“En
Defensa de la Humanidad” Intervención durante el IX Encuentro
Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas de
Desarrollo, con Abel Prieto, Pablo González Casanosa,
François Houtard, David Viñas, Vicente Batista y Fernando
Rojas. Palacio de Convenciones, La Habana, Cuba, 9 de febrero
de 2007.
En
diciembre de 1996, la Unión Europa se alineaba
con la posición de injerencia estadounidense y exigía de Cuba “progresos
tangibles en la vía de una transición pacífica hacia el pluralismo
democrático”. Así nació la posición común europea para con La Habana, que
se ha vuelto el pilar de la política exterior de la Unión Europea hacia
Cuba.
La posición común es única en su género en la medida en que
las condiciones impuestas a Cuba no se aplican a las otras naciones que
tienen relaciones con la Unión
Europea.
En junio de 2003, bajo el impulso del
antiguo presidente del gobierno español, José María Aznar, la Unión Europea
decidió imponer sanciones políticas y diplomáticas a Cuba. Esa decisión se
justificaba, oficialmente, a causa de la «situación de los derechos
humanos».
Los propios Estados Unidos presentaron cada año, entre
1987 y 2005, una resolución contra Cuba denunciando las “violaciones de
los derechos humanos” en la antigua Comisión de
Derechos Humanos de las Naciones Unidas que tiene su sede en Ginebra.
Además esta Comisión, desacreditada por sus decisiones politizadas y
partidarias, fue remplazada en mayo de 2006 por un nuevo Consejo de
Derechos Humanos. Durante este período de cerca de veinte años, el único
país señalado con el dedo por las diferentes administraciones
estadounidenses en el continente americano fue Cuba. Ahora,
la Unión
Europa sigue los pasos de Washington imponiendo sanciones
a Cuba.
Al igual que Estados Unidos, al único país del mundo que
la Unión
Europea vitupera y condena con sanciones es a Cuba, lo
que vuelve otro tanto más incomprensible la posición de Bruselas. ¿Por qué
Bruselas se une de manera casi devota a la posición estadounidense? En
efecto, es difícil concebir que una potencia tan importante como la Europa
de los 25 se alinee de un modo tan dócil y disciplinado con la política
exterior de Washington para con el pequeño archipiélago del
Caribe.
En abril de 2005, en Ginebra, otra resolución, adoptada por
una gran mayoría (35) de los 50 miembros de la Comisión, fue rechazada por
la Unión
Europea y por supuesto por Washington. Dicha resolución
condenaba “el uso de mercenarios para violar los derechos humanos y el
derecho de los pueblos a la autodeterminación”. La UE se negó a adoptar un
texto condenando las prácticas de la Casa Blanca,
particularmente respecto a Cuba.
La UE afirma que “reanudaría con
placer un diálogo político con las autoridades cubanas. Este diálogo
tendría que ver particularmente con la cuestión de los derechos humanos y
tendría lugar sobre una base recíproca y no discriminatoria”. La “base no
discriminatoria” es imposible ya que Europa estigmatiza únicamente a Cuba.
En cuanto a la reciprocidad, el último informe de Amnistía Internacional
permite aclarar este tema efectuando una comparación de la situación de
los derechos humanos en el seno de la Comunidad Europea
–que pretende dar lecciones y notas de buena conducta– y Cuba.
En
lo que se refiere a Cuba, Amnistía Internacional no ha
mencionado:
- ni un solo caso de asesinato político contrariamente
al Reino Unido,
- ni un solo caso de tortura o trato inhumano
contrariamente a Bélgica, Chipre, Estonia, Francia, Grecia, Italia,
Letonia, Malta, República Checa y Reino Unido,
- ni un solo caso
de uso de pruebas conseguidas bajo tortura contrariamente a Alemania y
Chipre,
- ni un solo caso de desaparición contrariamente a
Estonia,
- ni un solo caso de violación del derecho a la vida
contrariamente a Suecia,
- ni un solo caso de rapto de personas
por las autoridades contrariamente a Italia,
- ni un solo caso de
impunidad después de un crimen cometido por agentes del Estado
contrariamente a Austria, España, Francia, Grecia, Irlanda, Italia,
Portugal, República Checa y Reino Unido,
- ni un solo caso de
tráfico de seres humanos contrariamente a Grecia y Lituania
- ni un
solo caso de violencia contra los menores por parte de agentes del Estado
contrariamente a España, Estonia, República Checa y Eslovaquia,
-
ni un solo caso de violencia contra las minorías contrariamente a
Alemania, Estonia, Francia, Grecia, República Checa, Reino Unido y
Eslovaquia,
- ni un solo caso de niños privados de acceso a la
educación a causa de su origen étnico contrariamente a Grecia, Hungría,
República Checa, Eslovaquia, Letonia y Eslovenia,
- ni un solo
caso de niños internados contrariamente a República Checa y Eslovaquia,
- ni un solo caso de esterilización forzada de mujeres procedentes
de minorías contrariamente a República Checa y Eslovaquia,
- ni un
solo caso de ciudadanos que perdieron su nacionalidad contrariamente a
Grecia y Eslovenia,
- ni un solo caso de uso de camas-jaulas para
encerrar a los enfermos mentales contrariamente a República
Checa,
- ni un solo caso de represión de manifestantes
contrariamente a Chipre y Malta.
