Ante
la coyuntura que vive el actual Gobierno y en el marco de la
celebración de homenaje al 24 de Mayo, el Presidente de la
República, Rafael Correa, indicó
que “ninguna conspiración vencerá a este pueblo que camina altivo
hacia la Libertad” y que ningún complot podrá con la voluntad
indómita de los ciudadanos y ciudadanas del país ni que éste volverá
a ser sometido tras conjuras artificiosas, así como que “ningún
ardid podrá emboscar esta insurgencia y la decisión libre y soberana
de amar nuestra propia historia”.
Un
acto destacado dentro de la celebración del 24 de Mayo, fue el
homenaje realizado a Manuela Sáenz, figura trascendente en la gesta
libertaria que hoy el país celebra. Tanto el Primer Mandatario,
Rafael
Correa, como la ministra de Defensa, Lorena
Escudero, rescataron la importancia de Sáenz para la historia del
país.
Aquí el discurso del Primer Mandatario:
'Desde
los primeros días del gobierno de la Revolución
Ciudadana iniciamos una especie de balance y
reparación de lo que el Neoliberalismo había producido con su
ignominiosa prepotencia, salvajismo e insensibilidad. El 15 de enero
dijimos: que a nadie le quepa duda, nuestro gobierno será
bolivariano y alfarista. Hoy, 24 de mayo, al conmemorar 185 años de
la Batalla de Pichincha, empezamos a ajustar cuentas con la
Historia.
El nombre de Manuela Sáenz fue escondido,
vilipendiado, olvidado por décadas y décadas. Las cartas íntimas,
diarios y documentos fueron ocultados por más de 130 años. Para
muchos, no cabía ensalzar la figura de quien les parecía más
concubina y adúltera que la expresión más pura de la revolución, el
coraje, la independencia y el amor.
Esa Manuelita Sáenz
Aizpuru, que padeció la lacra social de ser hija ilegítima;
entregada, de acuerdo a las convenciones de la época al Monasterio
de Santa Catalina, huérfana de madre, logró ganar el cariño de su
madrastra y el amor de su padre, Simón Sáenz. Los retratos de su
niñez la pintan jugando en el jardín, con ojos vivaces y
escrutadores, suelta y embellecida por su espíritu insubordinado,
como anticipando lo que sería una práctica de vida: el asombro, la
valentía y la pasión.
Tras su matrimonio, Manuela reside en
Lima y en esa ciudad se inicia su cruzada libertaria. Influye para
que el batallón realista Numancia rompa amarras con los
conquistadores y forme parte de las filas patriotas. Su actitud
conspiradora le valió el reconocimiento del General José de San
Martín que la condecoró con la Orden de Caballeresa del
Sol.
Hizo amistad con la guayaquileña Rosita
Campuzano, compañera de amor y de ideales de San
Martín. De vuelta a Quito, y con los acontecimientos de la Batalla
de Pichincha, Manuela se incorpora a la lucha al presentarse a
colaborar con el ejército independentista. Participa en el auxilio
de los heridos, y, tras la capitulación realista, traba amistad con
el Mariscal Sucre. Conoce a Bolívar el 16 de junio de 1822, y se
inicia uno de los más hermosos romances de nuestra
historia.
En septiembre de 1823, Bolívar se encuentra en Lima
y al enterarse de un motín en Quito, escribe a Manuela expresándole
su preocupación y admiración por disolver '... con la intrepidez que
te caracteriza, ese motín que atosigaba el orden legal establecido
por la República...'; así mismo pide que se traslade de inmediato a
Lima para hacerse cargo de la Secretaría de la Campaña
Libertadora y de su archivo personal y ordena al
Coronel O´Leary realizar los arreglos necesarios para la llegada de
Manuela y su incorporación al Estado Mayor General con el grado de
húsar.
El 9 de junio de 1824, Bolívar, desde el Cuartel
General de Huaraz, invita a Manuela a marchar juntos hacia Junín. La
respuesta de Manuela, fechada el 16 de Junio, revela su talante
orgulloso y altivo: '...mi amado, las condiciones adversas que se
presentan en el camino de la campaña que usted piensa realizar, no
intimidan mi condición de mujer, por el contrario, yo las reto...
¡Qué piensa usted de mi! usted siempre me ha dicho que tengo más
pantalones que cualquiera de sus oficiales, ¿O
no?...'.
Tantas cosas hizo Manuela por la liberación.
Armó, junto a Bolívar, lo que ella llamó “una
verdadera comisaría de guerra”. Recolectaba chatarra, confiscaba
campanas, sacaba clavos de estaño de las bancas, todo para la
fabricación de armamento. Fomentó la construcción de talleres para
hilar lanas para los uniformes de la tropa. Bien podemos
decir que nuestro programa Hilando el Desarrollo, tiene su patrona y
madrina en la figura de Manuela.
A pesar de los consejos de
Bolívar, y de las sugerencias a Sucre para que se encargue
personalmente del cuidado de Manuela en los días de la Batalla de
Ayacucho, ella contradice la orden de ponerse a resguardo, y la
carta de Sucre a Bolívar es evidencia de la heroicidad de nuestra
Manuela. Sucre escribe:
'...incorporándose desde el primer
momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores;
organizando y proporcionando el avituallamiento de las tropas,
atendiendo los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los
fuegos enemigos; rescatando a los heridos...; Doña Manuela merece un
homenaje en particular por su conducta, por lo que ruego a Su
Excelencia le otorgue el Grado de Coronel del Ejército Colombiano'.
