América
Latina contra el imperio. La visita de Rico
Mcpato
Por
Lisandro Otero
Como el
personaje de Disney, el usurero Rico McPato, mezquino y codicioso, el hijo
tonto de Papá Bush se lanzó a una gira por América Latina tratando de
reparar su negligencia, su torpe dejadez, su apatía ineficiente hacia el
continente del sur. Obsedido por la guerra petrolera, ansioso por
controlar los recursos energéticos del Medio Oriente, obedeciendo los
consejos de Cheney y los mandatos de los grandes consorcios del
hidrocarburo, Bush se olvidó del traspatio trasero de su negocio.
La siembra ideológica de Fidel Castro, el liderazgo de Hugo
Chávez, la toma de conciencia de la rapacería imperial, ha movilizado a
cientos de miles de indignados manifestantes. La gira de Bush se convirtió
en un conflicto perpetuo entre muchedumbres encolerizadas y ejércitos
armados hasta los dientes, represión masiva, mítines subversivos y huestes
de bestiales gendarmes. Nada de la fraternal acogida que ha caracterizado
los viajes de Fidel Castro y los de Hugo Chávez. Nada de las multitudes
fervorosas y devotas que han acogido a estos líderes.
En Brasil,
Bush trató de apoderarse del etanol, el nuevo biocarburante que puede
sustituir, en parte, a la costosa gasolina que cada día sube de precio
para desconsuelo de los norteamericanos. En Uruguay trató de neutralizar a
Tabaré Vázquez, olvidando que ese gobierno está compuesto por algunos de
los integrantes de los Tupamaros que ejecutaron al agente de la CIA y
torturador, Dan Mitrione. En Colombia intentó reforzar la presencia
militar estadounidense con la excusa de la lucha antinarcos; en realidad,
la introducción masiva de las fuerzas armadas del Pentágono en suelo
latinoamericano. En Guatemala olvidó que la cooperación entre la CIA y los
represivos militares nacionales causó doscientos mil muertos. En México
halló a un presidente Calderón nada dispuesto a repetir la rastrera
experiencia del sumiso payaso Vicente Fox: con Calderón hubo desacuerdos
sobre Cuba, críticas a la cortina de hierro en la frontera, discordancias
sobre problemas migratorios.
Entre quema de banderas
norteamericanas y airados estudiantes Bush se vio obligado a limitar sus
estancias. Solo unas pocas horas en cada territorio. Ni siquiera la
duración normal de una visita de estado que suele ser de tres a cuatro
días. Bush llegaba, protegido por un escudo de hierro y una absoluta
separación de los pueblos, y se marchaba a las pocas horas, en visitas
veloces y superficiales que no dejaban huella política ninguna.
En
América Latina la brecha entre ricos y pobres sigue ensanchándose y la
integración total del continente en un mercado es muy improbable. El ALCA
es un intento anexionista de imposible establecimiento. Durante la década
del setenta una pesadilla dictatorial devoró la América Latina.
Desaparecidos, torturados, prisioneros políticos,
escuadrones de la muerte, corrupción administrativa constituyeron un
cáncer corrosivo. En los ochenta se intentó un desarrollismo que no dio
resultado, es la llamada "década pérdida". La crisis del capitalismo
latinoamericano fue evidente: descenso de los niveles de vida,
estancamiento económico, tasas astronómicas de inflación, fuga de
capitales, crecimiento infinito de la deuda externa, migraciones masivas.
La política recomendada por el Fondo Monetario Internacional y el
Banco Mundial obligó a reducir el gasto social. Un serio desequilibrio
estructural dejó a cien millones de latinoamericanos en la miseria total y
a otros ochenta millones en el umbral de la pobreza, según las cifras de
la
Organización Mundial de la Salud. Grandes tumultos
de depauperados asaltaron los supermercados en Río en 1984, en Buenos
Aires en 1989, en Caracas en 1991. Al finalizar la década, al producirse
el desplome de la
Unión Soviética, quedó abierta la interrogante ¿la muerte
del llamado socialismo real autorizaba la resurrección del conservadurismo
dictatorial? ¿Era el neoliberalismo de Reagan y Thatcher la única salida
posible? Se produjo una mutación de la izquierda: la proposición de
cambios por vía insurreccional fue sustituida por una evolución hacia
sistemas políticos deficientes. La izquierda entró en una crisis de
credibilidad, legitimidad e identidad de la cual ha ido saliendo
paulatinamente hasta recobrar su dinamismo actual.
Durante dos
siglos las relaciones norte-sur, entre las Américas, se han caracterizado
por la
confrontación. La política del "Buen Vecino" de Franklin
Roosevelt tenía por objetivo evidente tranquilizar el traspatio sureño
mientras Norteamérica conducía una guerra en Europa y el Pacífico.
La
"Alianza para el Progreso" de Kennedy incitó a
desmantelar las estructuras feudales que aún quedaban en Iberoamérica,
pero hizo poco por estimular el desarrollo industrial. La desregulación
creciente dio lugar a un capitalismo salvaje.
El libre comercio y
la globalización crearon una aparente igualdad entre las naciones
industrializadas y las productoras de materia prima, pero en realidad
aseguraba en las segundas un mercado a los productos de las primeras,
consolidaba la
explotación. El gran capital internacional se ha apartado
del Tercer Mundo y las inversiones se concentran en los países afluentes.
El modelo neoliberal está propiciando una explosión revolucionaria
mundial.
La gira de Bush por América Latina demuestra hasta qué
punto el gobierno en Washington se encuentra aislado, hasta dónde llega el
repudio generalizado hacia el régimen republicano en la Casa Blanca.
Ninguna administración anterior, ni siquiera el impopular
Reagan, ha sido tan impugnada, ha recibido tanta repulsa pública, ha sido
tan vapuleada por los medios. El odio anti-Bush parece ser la definición
aceptada por todos de la actitud contemporánea hacia Estados
Unidos.
FUENTE:
http://www.defensahumanidad.cult.cu/artic.php?item=2285
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