- ni un solo caso de violencia
contra minusválidos contrariamente a República Checa,
- ni un solo
caso de enfermos mentales encarcelados contrariamente a Austria, Irlanda e
Italia,
- ni un solo caso de falta de atención médica
contrariamente a Estonia, Italia y Reino Unido,
- ni un solo caso
de violencia policial contrariamente a casi todos los países europeos,
- ni un solo caso de suspensión de las garantías constitucionales
contrariamente a Francia,
- ni un solo caso de incitación al odio
racial y a la discriminación por las autoridades contrariamente a Hungría
y Letonia,
- ni un solo caso de expulsión de demandantes de asilo
contrariamente a Alemania, Austria, Bélgica, Chipre, Francia y
Grecia,
Los informes de Amnistía Internacional sobre la situación
de los derechos humanos en el seno de la Unión Europea son
abrumadores. Por consiguiente, la Unión Europea no tiene
ninguna autoridad moral para erigirse en juez. En efecto, la Europa de los
25 presenta una situación mucho más desastrosa que la de
Cuba.
Por otra parte, a pesar de las enormes
actividades de cabildeo que ejercieron los Estados Unidos y
la Unión
Europea para impedir que Cuba integrara el nuevo Consejo
de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 135 países miembros, o sea
más de los 2/3 de la Asamblea General,
escogieron a Cuba
en mayo de 2006 para ocupar un escaño. En realidad, los
Estados Unidos y Europa utilizan la problemática de los derechos humanos
como pretexto y han impuesto una visión politizada de la realidad cubana
que el resto del mundo no comparte de ninguna manera.
El 12 de
junio de 2006, el Consejo de la Unión Europea afirmó
claramente su intención de derrocar al gobierno de La Habana: “Mediante el
abanico completo de recursos de que dispone, la UE seguirá ofreciendo a
todos los componentes de la sociedad un apoyo concreto al cambio pacífico
en Cuba”,
subraya el comunicado oficial.
El Consejo de la UE afirma estar
sobre todo “preocupado por el hecho de que el gobierno cubano haya dado
marcha atrás sobre algunas reformas que llevan a una tímida apertura
económica. El Consejo deploró que estas restricciones hayan reducido otra
vez el ámbito de las iniciativas privadas”. En una palabra, Europa utiliza
la excusa de los derechos humanos, pero sólo busca el regreso a un
capitalismo de empresa privada y la implantación de una economía de
mercado en Cuba.
La hostilidad estadounidense contra Cuba no cesará
pronto, es un hecho. En cambio, es una pena que la Unión Europea se asocie a
ello de manera tan servil como contraproducente. En efecto, hay un
lenguaje que los cubanos no son capaces de entender: se trata del languaje
de la presión, del chantaje, de la coacción, de la intimidación, de la
fuerza y la
amenaza. Desde 1959, Cuba jamás ha cedido a este tipo de
procedimientos y nunca cederá. Esta realidad la deben entender
la Unión
Europea y Estados Unidos. Los ultimatums no sirven para
nada, salvo para radicalizar el proceso revolucionario cubano y la
historia de estos últimos cincuenta años es edificante a este respecto.
Los cubanos jamás han aceptado que se pisotee su soberanía y su
independencia que les costaron tantos sacrificios. Es la razón por la cual
la actual política de la Unión Europea está
condenada al fracaso.
La Unión Europea tendría
credibilidad y autoridad moral al desmarcarse, sin esperar más, de la
política obsesiva de Estados Unidos hacia Cuba. Debe hacer respetar los
valores de soberanía y de independencia rechazando todo intento de
injerencia en los asuntos internos de otras naciones. La capitulación
frente a los poderosos sólo lleva al deshonor pues es el rechazo de la
injusticia lo que hace la grandeza de las naciones. Por eso Cuba es un
país de gigantes. |
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