16 de mayo de 2007
Talvez sería
preferible que nos digan: “sudacas, no los queremos
aquí”.
Así por lo menos suenan las
condiciones que, cada vez, aumentan en rigurosidad para acceder a la visa de
ingreso a España. No importa que de allí provenga la lengua que nos une a
los latinoamericanos. Resultan falsas las declaraciones de las «Cumbres Iberoamericanas». Pedirle 700 dólares como mínimo a
un sudamericano que va en busca de trabajo, es un
insulto.
Como parecen insuficientes los
500 anteriores para detener la ola migratoria, ahora elevan el monto a un
promedio de 80 dólares diarios. Se exceptúa a quienes portan pasaporte
diplomático, salvo que vistan ropa autóctona.
EL PRAGMATISMO EUROPEO
El desarrollo que vivió Europa
en el decenio anterior, motivó una creciente migración desde todos los
rincones del planeta.
Árabes y africanos,
latinoamericanos y asiáticos llegaron a Alemania, Inglaterra, Italia,
Francia y España; no fueron menos atractivos los países escandinavos ni los
de Europa Central.
Entonces se alabó el bondadoso
sistema social de aquellos países que permitió y hasta promovió el
reagrupamiento familiar: si un obrero extranjero quería reunirse con su
familia, se le facilitaba el traslado de su país de origen, incluyendo
enseres especiales.
Pero, las crisis cíclicas del
capitalismo son ineludibles.
La sobreoferta de bienes de
consumo provoca la reducción de personal en la industria y el comercio, los
obreros extranjeros son los primeros afectados y el resto lo hace la
xenofobia siempre latente en los círculos de poder.
Se acabó la época de bonanza y,
por tanto, terminó el bondadoso sistema social.
No es casual que, los
derechistas, estén retomando posiciones en los gobiernos de Europa. Es más:
los mismos gobernantes socialdemócratas asumen posiciones conservadoras para
intentar retener el poder, aunque se han resignado a ser pronto
sustituidos.
EL EXILIO ESPAÑOL
Eran los años ’40 del siglo
recién pasado.
Para nosotros no eran vascos,
gallegos, catalanes, andaluces o madrileños; eran españoles que lo habían
perdido todo y se vinieron por miles, con una mano delante y otra
detrás.
Desde el río Colorado hasta la
Patagonia se esparcieron sin encontrar restricciones y más bien recibidos
con los brazos abiertos.
No tenían papeles; ¡cómo
pedirles papeles si huían de una dictadura!
No se les pidió dinero; ¡venían
hambrientos y en harapos!
En todos nuestros países, los
aduaneros y la policía tenían orden de facilitarles el ingreso.
Aquí, en estas tierras,
vivieron y prosperaron durante los años grises y tristes de la dictadura
franquista. Panaderos acá, lecheros allá, actores, industriales. Fueron
trabajadores, tanto como los sudacas en España.
Se quedaron aquí, sus hijos
crecieron y fueron latinoamericanos.
Algo más: cuando llegaron hace
65 años, ¡nada más que 65 años!, ya habían transcurrido 450 del llamado
descubrimiento y la explotación de nuestras riquezas sin retribución
ninguna. ¡No era el momento de echarles en cara la avaricia de los
conquistadores!
Los acogimos sin restricciones
ni susceptibilidades.
LA PROSPERIDAD QUE RETACEAN
En España construyeron su
prosperidad en corto tiempo, una vez que terminaron con el franquismo. Lo
hicieron contando con mano de obra barata, de inmigrantes. Avanzaron,
teniendo a mano materia prima a precios convenientemente
reducidos.
Bastaría recordar que el estaño
cayó abruptamente de 6 dólares la libra fina, a menos de 1 dólar; lo mismo
ocurrió con muchos metales y productos agrícolas.
Llegado al punto alto de la
expansión económica, comienza la recesión que se expresa en reducción de
personal, concentración del capital y política conservadora. Este es el
fenómeno que está produciéndose en el conjunto de Europa.
La siguiente movida, en forma
ineludible, es la expulsión de los inmigrantes. Más aún: se erigen muros de
concreto y espino en tierra, barreras en aeropuertos y guardia marina en las
costas.
¡Todo ciudadano de país pobre
es ilegal, hasta que demuestre lo contrario!
OJO POR OJO Y DIENTE POR DIENTE
Una respuesta de igual a igual,
no es posible en este momento.
La migración europea a nuestro
continente es reducida y sólo tiene condición turística. Alegar la doble
nacionalidad, es acercarse mucho al ruego, con el que sólo se obtiene
limosna; algo así como: vamos a trabajar con ustedes para que no haya abuso
en la imposición de las restricciones.
La respuesta está en el valor
de nuestras materias primas.
Aunque rápidamente ha subido el
precio de éstas, por razones obvias, podemos caer una vez más en el círculo
vicioso de gozar el bienestar momentáneo que nos arrastrará, de forma
ineludible, a otro periodo de migración por razones económicas.
Por tanto, debemos
industrializar tales recursos y comenzar a manejar el mercado internacional
con nuestras propias reglas. Se ha dicho muchas veces que ese es el camino.
Sin embargo, todo se ha reducido a discursos que no se cumplen. La forma de
hacerlo es unir esfuerzos.
Las posibilidades se halla en
la formación, primero de la Comunidad Sudamericana de Naciones (UNASUR),
cuyas bases ya se implementan en el ALBA, en el Bancosur y en otras muestras
de apropiación de nuestra riqueza, tanto tiempo entregada a la rapiña
transnacional.
Posiblemente debamos sufrir aún
los dolores del retorno de nuestros compatriotas.
Pero, aparte de una obligación,
será una recuperación que enriquecerá a nuestros países.
Altercom
Agencia de Prensa de
Ecuador. Comunicación para la Libertad.
Antonio Peredo Leigue
Periodista y profesor
universitario boliviano. Es Senador Nacional por el MAS. Fue director del
Semanario Aquí y en las elecciones de 2002 fue candidato vicepresidencial
con Evo Morales.
www.altercom.org/article148186.html