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Wikileaks: Venezuelan ambassador Freddy Balzan emails 2005-2008
- To: "potero" <potero@rhc.cu>
- Subject: LA GUERRA POR EL AGUA, por Manuel E. Yepe
- From: Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>
- Date: Fri, 8 Jun 2007 12:12:09 -0400
El acceso al
agua ha sido, desde la más remota antigüedad, fuente de poder y de conflicto.
Allí donde hoy
fuerzas de ocupación lideradas por Estados Unidos practican una despiadada
guerra desigual contra la nación iraquí, hace 4.500 años, tuvo lugar un cruento
enfrentamiento entre dos ciudades por el uso de las aguas de los ríos Tigris y
Éufrates que la historia registra como la más antigua guerra por el
agua. Algunos
analistas políticos sostienen que un objetivo estratégico esencial de la actual
invasión a Irak es acceder al control de esas dos grandes corrientes fluviales,
las más caudalosas en el Medio Oriente, que despiertan en los agresores un
interés incluso superior al petróleo. Obviamente, ya
las guerras no serán entre ciudades-estados. En las actuales condiciones de un
mundo unipolar que ha acentuado la contradicción entre el Norte opulento y el
Sur menesteroso, más que los enfrentamientos entre grandes potencias, es de
suponer que será la oposición entre naciones ricas y pobres el escenario
probable de las batallas. Pero el orden
neoliberal impuesto al mundo impide que los gobiernos nacionales estén en
condiciones de enfrentar como es debido los peligros que se avecinan para sus
pueblos por la creciente escasez de agua. Con sus funciones prácticamente
restringidas a la represión político-militar de los movimientos sociales para
garantizar seguridad al gran capital transnacional, son muchos los gobiernos que
no están en condiciones de transformar la situación que se les viene encima, y
los pueblos no tendrán más alternativa que apelar a la violencia en aras de la
supervivencia. Las
penurias que provoca la escasez de agua (desertificación, menos producción de
alimentos, incremento de las enfermedades infecciosas, epidemias y pérdida de
los ecosistemas) inducen tensiones políticas y sociales que ya han tenido
cruentas eclosiones internas en América Latina y África.
Los
problemas internos que genera la disponibilidad de agua tienden a transformarse
en conflictos internacionales con mayor frecuencia, en la medida en que se
evidencia que la tenencia de recursos acuíferos determina la viabilidad o no de
las sociedades. Al
ser el agua valorada, cada vez más, como un recurso deficitario a escala
mundial, se inserta en la estrategia global de las grandes potencias
capitalistas, que le aplican sus más comunes recetas neoliberales: la
privatización y la militarización. Las
grandes transnacionales han fijado entre sus objetivos esenciales el control
sobre los prometedores recursos acuáticos de los países "en vías de desarrollo".
El Banco
Mundial, como guardián que es de los intereses económicos de los Estados Unidos
y las grandes compañías transnacionales, "recomienda" a los países en desarrollo
la privatización de las reservas de agua existentes a través de concesiones a
empresas extranjeras que se adueñan así de este recurso que, en poco tiempo,
será tan valioso como el oro o el petróleo. Los pobres no
tienen dinero para sufragar los costos funcionales de empresas operadoras de
acueductos que ofertan el líquido como una mercancía más, y los gobiernos, en el
esquema globalizador neoliberal, carecen de hacienda para apoyar a esas empresas
y mucho menos a sus "clientes". Hasta hace
algún tiempo, la industria del agua embotellada prácticamente limitaba su
clientela a los países más ricos y los sectores más acaudalados de los países
pobres. Esos eran los únicos países y sectores capaces de pagar bien caro un
líquido cuya diferencia con el agua de aquellos acueductos urbanos que cuentan
con un mínimo de condiciones operacionales e higiénicas es prácticamente
indetectable. Pero, al entrar
en escena las grandes corporaciones transnacionales, el negocio del agua
embotellada, que obtiene fabulosos ingresos cobrando centenares o miles de veces
lo que se paga por cada litro de agua de la pila en cualquier país, ha ampliado
el ámbito de sus mercados. Se lanzan
voraces sobre los países del Sur con la poderosa influencia política que deriva
de sus corruptores recursos financieros. Estimulan la inercia oficial respecto a
la calidad del agua para, de esa manera, crear o ampliar la demanda de su agua
"cara pero saludable"… En
algunas partes del mundo, se aprecia un inusitado interés por parte de los
gobiernos de Estados Unidos y otras grandes potencias por brindar "protección
militar" a las vías acuáticas importantes. Se hace cada vez menos disimulada y
más acelerada la militarización de las grandes fuentes de agua, cuyo objetivo a
largo o mediano plazo es evidente.
Con la
extensión de la globalización neoliberal en América Latina, especialmente por
medio de tratados de libre comercio o variantes con el mismo fin, los países
pobres y endeudados se ven obligados -como única salida a sus crisis- a abrirse
a la explotación ajena de sus recursos naturales, frecuentemente ubicados en
terrenos ancestrales de los pueblos indígenas. Se ha hecho
hábito que los gobiernos y los grandes consocios transnacionales entren en tales
acuerdos sin respetar los derechos de esos pueblos originarios, que a lo largo
de milenios han tenido la sabiduría necesaria para cuidar a Latinoamérica,
con las reservas de agua potable más grandes que quedan en el mundo, está siendo
saqueada tan intensamente que pronto sus grandes bosques naturales,
descomunalmente deforestados, cederán su lugar a la extensión de sus regiones
desérticas. Y el agua que
no consumen los saqueadores extranjeros en sus plantaciones extensivas, la
contaminan los productos químicos que usan para los cultivos y los residuos de
las industrias extractivas, como la minería a cielo abierto.
Se pronostica
una era de tensión y de guerras en torno al acceso al agua potable que solo
podría evitarse o atenuarse por medio de un sistema de relaciones que impida el
ecocidio, que excluya la consideración del agua como un recurso
escaso susceptible de ser mercantilizado y, mucho
menos, convertido en botín de poderosos
saqueadores. *Manuel
E. Yepe Menéndez
es
abogado, economista y politólogo. Se desempeña como Profesor en el Instituto
Superior de Relaciones Internacionales de La Habana.
Junio
de 2007 |
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