Bolívar, entre feliz y orgulloso, comunica a Manuela su
sorpresa de que '... mi orden de que te conservaras al margen de
cualquier encuentro peligroso con el enemigo, no fuera cumplida, a
más de tu desoída conducta, halaga y ennoblece la gloria del
Ejército Colombiano, para el bien de la ´patria y, como ejemplo
soberbio de la belleza, imponiéndose majestuosa sobre los Andes´. Mi
estrategia me dio la consabida razón de que tu serías útil allí;
mientras que yo recojo orgulloso para mi corazón, el estandarte de
tu arrojo para nombrarte como se pide, Coronel del Ejército
Colombiano'.
Tras la muerte del Libertador, y exiliada en
Paita, Manuela recibe visitas de Garibaldi, Herman Melville, Simón
Rodríguez, González Prada. Su lealtad al Libertador la acompañó
hasta los terribles días en que una epidemia de difteria terminó con
la existencia física de nuestra Manuela en noviembre de 1856. Pablo
Neruda dedicó a Manuela la hermosa y triste elegía: La Insepulta de
Paita, en la que dice, en este breve fragmento:
Ésta fue la
mujer herida. En la noche de los caminos tuvo por sueño una
victoria, tuvo por abrazo
el dolor, tuvo por amante una espada. Tú fuiste la libertad,
Libertadora enamorada. Manuela, estás en el recuerdo de García
Márquez, que al contar las últimas horas de Bolívar te
describe:
Fumaba una cachimba de marinero, se perfumaba con agua de verbena que era una
loción de militares, se vestía de hombre y andaba entre soldados,
pero su voz afónica seguía siendo buena para las penumbras del
amor.
Manuela: Eres la luz despierta de los tiempos oscuros.
Eres nuestra compatriota y nuestro destino. Hoy eres memoria viva de
la Libertad.
Hoy eres el espejo en el que otras mujeres se miran
y agigantan.
El gobierno de la Revolución
Ciudadana, confeso en su adhesión a la figura de
Manuela, se enorgullece en contar en su gabinete con mujeres
patriotas que dirigen los destinos de sus ministerios con la mayor
consagración y devoción por el pueblo ecuatoriano. Está con nosotros
la memoria de Guadalupe
Larriva, inolvidable compañera socialista.
Los programas y
proyectos del gobierno van dirigidos hacia la mujer, hacia su
sobriedad y sabiduría en el manejo de recursos, hacia su condición
de madres y protectoras del hogar.
El mayor homenaje a
Manuela se expresa en los proyectos para dotar de trabajo y salario
digno a las madres solteras; en la protección a las mujeres que son
víctimas de maltrato familiar y violencia doméstica; en dotar de
condiciones de dignidad humana a las mujeres que padecen privación
de su libertad; en la entrega de micro créditos para que las madres
dirijan la economía y las pequeñas unidades de producción
familiar.
El tributo a Manuela se manifiesta en
la Campaña
Nacional de Salud, Solidaridad y Responsabilidad
Social, en el que las mujeres y madres son las coautoras del
bienestar social; en la Comisión de la Verdad que esperamos
informará, al fin, el paradero de los hijos desaparecidos a sus
desesperadas madres; en la entrega del Bono de Vivienda; en el
orgullo de las madres trabajadoras, con quienes tuvimos el
privilegio de desfilar el Primero de Mayo.
El reconocimiento
a la memoria de Manuela se traduce en la mejora salarial de las
madres y mujeres que realizan trabajo doméstico; en la malaventura
de las madres que han sufrido por las fumigaciones y la desatención
del Estado; en las madres Tagaeris y Taromenanis, y demás
nacionalidades y pueblos, siempre oprimidos y postergados.
Este es el mayor manifiesto a la memoria de Manuela: la
consagración diaria y permanente a luchar por los desposeídos y por
la reivindicación de la mujer, de Matilde Hidalgo, Manuela
Cañizares, Manuela Espejo, Nela Martínez, Dolores Cacuango, Alba
Calderón, y de todas las mujeres anónimas de nuestra historia pasada
y presente.
Nadie va a frenar el ímpetu de la memoria.
Ninguna conspiración vencerá a este pueblo que
camina altivo hacia la Libertad. Ningún
complot podrá con la voluntad indómita de los ciudadanos y
ciudadanas de esta Tierra Sagrada. Ninguna conjura artificiosa y
desleal volverá a someter al pueblo ecuatoriano. Ningún ardid podrá
emboscar esta insurgencia y la decisión libre y soberana de amar
nuestra propia historia, nuestros propios héroes, nuestra propia
vida.
Manuela Sáenz: si ayer fuiste la luz morena del
Pichincha, Húsar del Estado Mayor Independentista, Caballeresa del
Sol, Libertadora del Libertador, Coronela del Ejército
Grancolombiano, Insepulta de Paita, hoy eres, y para siempre,
Generala de la República del Ecuador.
Eres todo eso, pero
nunca será suficiente para tu estatura indomable,
generosa y
libertaria.
¡Generala Manuela Sáenz!... Hasta la
victoria
siempre!' |