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- To: "potero" <potero@rhc.cu>
- Subject: El cambio y guerrillas informaticas- Entrevista a MATTELART
- From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
- Date: Fri, 27 Apr 2007 10:53:59 -0400
"El cambio no se logra con
guerrillas informaticas"Ojos azules, delgado, un pelo blanco
peinado a destiempo. Esos son los primeros rasgos que saltan en la figura del belga Armand Mattelart. Más bien parece un
buen compañero de café y no el hombre que estremece al mundo entero con sus
criterios. Lo hace desde hace tiempo. Comenzó
en 1971. Entonces, en Chile, junto con el chileno Ariel Dorfman, publicó Para
leer al pato Donald, un estudio en el que demostraban cómo las historietas
inocentes podían venir cargadas de toda la malevolencia posible. El resultado no
se hizo esperar. Desde Washington llegó un mensaje: prohibida la entrada y
circulación del libro en el territorio de la Unión. "Me hicieron un honor muy
grande", cuchichea Mattelart. Desde entonces, viene su inclusión
en el bando de los Apocalípticos, denominación creada por el italiano Umberto
Eco para nombrar a aquellos intelectuales, que vapulean a diestra y siniestra a
los medios de comunicación. Luego vinieron momentos inciertos para Mattelart;
sobre todo cuando tuvo que salir de Chile y ninguna universidad deseaba
acogerlo, porque el futuro profesor de Eran los tiempos del debate, que
terminaron con la salida de Estados Unidos y de Inglaterra de la UNESCO y la
aprobación del Informe McBride, elaborado por una comisión presidida por el
irlandés Sean McBride, y en el que se denunciaban los peligros de la
concentración de los medios de comunicación. Ahora, a la vuelta de sus 70 años,
de él dicen que es uno de los gurúes de Él se ríe cuando le recuerdan su
altura, y lo hace aturdido ante el acoso de los periodistas, que no le han dado
descanso desde que desembarcó por el aeropuerto de La Habana, acompañado de su
esposa Michelle. Ante el pedido de la entrevista, pide con una amabilidad firme:
"Solo 20 minutos, por favor. Es de lo único que dispongo". No queda más remedio
que sonreír: "Correcto, profesor, solo 20 minutos". - Mucho se habla hoy de
- El concepto aparece en 1995 por
los días en los que andaba una Cumbre del G-7. Es decir, una reunión de los
países más ricos e industrializados del mundo. Ya por ahí, usted puede sacar
algunas conclusiones. En el momento en que nace, ya es evidente la fractura o
desequilibrio del mundo en materia digital. Entonces, lo que se trataba era de
dotarse de un instrumental técnico, con el que se pensaba superar las
diferencias de desarrollo. Y por eso es un mito. Porque en el fondo, lo que
subyace es una visión tecnocrática. Muchas voces, a principios de este
siglo, han planteado que no se puede hablar de la SGI, sino de Sociedades del
Saber, que permiten incorporar los elementos técnicos, desde sus diferencias y
sus culturas. A mí me parece que este concepto es el más
correcto. - En varias ocasiones usted ha
encendido el bombillo de alarma ante la falta de un debate sobre las
problemáticas de los cambios que ha traído la comunicación para las sociedades
¿Por qué esa falta de discusión para un tema tan
vital? - Porque las agencias de la ONU no
lo han puesto sobre la mesa de discusiones y, sobre todo, porque no se menciona,
ni se denuncia la concentración financiera que se ha operado en los medios de
comunicación y el modo en que eso atenta contra la identidad de los pueblos. Son
pocos los que se atreven a hacerlo. - Entonces, ¿cree usted que en
estos momentos hace falta un segundo informe McBride,
profesor? -¿Por qué no? Al menos, sería
bueno retomar las grandes líneas del Informe McBride. Sobre todo uno de sus
grandes principios: el de establecer una definición jurídica sobre los Derechos
de la Comunicación, lo que para mí es más amplio que el concepto de Libertad de
Comunicación. Lo que pasó con el Informe es que después le construyeron una
leyenda negra. Y, sin embargo, hoy continúan latente muchos de los problemas que
le dieron vida. El de la concentración de los medios es uno. - ¿E Internet? ¿Acaso Internet no
rompe con ese monopolio de la información? - Internet es un instrumento
formidable. Pero vamos a hablar claro. El cambio no se logra con guerrillas
informáticas. Al menos, sino se plantea una de las cuestiones de fondo y que es
establecer los marcos jurídicos en los que se debe mover la
comunicación. - En su artículo La Hipnosis de
una Nueva Economía y el Progreso, usted señala el alejamiento que,
históricamente, los intelectuales progresistas han tenido de los problemas de la
comunicación ¿A qué se debe ese distanciamiento, cuando el tema de la
información se ha convertido en algo tan decisivo para las
sociedades? - Durante mucho tiempo las
izquierdas que nacieron de los movimientos obreros, pensaron a los medios a
partir de la noción agitación-propaganda. Para ellos, comunicar era
propagandizar y lograr la agitación de las masas. Eso los hizo tener una visión
recortada del problema y no se dieron cuenta de que en la comunicación también
entran cuestiones tan elementales como el de la cotidianidad de las
personas. Yo tuve la experiencia de Chile
durante el gobierno de Allende. Entonces, la televisión transmitía todo tipo de
espacios y, entre ellos, Y aquello nos hacía pensar: ¿cómo
era posible que personas empeñadas en construir una sociedad nueva, se
interesaran en algo que estaba en contra de los principios que ellos defendían?
