DÓNDE ESTA LA CLASE OBRERA? - comentario de Jorge Gómez Barata

[Pedro Martínez Pírez <pmpirez@rhc.cu>]

Title: DÓNDE ESTA LA CLASE OBRERA

¿DÓNDE ESTA LA CLASE OBRERA?

 

                                                                           

                                                                                  Jorge Gómez Barata

 

 

Por venir al mundo en una época reciente cuando la ilustración era un hecho y por fundar su plataforma en el liberalismo, sostén de la concepción burguesa de la democracia, el capitalismo fue el primero y hasta hoy el único régimen social en el que la clase dominante tuvo  que afrontar, tolerar y asumir a una oposición, suficientemente genuina y fuerte como para hacerse escuchar.

Se trata del hecho sociológico inobjetable de que el capitalismo no puede existir sin desarrollar la clase obrera, es decir; agruparla, organizarla e  instruirla, proceso en el que los trabajadores, inevitablemente adquieren conciencia de su explotación, de su fuerza y de su condición de imprescindibles.

A partir de saberse parte esencial de un sistema capaz de producir riquezas y bienestar, los trabajadores se empeñan por aumentar su cuota de beneficio, proceso en el que a la vez que ejercen oposición a la clase dominante, se integran al sistema. Los trabajadores luchan por sus salarios y por su bienestar que implica acatar y participar del capitalismo, no destruirlo.

Fue Lenin quien iluminó el realismo de los marxistas al exponer en su ensayo ¿Qué Hacer? la tesis de que los obreros no generan conciencia política, cosa que es preciso introducirle desde fuera. Aunque tales afirmaciones fueron formuladas en 1901, lo cierto es que nunca se desmintió.

Lo que en realidad ocurre y con toda franqueza expone Lenin, es que por sus condiciones de existencia, la clase obrera es el único sector en la sociedad capitalista no sólo capaz de asimilar las influencias ideológicas provenientes de las vanguardias ilustradas y hacerlas suyas, sino que como fuerza social, posee la capacidad necesaria para respaldar a esas vanguardias.

Desde el siglo XIX a la fecha, los esfuerzos de la clase obrera por mejorar su situación en los países ricos, han conducido al perfeccionamiento del capitalismo que al ceder a los reclamos económicos de los trabajadores, lejos de debilitarse, se fortalece, al integrar a las masas al sistema y hacerlas parte del mismo

No se trata de que la clase obrera de los países capitalistas desarrollados haya perdido energías o convicción para plantear sus demandas, sino que el sistema funciona de modo tal que hace ociosa la utilización de esas  capacidades movilizativas.

De todas maneras estas reflexiones teóricas y sociológicas, atinadas o no, son irrelevantes, las soluciones a los grandes problemas de la humanidad no se encontraran en una docena de países donde la burguesía y el proletariado se refocilan en armonía y disfruten más o menos a plenitud de las bondades del progreso, sino en las otras tres cuartas partes de la población mundial que en 150 países pobres tiene por delante la tarea histórica de establecer mínimos de justicia.

La batalla por el desarrollo, la lucha por erradicar la pobreza y el hambre en cada país, pasa por derrocar o vencer la resistencia de las oligarquías nativas aliadas al imperialismo, proceso que requiere de vanguardias innovadoras, capaces de trascender los mitos de una ortodoxia absurda y estéril, de lograr una movilización social de ancha base que por su amplitud y alcance trasciende a las clases, las ideologías exclusivistas y a los partidos fundados en ellas. 

El capitalismo light, con obreros satisfechos, mendigos con colesterol alto y criaturas con exceso de peso al nacer, es una cara de la moneda, la otra es la etiopización de la humanidad. Lo bueno y lo malo forman parte de una misma realidad, que probablemente no pueda ser parcialmente cambiada. Al final, la razón la tiene el cantor: “Quien no lo cambia todo no cambia nada”.

 

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