
Froilán González y Adys Cupull.
El 10 de octubre de 1967, el cadáver del Che fue
expuesto en la lavandería del hospital de
Vallegrande. La monja María Muñoz relató: “El Che estaba
como si no hubiera muerto. Había un silencio único, no escuché que nadie
hablara, ni lo creo, él con sus ojos mirándonos a todos que parecía
vivo.”
Eugenio Rosell, un maestro que en 1967 tenía 20 años de edad, narró: “...La
población se mostró muy respetuosa a sus antecedentes, a su capacidad, a sus
ideales, a su lucha, porque no es fácil analizar y deducir que un hombre que no
había nacido en Bolivia viniera realmente en busca de mejores soluciones para la
clase oprimida, que es la mayoría de la población, y él viniera a quedarse
eternamente entre nosotros, y eso es apreciado por el pueblo de
Vallegrande...”
“Muchas gentes... lo
compararon con Cristo, pero realmente cuando yo lo miré, vi que tenía los rasgos
de comandante guerrillero y me eché a llorar, muchas personas lloraron
también.”
Mientras los pobladores acudían al
lugar, se realizó una
conferencia de prensa, donde el Coronel Zenteno Anaya y Arnaldo Saucedo
mostraron el Diario del Che y aseguraron que murió a consecuencia de
las heridas del combate del día 8.
Desconocían que el General Ovando, había formulado otras
declaraciones. Las respuestas de unos y otros al ser confrontadas por los
periodistas evidenciaban contradicciones, lo que provocó una generalizada
incredulidad; las dudas y confusiones aumentaron, al conocerse que
el cadáver conservaba el calor del cuerpo cuando lo llevaron al
hospital.
Para el dictador
boliviano y los agentes de la CIA les resultaba imposible
ocultar el crimen, sabían que familiares del Che reclamarían el
cadáver o podían impugnar la autopsia y solicitar aclaraciones sobre las
circunstancias y forma de la muerte. Se añadieron a estas preocupaciones la presencia en
Santa Cruz de la Sierra, del hermano del Che, el abogado Roberto Guevara.
Se divulgaron
despachos de prensa basados en manifestaciones de soldados y pobladores
de
Barrientos y los
agentes de la CIA, querían evitar que el lugar donde fuera enterrado, se
convirtiera en un centro de veneración y mintieron nuevamente al afirmar que fue
incinerado y las cenizas dispersadas por los
Andes.
Desde Argentina, las agencias de noticias
comunicaban que las autoridades de ese país no deseaban, en forma alguna, que la
tumba pudiera convertirse en un lugar de peregrinación, pues ello crearía
un nuevo problema político que se sumaría a los ya numerosos que tenía que
enfrentar el gobierno del general Juan Carlos Onganía. Una de las informaciones
añadió: “Lo más probable es que la sepultura del Che nunca sea conocida y un
alto militar recordó que precisamente por el mismo motivo nunca se
reveló el lugar exacto donde descansan los restos de Eva
Perón.”.
El 11 de
octubre arribaron a
Mientras en La Habana, el 15
de octubre, el Comandante en Jefe Fidel Castro, a través de las emisoras de
radio y televisión nacionales y de la emisora internacional Radio Habana Cuba, analizó,
detalladamente, las noticias, cables de diversas agencias informativas y otras
consideraciones sobre el asesinato del Guerrillero Heroico, para afirmar que era dolorosamente cierta la
noticia.
En
su comparecencia, Fidel dijo: “...el deber de decir la verdad está por encima de
que pueda convenir o no pueda convenir ‑y esa era nuestra actitud...
“…¿Es que acaso la
historia de las revoluciones o de los pueblos revolucionarios se ha
caracterizado por la ausencia de golpes duros? ¿Es que acaso los verdaderos
revolucionarios no son los que se sobreponen a esos golpes, a esos reveses, y no
se desalientan? ¿Es que acaso no somos los revolucionarios precisamente los que
pregonamos el valor de los principios morales, el valor del ejemplo? ¿Es que no
somos acaso los revolucionarios los que creemos en la perdurabilidad de la obra
de los hombres, de los principios de los hombres? ¿Es que acaso no somos los
revolucionarios los primeros que empezamos por reconocer lo efímero de la vida
física de los hombres y lo perdurable y duradero de las ideas, la conducta y el
ejemplo de los hombres, si ha sido el ejemplo el que ha inspirado y ha guiado a
los pueblos a través de la historia?”
CONTINUARÁ. |
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