Esas contradicciones nos hacían plantearnos la interrogante sobre qué es la
Comunicación de Masas. - ¿Considera que la izquierda está
hoy en condiciones de sostener un debate sobre los problemas de la
comunicación? - Creo que el debate dentro de
ella avanza muy lentamente. En los Foros Sociales Mundiales el tema ha
evolucionado, tiene un mayor peso en las últimas ediciones, incluso cuenta con
un eje central: La Cultura y la Comunicación. Sin embargo, cuando se trata de
analizar la relación entre poder, cultura y comunicación enseguida aparece un
signo de interrogación. En Europa prima un análisis economicista, sin que se den
cuenta de que el problema debe abordarse también desde las identidades
culturales, que son las que están en peligro. - ¿Usted ha dicho que lo
importante en estos momentos no es analizar los contenidos de las historietas
del Pato Donald, sino las transformaciones que se han operado en las sociedades
con la internacionalización de las comunicaciones ¿Qué ha sucedido en el mundo
de los medios de comunicación desde ese día de 1971, en el que apareció Para
leer al pato Donald, hasta fechas más recientes en las que se publicó su libro
Historia de la Sociedad de la Información? - Ha sucedido una crisis en el
modelo de acumulación capitalista. A partir de la década de los años 70 del
siglo pasado se retiró la paridad del dólar con el oro, ocurrió la primera
crisis petrolera y otros eventos, que obligaron a plantearse un modelo de
desarrollo a partir de las Tecnologías de la Comunicación y la
Información. Esa propuesta nace ante la
necesidad de lograr un nuevo modo de gobernar. En los años siguientes, los
Estados Unidos lo convirtieron en el centro de sus intentos por imponer su
hegemonía política y militar. Entonces la comunicación se vuelve un elemento
central en medio de esa estructura de poder. Por eso vemos la captación de
tantos profesionales para respaldar esa forma de dominación. Ellos son los que
producen la información y con ella el conocimiento. - ¿Y qué ha pasado con Armand
Mattelart en todos estos años? ¿Qué ha cambiado y qué sigue permanente en
él? - No he perdido mi capacidad de
indignarme. Pueden haber cambiado muchas cosas, pero no mi irritación ante los
desniveles de equidad y frente a las injusticias. En eso sigo siendo el mismo de
siempre. - Profesor, leemos sus entrevistas
y sus ensayos, y una interrogante nos asalta constantemente ¿En qué medida
continúan pesando en usted las experiencias que vivió en el Chile de Salvador
Allende? - Me marcó mucho, sobre todo por
lo que me enseñó. Quise mucho ese tiempo y aún lo sigo
haciendo. - ¿Qué le enseñó el Chile de
Allende? - Trataría de resumirlo en lo
siguiente: Primero, me mostró la debilidad de la izquierda frente a los
problemas de la comunicación, en medio de una campaña de propaganda brutal
contra el gobierno de Lo otro que me mostró el proceso
chileno fue algo que después se llamó el espacio global de - ¿Sabe que usted está incluido
dentro del bando de los apocalípticos? - Oh, sí..., me divierto mucho con
esas cosas... - Y cuando proclaman que Armand
Mattelart es un apocalíptico, ¿en qué piensa? - Esa es una caracterización que
ha perdido la necesidad de Fuente: Luis
Raúl Vázquez Muñoz (La Tecla, Cuba). __________ Información de NOD32, revisión 1.1458 (20060324) __________ Este mensaje ha sido analizado con NOD32 antivirus system http://www.nod32.com |
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